M¨¢s 'corn¨¢s' da la c¨¢rcel
Un preso novillero ense?a a torear a 20 compa?eros de Carabanchel
"De aqu¨ª saldr¨¢n pocas figuras, pero por lo menos se cuida la afici¨®n". Omar Hernando S¨¢nchez, novillero de 35 a?os, justifica as¨ª las clases de toreo que ¨¦l mismo imparte en la c¨¢rcel de Carabanchel. En el patio, a salvo de las arremetidas de los bureles (toros, en cal¨®), S¨¢nchez confiesa que lo que m¨¢s teme son Ias corn¨¢s que da la c¨¢rcel".
Hernando S¨¢nchez, m¨¢s conocido en el mundo taurino como Domingo S¨¢nchez, lleva siete meses en prisi¨®n a la, espera de juicio, acusado de narcotr¨¢fico. Lleg¨® a Madrid procedente de Colombia en 1975."Con mi edad es casi imposible que pueda llegar a ser una figura, pero mi ilusi¨®n es tomar la alternativa pronto", dice S¨¢nchez. Carlos, un preso que se acerca a los cursos cada d¨ªa simplemente para, hablar de toros, comprende perfectamene a S¨¢nchez y dice que convertirse en matador de toros, es decir, tomar la alternativa, es "como ser padre".La modesta escuela de tauromaquia forma parte de una serie de cursos que se llevan a cabo en la prisi¨®n junto a las clases para aprender a leer o preparar el certificado y el graduado escolar. Cursos de radio, cer¨¢mica o inform¨¢tica son las otras actividades que ocupan las largas horas de ocio de los reclusos.
Juan Jos¨¦ L¨®pez, un maestro de EGB de la prisi¨®n, tuvo la idea el a?o pasado de crear el curso aprovechando que entre los presos se encontraba el matador de toros Pedro Somolinos. "Este a?o hemos tenido que cambiar de profesor; al del a?o pasado le han trasladado al penal de Oca?a", dice L¨®pez.
En la galer¨ªa cultural, tal como es conocida entre los funcionarios de la prisi¨®n, la mayor¨ªa sube y baja con sus libros bajo el brazo; los menos, con ropa deportiva, pasan de largo el gimnasio y se re¨²nen en el patio. All¨ª les esperan dos muletas, dos capotes -regalos de los matadores Curro V¨¢zquez y S¨¢nchez Puerto- y un toro de metal. Hasta el momento, son 20 los inscritos en el curso y otros muchos que van a mirar y aconsejar.
Nadie confundir¨ªa a los esforzados alumnos con Curro Romero, Ortega Cano o con cualquiera de los maestros a los que dicen admirar. La teor¨ªa es clara: se recibe al toro flexionando la pierna contraria; luego, a pies juntos, y, por ¨²ltimo se abre el comp¨¢s cargando la suerte. "?Toro, a m¨ª!", dice uno de los aprendices al carret¨®n -un toro met¨¢lico con una rueda, forjado en los talleres de la prisi¨®n-, y justo en ese momento tropieza con el capote y a poco termina abrazado a los cuernos. "Otra vez", grita dispuesto a enmendar el error. En esta ocasi¨®n se le olvida eso de cargar la suerte, pero el peque?o defecto queda compensado con un largo saludo, montera imaginada en mano, al poco p¨²blico que observa desde sus celdas.
Maletilla
Domingo S¨¢nchez, ilusionado con su nueva ocupaci¨®n de maestro taur¨®maco, recuerda orgulloso su duro comienzo en el mundo de las corridas. Empez¨® de maletilla con apenas 14 a?os, combinando los quehaceres de monaguillo con los de aprendiz de figura del toreo. "Como una gata ladrona", dice S¨¢nchez, le toc¨® durante mucho tiempo pasearse por las plazas de Colombia para conseguir robar dos pases a los becerros en los pueblos. El siguiente paso era pedir al p¨²blico de rodillas un poco de dinero, "para cuando menos poder pagar el viaje de regreso", comenta el novillero.En Espa?a tuvo que poner dinero, "como todos los que empiezan", para dar un par de muletazos en las plazas de tercera. Tambi¨¦n actu¨® en la parte seria de los espect¨¢culos c¨®micos del Chino Torero, el Bombero o Juan Muro. Pero se queja de su suerte y de la de sus compatriotas que vienen a torear a Espa?a. El novillero admira a muchos de los matadores de ahora. Sin embargo, no puede evitar un brillo de entusiasmo en los ojos cuando habla de sus compatriotas: C¨¦sar Rinc¨®n, por supuesto, y, menos conocido, H¨¦rn¨¢n Alonso Zapata. Este ¨²ltimo, amigo suyo y compa?ero de fatigas en su tierra, estuvo tambi¨¦n encarcelado en 1987 y lleg¨® a salir esposado de Carabanchel para participar en un festival en Las Ventas, "junto a nada m¨¢s y nada menos que el mism¨ªsimo Anto?ete", recuerda S¨¢nchez.
En espera de juicio, el novillero s¨®lo conf¨ªa en ense?ar a sus alumnos c¨®mo coger los trastos, y se lamenta de no haber podido ver este a?o a Curro Romero en la Feria de Oto?o de Madrid: "Tuvo que estar muy grande".
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