La buena solera
Ocho ganader¨ªas / Siete matadores y un rejoneadorToros de Puerta hermanos, fuerte y con casta, acab¨® agotado; Los Caminos, encastado; El Torero, chico, inv¨¢lido total; Gabriel Rojas, cinque?o, aborregado; Manuel Gonz¨¢lez, reserv¨®n; Jandilla, con casta; Antonia Julia de Marca, prob¨®n; Torrestrella (para rejoneo), brav¨ªsimo. Curro Romero: estocada corta delantera baja y cinco descabellos (ovaci¨®n y saludos); atendido en la enfermer¨ªa de puntazo y probable fisura de costilla. Manzanares: pinchazo perdiendo la muleta, dos pinchazos, otro hondo, varias ruedas de peones y descabello (ovaci¨®n y salida al tercio). Ortega Cano: estocada trasera y rueda de peones (oreja). Espartaco: estocada trasera y rueda de peones (oreja). Fernando Cepeda: estocada ca¨ªda (palmas). Litri: dos pinchazos, bajonazo descarado perdiendo la muleta y dos descabellos (aplausos y saludos). Pepe Luis Mart¨ªn: estocada (aplausos y saludos). El rejoneador ?lvaro Domecq: rej¨®n contrario muy bajo (oreja). Plaza de la Maestranza, 17 de octubre. Festival a beneficio de la familia del banderillero Ram¨®n Soto Vargas. Tres cuartos de entrada.
A los aficionados lo que les gusta del toreo es paladearlo. En cierta ocasi¨®n, alguien que se acercaba a la fiesta con sana curiosidad e inquietudes intelectuales, pregunt¨®: "Pero eso de paladear el toreo ?es en sentido literal o figurado?". Y contest¨® un aficionado: "Si el toreo es bueno, literal. En cambio, si son derechazos, hay que tomar bicarbonato".
El toreo bueno... Si es bueno de veras, ha de estar asolerado y de eso queda poco. Hay una reserva riqu¨ªsima, que se da con cuenta gotas. Excepcionalmente, Curro Romero ofreci¨® un convite por todo lo alto hace quince d¨ªas en Madrid, mientras ayer s¨®lo fue un buchecito. Pero la gran solera no se da s¨®lo en el toreo a pie, sino tambi¨¦n a caballo, y lo atesora el veterano ?lvaro Dornecq, que hizo una exhibici¨®n de torer¨ªa ecuestre.
La solera se puede dar, incluso, en las ganader¨ªas bravas. Cada vez menos aunque, cuando aflora, alcanza categor¨ªa excelsa. Tal ocurri¨®, asimismo, en el festival. El toro de rejoneo, propiedad del propio jinete que lo rejoneaba, ten¨ªa una bravura inagotable. No par¨® de embestir, con una codicia y una fijeza propias de los iluminados.
Fue un apasionante espect¨¢culo, el caballista toreando sobrio, sin otros alardes que algunos giros fronteros con las astas, arrebatadores por su temeridad y templanza; el toro lanzado al galope en demanda de aquel caballo provocador que pon¨ªa a su alcance el estribo o la grupa, y se los hurtaba -meci¨¦ndose a los aires de una media ver¨®nica belmontina.
Esta solera del toreo a¨²n la paladeaba a placer la afici¨®n sevillana cuando compareci¨® Curro Romero, dibuj¨® el lance -despu¨¦s repetido, a¨²n m¨¢s bello, en un quite- y en estas que el hombre perdi¨® el equilibrio, cay¨® en la cara del toro y se llev¨® en el cuerpo un menudeo de patadas y pitonazos. Al incorporarse, demudado y dolorido, aquel impoluto traje de terciopelos verdes y franelas negras con el que hab¨ªa salido a la plaza hecho un pincel, estaba arrugado y polvoriento.
Mucho constern¨® a la afici¨®n este percance, segundo de los que sufre Curro Romero en quince d¨ªas. Aunque no le amilan¨®. Cuatro varas tom¨® el toro, que acab¨® moribundo, y Curro Romero *apenas pudo apuntarle un par de derechazos, m¨¢s tres naturales citando como Dios manda que citen los toreros asolerados.
En el resto del festival hubo pasajes de inter¨¦s, pero la solera ya se hab¨ªan terminado. Manzanares tore¨® voluntarioso. Ortega Cano instrument¨® derechazos y naturales a lo largo de una faena apol¨ªnea, premiosa e interminable. Espartaco mulete¨® con la excelente disposici¨®n y la facilidad habituales en su sentido industrial del toreo. Fernando Cepeda estuvo precavido ante un toro complicado. A Litri, siempre bullidor, le desbord¨® el suyo. Pepe Luis Mart¨ªn sac¨® alg¨²n muletazo de buen corte a un toro que no dio ning¨²n juego.
Los ocho toreros, con sus cuadrillas -y los ganaderos, que regalaron los toros- dieron el ejemplo de su generosidad y de su solidaridad con la familia de Soto Vargas. El objetivo del festival se cumpli¨®. Y si adem¨¢s hubo en ¨¦l toreo bueno, ese fue un regalo que colm¨® los, paladares de la afici¨®n, siempre golosa y agradecida.
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