El toro bravuc¨®n
V¨¢zquez / Ram¨ªrez, Gon?alves, Dinast¨ªaTres primeros novillos de Alejandro V¨¢zquez y Alejandro Garc¨ªa (los restantes fueron rechazados en el reconocimiento), con trap¨ªo, de feo estilo. Tres (uno de ellos devuelto por inv¨¢lido) de Couto de Fornilhos, con trap¨ªo de toros, mansos, dificultosos. 6?, sobrero de Eugenio Fr¨ªas, bien presentado, manso. Alberto Ram¨ªrez, de San Fernando (C¨¢diz), nuevo en esta plaza: estocada y tres descabellos; media ladeada, rueda de peones, ocho descabellos -aviso-, dos descabellos y se tumba el toro. Jos¨¦ Luis Gon?alves: estocada corta ca¨ªda muy atravesada, rueda de peones, estocada corta atravesada -aviso- y se tumba el toro; cinco pinchazos bajos -aviso-, pinchazo, estocada corta atravesada baja y descabello. Dinast¨ªa: estocada tendida baja, rueda de peones -aviso- y seis descabellos; estocada. Silencio en los seis. Plaza de Las Ventas, 18 de octubre. Cerca de media entrada.
El toro bravuc¨®n es manso. Son las paradojas de la vida. Bravuc¨®n y manso. Les pasa a los toros lo que a las personas, dicho sea sin ¨¢nimo de ofender y mejorando lo presente. De hecho, el calificativo de bravuc¨®n que se le da a cierto tipo de toro manso le viene de la propia condici¨®n humana.
Un hombre (no se se?ala a nadie) que va por el mundo avasallando a los m¨¢s d¨¦biles, es un bravuc¨®n, y su bravuconer¨ªa se le termina en cuanto otro con m¨¢s agallas le planta cara y le dice (como quien no quiere la cosa) que le va a arrancar de cuajo lo del d¨ªa de la boda. Con los toros ocurre otro tanto. Salen con cierta frecuencia, y en la novillada de ayer hubo uno, portugu¨¦s, lidiado en quinto lugar, que era el rey de los bravucones. Grande, cornal¨®n y aparatosamente astifino, su aspecto infund¨ªa espanto. Ahora bien, para su sorpresa, el torero que hab¨ªa de medirse con su bravuconer¨ªa, Jos¨¦ Luis Gon?alves, no se espant¨® en absoluto. Antes al contrario, se embraguet¨® para traerse toreado al toro bravuc¨®n, ce?ir en los vuelos de la ver¨®nica la engallada embestida y dejarlo viendo visiones despu¨¦s del giro redondo de la media ver¨®nica, bella, alada y ol¨¦.
Hay toros que se arrancan de largo a los caballos y alborotan por eso al cotarro, que los da certificado de bravos. Sin embargo, a veces, esas arrancadas s¨®lo son un espejismo de bravura porque luego el toro, al sentir la mordedura de la puya, sale corriendo. Y tal hizo el toro portugu¨¦s.
En la muleta continu¨® con su bravuconer¨ªa y fue una complicaci¨®n. Jos¨¦ Luis Gon?alves lo dobl¨® por bajo, corri¨® al centro del ruedo, cit¨® desde all¨ª, el toro se le arranc¨® presto, aguant¨® imperturbable el primer derechazo y al siguiente sufri¨® un derrote del toro recrecido. Volvi¨® a empezar, pero ya embarcaba bajando la mano con mando y entonces el toro escap¨® de all¨ª, visiblemente acobardado. La historia se estuvo repitiendo como las pel¨ªculas de sesi¨®n continua: la arrancada violenta, el derechazo mand¨®n, la hu¨ªda de la quema, temeroso el toro bravuc¨®n de que el se?or Gon?alves le arrancara lo del d¨ªa de la boda.
La novillada fue en realidad una corrida de toros, que hizo pasar fatiguitas a los espadas. El debutante Alberto Ram¨ªrez pele¨® voluntarioso. A Dinast¨ªa le desbordaron las dificultades pero se luci¨® en un quite por tijerillas. Gon?alves estuvo variado con el capote y torero en su otro toro, el que no era tan astifino y bravuc¨®n, aunque s¨ª igual de pelmazo.
Los subalternos tambi¨¦n se lucieron: Joselito Calder¨®n en un quite oportun¨ªsimo, Juan Antonio C¨¢ceres en banderillas, Ladr¨®n de Guevara picando al cuarto toro. O sea, que el cartel no ser¨ªa importante y los toros no pasar¨ªan de bravucones, pero hubo en la novillada lances de mucho inter¨¦s. Para s¨ª los quisieran en las famosas corridas de feria.
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