Entre el mercado y la socialdemocracia
El candidato Clinton ofrece ambiciosas reformas al liberalismo del presidente Bush
Escuela y despensa es una consigna pol¨ªtica de gran valor en estas elecciones presidenciales norteamericanas. Esas dos preocupaciones b¨¢sicas, junto con la sanidad, forman el n¨²cleo de los programas pol¨ªticos de los candidatos a la presidencia de Estados Unidos. Tanto el presidente, George Bush, como el candidato dem¨®crata, Bill Clinton, y en menor medida el independiente Ross Perot, prometen mejoras a menor coste, algo en lo que nadie cree en estos tiempos de pesimismo econ¨®mico. Clinton apoya un proyecto de tono socialdem¨®crata, mientras Bush sigue apostando por el mercado como soluci¨®n m¨¢s rentable. El multimillonario Perot se mantiene fiel a su imagen de pedir sacrificios a cambio de eficacia.
Las estad¨ªsticas aseguran que Estados Unidos es el pa¨ªs que m¨¢s dinero se gasta en sanidad 820.000 millones de d¨®lares al a?o (82 billones de pesetas, al cambio actual), cerca de un 14% de su producto interior bruto-, y, sin embargo, casi 36 de los 256 millones de norteamericanos, el 14% de la poblaci¨®n, no tienen ning¨²n tipo de cobertura sanitaria al no existir una sanidad p¨²blica generalizada como en muchos pa¨ªses europeos industrializados. El aumento de los coste de la asistencia abruma tanto a los ciudadanos, que deben afrontar constantes subidas en las cuotas de sus seguros m¨¦dicos privados, como a las empresas, que en sus convenios pactan libremente el pago de una determinada cobertura sanitaria a sus empleados. El sector p¨²blico, basado en servicios de beneficencia tambi¨¦n padece el r¨¢pido crecimiento de los costes.El aumento en el gasto sanitario en 12 a?os ha sido espectacular: 249.000 millones de d¨®lares en 1980, 420.000 en 1985, 671.000 en 1990 y m¨¢s de 820.000 en 1992. La previsiones para el a?o 2000 lo sit¨²an por encima de 1,5 billones de d¨®lares. El grueso del crecimiento del gasto es atribuible al aumento de los servicios hospitalarios y m¨¦dicos, pero tambi¨¦n a una m¨¢s completa atenci¨®n, tanto preventiva como asistencial.
Pero la angustia de la clase media norteamericana no es s¨®lo por el aumento de los precios, sino por la amenaza de quedarse sin ning¨²n tipo de cobertura sanitaria en caso de perder el empleo y no poder hacer frente al pago de los seguros privados. Ello es algo que ha ocurrido con demasiada frecuencia en estos ¨²ltimos a?os de recesi¨®n econ¨®mica, en los que han quebrado y desaparecido miles de empresas. Un ejemplo de esos dramas cotidianos es el del jubilado que ve c¨®mo se queda sin cobertura al quebrar la empresa en la que hab¨ªa trabajado toda su vida y con la que hab¨ªa pactado un plan de asistencia sanitaria tras su jubilaci¨®n, o el de la familia que debe vender su casa para hacer frente a una operaci¨®n o a un tratamiento m¨¦dico complicados.
El presidente Bush apuesta en su programa por un reforzamiento del sistema privado. Es partidario de ofrecer subvenciones a los m¨¢s pobres y deducciones fiscales a la clase media para que paguen las p¨®lizas de sus seguros m¨¦dicos privados. Respecto a las peque?as y medianas empresas, cuyos convenios laborales contemplen una cierta cobertura sanitaria de sus empleados, propone que unan sus esfuerzos para conseguir rebajas en sus negociaciones con m¨¦dicos y hospitales. Las deducciones fiscales, sin embargo, limitan los ingresos del Estado, que debe compensar aumentando los impuestos en otros campos.
El candidato dem¨®crata ofrece un ambicioso programa de reforma que, de salir adelante, cambiar¨ªa el horizonte de la asistencia m¨¦dica en este pa¨ªs. Clinton propone crear un nuevo organismo, integrado por representantes de los consumidores y de la industria sanitaria, para poner l¨ªmites al gasto m¨¦dico, con un presupuesto ajustado a cada Estado de la Uni¨®n. Los empresarios tendr¨¢n la obligaci¨®n de ofrecer alg¨²n tipo de seguro sanitario privado a sus empleados, y el sector p¨²blico ofrecer¨¢ cobertura a la gente que no tenga trabajo, lo que supone, en la pr¨¢ctica, la extensi¨®n general de la sanidad. Los peque?os empresarios recibir¨ªan subvenciones en los primeros a?os para hacer frente al aumento de sus costes.
Ross Perot, el millonario tejano que aboga por una dr¨¢stica reducci¨®n del gasto p¨²blico y un aumento de los impuestos para reducir el d¨¦ficit, en su libro-programa, United we stand, no realiza una propuesta detallada para la reforma del gasto sanitario, aunque recoge la necesidad de caminar hacia una cobertura general de la poblaci¨®n.
Pero la propuesta b¨¢sica de los candidatos, mejor sanidad a menor coste, es dificil de alcanzar sin aumentar los impuestos en un pa¨ªs cuya prioridad es eliminar el d¨¦ficit p¨²blico y reducir la deuda. En ese sentido, la propuesta de Clinton, que implica una extensi¨®n de la cobertura sanitaria y mejor asistencia a los m¨¢s pobres, no se sabe cu¨¢nto puede costar al contribuyente Hay que tener en cuenta, adem¨¢s, que un programa tan ambicioso de reforma no puede prosperar sin el apoyo del Congreso, que debe dar luz verde a cualquier aumento del gasto. Y es ah¨ª donde la reforma puede encontrar m¨¢s escollos en caso de ser elegido el candidato dem¨®crata, dada la influencia de la industria m¨¦dica y de las asociaciones de m¨¦dicos en Capitol Hill. La disciplina de partido no existe en el sistema norteamericano de la misma manera que en el sistema europeo, y una mayor¨ªa de dem¨®cratas en el Congreso no asegura de forma autom¨¢tica que prosperen todas las iniciativas de un presidente del mismo partido
Pero si es compleja la reforma de la sanidad, el tema de la educaci¨®n no se queda atr¨¢s. Todos los candidatos defienden un programa regeneracionista de la escuela como ¨²nico medio de revitalizar el principio de la igualdad de oportunidades tan querido por los fundadores de esta rep¨²blica. Ese esp¨ªritu reformista responde tambi¨¦n a que existe una extendida conciencia de deterioro del sistema educativo p¨²blico entre todos los sectores de la sociedad. Estudio tras estudio, las cifras reflejan una ca¨ªda del nivel escolar de los alumnos norteamericanos que la revista Fortune lleg¨® a comparar con "un nuevo Pearl Harbur". Esa sensaci¨®n de derrota tiene que ver con el aumento del fracaso escolar, j¨®venes que abandonan la escuela y que, al no tener cualificaci¨®n alguna, caen f¨¢cilmente en la delincuencia o la marginaci¨®n. Las minor¨ªas raciales, los sectores m¨¢s pobres, son los que m¨¢s sufren esa situaci¨®n. La crisis econ¨®mica tambi¨¦n se nota en las aulas.
El peso de la educaci¨®n en la sociedad norteamericana es enorme. Seg¨²n datos del Ministerio de Educaci¨®n, unos 68,4 millones de norteamericanos -es decir, uno de cada cuatro- est¨¢n directamente implicados en el sistema educativo como alumnos, profesores, administradores o empleados. El presupuesto educativo tambi¨¦n ha aumentado notablemente, y la factura ronda ya los 400.000 millones de d¨®lares. El presidente Bush afront¨® esta situaci¨®n en su mandato, y lanz¨®, en colaboraci¨®n con los Estados, el programa Am¨¦rica 2000 para mejorar el sistema educativo. Y curiosamente, uno de los gobernadores que m¨¢s colabor¨® en el programa, y por lo que recibi¨® una felicitaci¨®n del presidente, fue el de Arkansas, Bill Clinton.
Bush, como la mayor¨ªa de los conservadores que defienden la idea del mercado libre, considera que hay que abrir nuevos caminos a la iniciativa privada. Por ello, el presidente republicano defiende el cheque escolar, que paga el Estado, y con el que los padres eligen para sus hijos el colegio que quieren, sea p¨²blico o privado. Clinton se opone al cheque escolar, que considera una forma de transferir fondos p¨²blicos a las escuelas privadas cuando m¨¢s falta hace apoyar la escuela p¨²blica. El candidato dem¨®crata est¨¢ a favor de la libre elecci¨®n de centro, pero manteniendo los sistemas p¨²blicos y privados separados. Clinton tiene a su favor, en este campo, su historial como gobernador de Arkansas, donde impuls¨® una reforma educativa que, entre otras medidas, obligaba a los profesores a pasar ex¨¢menes de idoneidad para renovar sus puestos.
La formaci¨®n profesional y universitaria, cuyos costes han aumentado sensiblemente en los ¨²ltimos a?os, es otra de las preocupaciones de los electores norteamericanos. La crisis econ¨®mica ha reducido las oportunidades y obliga a una mejor preparaci¨®n acad¨¦mica para conseguir un empleo, pero los costes de la ense?anza superior siguen creciendo. Tanto el Partido Republicano como el Dem¨®crata proponen la ampliaci¨®n del n¨²mero de becas y cr¨¦ditos. En este campo, tambi¨¦n el candidato dem¨®crata ha presentado la propuesta m¨¢s ambiciosa: un nuevo programa nacional para la concesi¨®n de prestamos a estudiantes. Los republicanos aseguran que este tipo de medidas implica m¨¢s gasto p¨²blico, m¨¢s impuestos, m¨¢s burocracia y no garantizan mejores resultados.
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