Bush desperdicia la oportunidad del tercer y ¨²ltimo debate televisivo con Clinton
El presidente George Bush lanz¨® ayer, en el tercer y ¨²ltimo debate de esta campa?a electoral, una feroz ofensiva contra la credibilidad de Bill Clinton, a quien present¨® como un hombre que siempre tiene dos opiniones sobre cualquier hecho. El candidato dem¨®crata contraatac¨® con eficacia sobre el flanco m¨¢s d¨¦bil de su oponente, los resultados econ¨®micos de su gesti¨®n, para dejar el enfrentamiento, a falta de lo que digan las encuestas, en un empate, bueno para Clinton, malo para Bush. Los ¨²ltimos sondeos daban ayer al candidato dem¨®crata una ventaja de entre 12 y 18 puntos.
George Bush, en una actuaci¨®n m¨¢s brillante que en los dos debates anteriores, intent¨® una y otra vez sembrar dudas sobre la credibilidad de Clinton. Casi todas sus intervenciones terminaban con una referencia a su oponente como un pol¨ªtico "que un d¨ªa dice una cosa y al d¨ªa siguiente dice otra". Insisti¨® en que ¨¦l cometi¨® el error de aumentar los impuestos en 1990 y pidi¨® perd¨®n por ello, mientras que Clinton "nunca ha perdido perd¨®n, parece que nunca ha cometido un error". Bush dijo que el cargo de la presidencia de Estados Unidos exige tomar decisiones dif¨ªciles y que Clinton es incapaz de tomarlas. El presidente compar¨® a Clinton con Jimmy Carter y advirti¨® a los electores que "vigilen sus bolsillos" si Clinton obtiene la victoria.El candidato dem¨®crata respondi¨® que w es el menos adecuado para criticar los cambios de opini¨®n porque ¨¦l estuvo primero contra la pol¨ªtica econ¨®mica de Ronald Reagan, sirvi¨® en la Administraci¨®n de Reagan despu¨¦s y volvi¨® a cambiar de pol¨ªtica una vez que lleg¨® a la presidencia. Clinton, algo encogido esta vez por la responsabilidad de saberse el candidato ganador, trat¨® de evitar el cuerpo a cuerpo con Bush y procur¨® llevar siempre el debate a los temas que m¨¢s parecen interesar al electorado: econom¨ªa, econom¨ªa, econom¨ªa. El candidato dem¨®crata coment¨® que, aunque los votantes han dicho claramente que los aspirantes a la Casa Blanca se centren en debatir los problemas que importan, Bush prefiere los ataques personales.
Ross Perot volvi¨® a actuar a un buen nivel, casi como en el primero de los debates. Afront¨® con valent¨ªa algunos de los asuntos de los que sus contrincantes huyen, como el del d¨¦ficit p¨²blico, y puso en dificultades a los otros dos candidatos, aunque mucho m¨¢s al presidente: a Clinton cuando dijo que haber gobernado ?rkansas no era m¨¦rito suficiente para llegar a la presidencia, y a Bush cuando le advirti¨® que hab¨ªa que detener la influencia de los lobbies, extranjeros en la pol¨ªtica norte americana, cuando le record¨® el esc¨¢ndalo de las cajas de ahorros ocurrido durante su Administraci¨®n, cuando mencion¨® las actuales cifras econ¨®micas y cuando le acus¨® de haber enviado las tropas a Kuwait para luchar contra una maquinaria militar que ¨¦l mismo hab¨ªa creado.
Guerra del Golfo
Fue Perot, que en algunos momentos parec¨ªa que le estaba haciendo el trabajo sucio a Clinton, el que sac¨® el asunto de Irak, la guerra del Golfo y el anterior apoyo de Estados Unidos a Sadam Husein. Clinton record¨® que en 1989 el presidente Bush hab¨ªa dado ¨®rdenes de mejorar las relaciones con Husein, a pesar de que exist¨ªan informes que demostraban que el presidente iraqu¨ª se estaba convirtiendo en una amenaza para el mundo. Bush hizo referencia al ¨¦xito sin precedentes de crear una coalici¨®n internacional para liberar a Kuwait.
El debate de ayer, celebrado en el campus de la universidad de Michigan, en East Lansing, tuvo un formato mixto. Los primeros 45 minutos fueron dirigidos por un solo moderador; la otra mitad se la repartieron las preguntas de un panel de tres periodistas. En Little Rock, cuartel general de la campa?a dem¨®crata, el espect¨¢culo fue seguido, como en los grandes acontecimientos deportivos, desde una pantalla gigante situada en un hotel pr¨®ximo a la sede de la campa?a de Clinton.
El debate no descubri¨® grandes sorpresas. Clinton lleg¨® con la lecci¨®n bien aprendida, tal vez un poco m¨¢s tenso que en anteriores debates, pero con la misma pose de actor frente a las c¨¢maras, sin salirse de su gui¨®n. Bush mostr¨® que su campa?a no tiene armas secretas, s¨®lo una y bien conocida: minar la imagen del candidato dem¨®crata, advertirle al pa¨ªs de que se asoma al precipicio si vota por Clinton. Perot tiene claro su papel: un digno tercero.
El debate sirvi¨® para dejar en evidencia que en esta campa?a no hay m¨¢s elementos que los que ya han sido expuestos. Eso parece muy poco para Bush, que estaba obligado a aprovechar los debates, no s¨®lo para mejorar un poco su imagen, sino para alcanzar el coraz¨®n de su rival. Las encuestas de ayer daban a Clinton una ventaja de entre 12 y 18 puntos.
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