La amenaza del fracaso electoral provoca la desolaci¨®n en el PS franc¨¦s
"Este cargo es todo menos una sinecura", acaba de confesar Laurent Fabius, el muy deprimido primer secretario del Partido Socialista franc¨¦s (PS). El buque socialista que Fabius pilota desde hace s¨®lo nueve meses hace aguas por todas partes. Las encuestas le auguran una estrepitosa derrota en las pr¨®ximas elecciones legislativas; los militantes buscan salvavidas con desesperaci¨®n; los m¨¢s fieles compa?eros de viaje le dicen adi¨®s, y hasta sus dos presidenciables, Michel Rocard y Jacques Delors, lo critican sin tapujos.
Los socialistas franceses buscan con urgencia su alma. Ese alma debi¨® perderse en alg¨²n momento de los 11 a?os que llevan ejerciendo el poder. Quiz¨¢ cuando renunciaron a hacer pol¨ªtica para consagrarse a la mera gesti¨®n econ¨®mica. Quiz¨¢ cuando decidieron que, mientras la inflaci¨®n est¨¦ controlada, no es demasiado grave que el desempleo siga creciendo. O tal vez cuando ofrendaron en los altares del dinero, el ¨¦xito y el individualismo. O puede que cuando se metieron hasta las narices en asuntos de facturas falsas para financiar sus actividades.Lo cierto es que los socialistas se encuentran con que, para la gran mayor¨ªa de sus compatriotas, son tan s¨®lo la gauche caviar (la izquierda caviar). El t¨¦rmino social¨® (equivalente al norte de los Pirineos del espa?ol sociata) se ha convertido en peyorativo. "Los franceses", dice el comentarista pol¨ªtico Laurent Joffrin, "est¨¢n convencidos de que los dirigentes socialistas son unos c¨ªnicos y unos buscavidas".
Las encuestas posteriores al refer¨¦ndum de Maastricht aseguran que tan s¨®lo el 20% de los franceses piensa votar al PS en las elecciones legislativas del pr¨®ximo marzo. La mitad de los actuales diputados socialistas pueden perder sus esca?os.
El alivio del Senado
Dos ministros y cuatro diputados optaron el pasado 27 de septiembre por retirarse de la primera l¨ªnea del combate pol¨ªtico y apalancarse en un c¨®modo y duradero sill¨®n de senador. Y una treintena de diputados, la d¨¦cima parte del grupo parlamentario socialista, ha renunciado a presentarse de. nuevo ante los electores. En este grupo que intenta evitar el rid¨ªculo se encuentra la ex primera ministra Edith Cresson.Tambi¨¦n los compa?eros de viaje abandonan la nave botada en 1971 por Fran?ois Mitterrand. "Tengo la impresi¨®n de que nos hemos convertido en unos parias, o peor todav¨ªa, en unos apestados", dice a EL PA?S un miembro de la direcci¨®n del PS. Alude a la negativa de todas las fuerzas de izquierda a suscribir acuerdos electorales con el partido que todav¨ªa controla la presidencia y el Gobierno.
Pese a los repetidos cantos de sirena de Fabius, Los Verdes, el grupo ecologista de Antoine Waechter, ha respondido con una negativa a cualquier alianza con los socialistas. Y Brice Lalonde, l¨ªder de Generaci¨®n Ecolog¨ªa y ex ministro del Medio Ambiente, se niega hasta a ser fotografiado con los que durante mucho tiempo fueron sus companeros de Gobierno.
Incluso Harlem D¨¦sir, que en los tiempos en que dirig¨ªa SOS Racismo era carne y u?a de los socialistas, ha largado amarras. D¨¦sir fund¨® hace unos d¨ªas su propio partido: Acci¨®n Igual dad. Los potes de SOS Racismo, que en los a?os ochenta aclamaban a Tonton, ya no esperan nada de la gauche caviar. Como tampoco espera nada el ex ministro Jean-Pierre Chev¨¦nement, que ha creado su Movimiento de los Ciudadanos como embri¨®n de una nueva izquierda.
Buenos olfateadores de los cambios de viento, los dos presidenciables socialistas, Rocard y Delors, se desmarcan del PS. "Hay que hacer otra pol¨ªtica y de otro modo", dijo Rocard a finales del pasado agosto. Y el pasado domingo, en la fundaci¨®n de su club T¨¦moin, Delors fue a¨²n m¨¢s duro: "Francia est¨¢ recelosa y desencantada, nuestra vida democr¨¢tica arrugada, el Estado, embrollado y criticado, la coherencia social hecha migas". Tras tan severo an¨¢lisis del reinado mitterrandiano, Delors propuso la siguiente soluci¨®n: "Hay que volver a hacer pol¨ªtica. La izquierda est¨¢ obligada a lanzar ideas nuevas, tiene que situar en el centro del debate la cuesti¨®n social, puesto que ella es la principal causa del malestar franc¨¦s".
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