El acn¨¦ de la reunificaci¨®n
Fallos y retrasos en el proceso de ajuste siembran la inquietud en Alemania
La nueva Alemania vive agitada, nerviosa. Para un pueblo que no soporta lo imprevisible, en el que no cabe la improvisaci¨®n, las grandes tensiones creadas por el proceso de unificaci¨®n tienen dif¨ªcil arreglo. Las sociedades de las dos Alemanias est¨¢n m¨¢s separadas que nunca. Los occidentales resienten la mentira del Gobierno, que se comprometi¨® a no tocarles el bolsillo. En el este ven con desesperaci¨®n que no se ha producido el milagro instant¨¢neo que esperaban y que, en cambio, han perdido el miserable -pero seguro- manto del Estado que les proteg¨ªa de todas las inclemencias. Encuestas y sondeos muestran c¨®mo cada d¨ªa que pasa disminuye la confianza de la poblaci¨®n en la clase pol¨ªtica.
En ambos casos podr¨ªa hablarse de una adolescencia tard¨ªa. En occidente, bajo el pulcro manto de la opulencia, una sociedad que vivi¨® la guerra fr¨ªa en la provisionalidad y que durante la d¨¦cada pasada se preparaba para la cultura del ocio mientras sus mod¨¦licos sindicatos consegu¨ªan la semana de 35 horas, la llegada de la recesi¨®n econ¨®mica, combinada con la factura de la unificaci¨®n, no acaba de ser asimilada. Al este del Elba, en la antigua Alemania comunista, la quiebra total de los valores, el desempleo y el peso de la evidencia de un futuro que se so?aba esplendoroso y que est¨¢ resultando siniestro, han agitado el fuego de los viejos fantasmas. En este descontento s¨®lo hac¨ªa falta la presencia de un chivo expiatorio en forma de cientos de miles de extranjeros peticionarios de asilo pol¨ªtico diseminados por el pa¨ªs.Visto desde fuera, el fen¨®meno m¨¢s angustioso es la resurgencia de la violencia neonazi: Hordas de fan¨¢ticos adolescentes desfilando brazo en alto frente a las llamas que devoran los albergues para extranjeros de las dilapidadas ciudades industriales de la ex RDA. Pero s¨®lo un demagogo se atrever¨ªa a calificarlos, en el sentido estricto, de neonazis, porque ni siquiera ellos mismos saben el significado de esta palabra. Nada les diferencia de los hooligans (gamberros) brit¨¢nicos o del fen¨®meno gen¨¦rico de los llamados skinheads (cabezas rapadas); bandas juveniles que buscan un sentido de la identidad y de la pertenencia a trav¨¦s de una moda.
"En el tema espec¨ªfico de los neonazis hay que hablar, de momento, de una moda juvenil adolescente", asegura Clemens ode, de la Fundaci¨®n Ebert del Partido Socialdem¨®crata (SPD), para quien la inmensa mayor¨ªa de estos j¨®venes que atacan a los extranjeros no tienen ideolog¨ªa. "Hay una gran diferencia con lo sucedido en los a?os treinta, donde primero surgi¨® la ideolog¨ªa y s¨®lo despu¨¦s la moda est¨¦tica y ¨¦tica". Pero el propio Rode reconoce que en este ambiente se mueven tambi¨¦n aut¨¦nticos nazis, individuos que profesan la ideolog¨ªa nacionalsocialista, que poco a poco dotan de consistencia a los grupos y que tambi¨¦n es cierto que se empiezan a detectar en Alemania los primeros signos claros de xenofobia contra el extranjero, no ya s¨®lo contra los refugiados, sino contra turistas, incluso contra ciudadanos comunitarios o norteamericanos.
Avance revisionista
Envalentonados por la sospechosa impunidad que hasta la fecha ha amparado sus fechor¨ªas, los grup¨²sculos m¨¢s ideologizados se atreven a salir a la superficie sin complejos. En el campo te¨®rico, por ejemplo, cada vez son m¨¢s numerosos los actos protagonizados por los llamados "revisionistas", un grupo de historiadores encabezados por el brit¨¢nico Irwing, que pretende negar el holocausto del pueblo jud¨ªo durante el III Reich.
No hay m¨¢s que fijarse en la pura realidad pol¨ªtica y mencionar los recientes ¨¦xitos de dos partidos de extrema derecha, el de los Republikaner y la Uni¨®n Popular Alemana (DVU), que cuentan con representaci¨®n parlamentaria en tres Estados federales, para no descartar alegremente el auge de esta ideolog¨ªa.
Cierto, no son partidos que profesen abiertamente el fascismo, ya que de lo contrario ser¨ªan ilegales, pero en numerosos puntos de sus programas son evidentes sus principios xen¨®fobos y racistas, as¨ª como su nacionalismo exacerbado. Es precisamente la probable entrada, en las pr¨®ximas elecciones, de estos partidos en el Parlamento lo que est¨¢ bloqueando la pol¨ªtica alemana.
En circunstancias normales, los democristianos (CDU) del canciller Helmut Kohl han conseguido siempre desactivar las opciones de extrema derecha, pero en una situaci¨®n vol¨¢til como la actual no parece tan seguro. Lo peor est¨¢ a¨²n por llegar. La recesi¨®n econ¨®mica tard¨® m¨¢s en llegar a Alemania. La unificaci¨®n supuso un impulso adicional para la industria occidental, que tuvo que suministrar sus deseados bienes de consumo a la gente del este. El golpe fuerte tendr¨¢ lugar el pr¨®ximo a?o. Las predicciones de los llamados cinco sabios, los Institutos Econ¨®micos que asesoran al Gobierno, apuntan a que el crecimiento de la econom¨ªa en 1993 ser¨¢ s¨®lo de un 0,6%. Parece ya claro que la inflaci¨®n permanecer¨¢ en torno al 4%. El desempleo aumentar¨¢ en Occidente y persistir¨¢ en Oriente. El pasado viernes, el Gobierno anunci¨® que va a tener que endeudarse a¨²n m¨¢s dado que la recesi¨®n ha empezado ya a hacer mella en los ingresos del Estado.
La esperada llamada a "sangre, sudor y l¨¢grimas" que hace tiempo reclama la situaci¨®n del pa¨ªs no se ha producido. El canciller Kohl y su partido siguen apostando por miopes estrategias a corto plazo, por chapuzas electoralistas, tap¨¢ndolo todo con la cortina de humo de los refugiados extranjeros. Ninguno de sus proyectos se concreta. Ni el famoso pacto de solidaridad para financiar la reconstrucci¨®n del este tiene un contenido, ni la reforma del art¨ªculo 16 de la Constituci¨®n, que debe arreglar milagrosamente el problema de los refugiados, tiene una nueva redacci¨®n. Muchos observadores intuyen que la pol¨ªtica del Gobierno se hace en funci¨®n de prioridades electorales.
Cambiar el rumbo
A principios de esta semana, en el congreso anual de la CDU en D¨¹sseldorf, Kohl reconoci¨® por fin que hab¨ªa que cambiar el rumbo, aunque siguiera sin ofrecer alternativas. Le queda un a?o para sacar adelante el pa¨ªs. Lo ¨²nico que ha hecho la CDU ha sido anunciar la marcha hacia la verdad. Si Kohl no presenta antes de finales de a?o un programa convincente y si en 1993 no es capaz de conseguir alg¨²n ¨¦xito con el mismo, estar¨¢ muy cerca de su final pol¨ªtico y los democristianos tendr¨¢n que abandonarle si no quieren perder en las elecciones.
Pero incluso en el mejor de los casos, todo apunta a que la ruptura del sistema por el que el poder se lo repart¨ªan socialdem¨®cratas y democristianos con los liberales haciendo de bisagra, toca a su fin. La mayor¨ªa de los observadores apuntan a que la ¨²nica salida tras las pr¨®ximas elecciones pase por un Gobierno de coalici¨®n entre los dos grandes, que se ver¨ªan asediados entonces por unos extremos beligerantes a diestra y siniestra. Una situaci¨®n de malos recuerdos.
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