La fuerza del ego¨ªsmo
El Nobel Gary Becker demuestra la l¨®gica econ¨®mica de la conducta humana
"La econom¨ªa es el arte de sacarle el mayor partido a la vida". Esta frase de George Bernard Shaw inspira la filosof¨ªa de Gary Becker, galardonado con el Premio Nobel de Econom¨ªa de este a?o por una obra dedicada a analizar la l¨®gica econ¨®mica del comportamiento humano. Desde el amor hasta el crimen, desde la discriminaci¨®n hasta la moda, este profesor de la Universidad de Chicago, de 61 a?os, ha formulado la racionalidad econ¨®mica que subyace en nuestros actos. ?O acaso alguien discute hoy la importancia del "capital humano" -t¨¦rmino acu?ado por Becker- en el milagro alem¨¢n o que Maradona cobre por poseer el monopolio de un bien ¨²nico: su habilidad como futbolista?
"Cuanto m¨¢s alto es el precio de la gasolina, mayor es la altura de los edificios en el centro de la ciudad. ?Verdadero o falso?". La pregunta es s¨®lo uno de los muchos problemas que Gary Becker planteaba a su alumnos, recuerda Juan Antonio P¨¦rez Campanero, subdirector del instituto de an¨¢lisis econ¨®mico Fedea, que asisti¨® entre 1984 y 1989 a sus clases de doctorado en la Universidad de Chicago. "Becker era un provocador, y solucionar sus problemas te llevaba muchas horas a la semana", dice, mientras muestra orgulloso una soluci¨®n que no llega a medio folio salpicado de ecuaciones.Para P¨¦rez Campanero, el n¨²cleo del mensaje de Becker est¨¢ en su an¨¢lisis de la familia: "Una unidad de consumo y producci¨®n de bienes y servicios que no s¨®lo incluye los que pueden comprarse, sino tambi¨¦n lo que se incorpora gracias al trabajo y al tiempo que se dedica al hogar".
Sus originales teor¨ªas, publicadas a finales de los a?os cincuenta, concitaron entonces las cr¨ªticas de economistas y soci¨®logos: no hablaba de precios, ni de mercado, dec¨ªan los primeros; es una muestra m¨¢s del imperialismo cient¨ªfico de los economistas, dijeron los segundos. Pero sus ideas son actualmente aplicadas al mercado laboral, al crecimiento econ¨®mico y a los m¨¢s extravagantes asuntos.
Este sentido com¨²n econ¨®mico descrito por Becker se resume en que es el ego¨ªsmo y el propio inter¨¦s la gran fuerza subterr¨¢nea que mueve a la sociedad. Cada uno de nuestros actos es medido en t¨¦rminos de satisfacci¨®n personal, cada decisi¨®n tiene un precio, cada prejuicio un coste. Una tesis antip¨¢tica, impopular seguramente, pero... ?verdadera o falsa?
?Por qu¨¦ hacemos colas?
Primero, algo f¨¢cil. "?Por qu¨¦ la gente abarrota un restaurante de moda, aunque sea caro e inc¨®modo, para despu¨¦s olvidarlo cuando ya no va nadie, o por qu¨¦ todo el mundo compra el libro La historia del tiempo, de Stephen Hawking, aunque no lo vaya a leer jam¨¢s?", se pregunta Becker.
Su explicaci¨®n es muy simple y choca con la teor¨ªa econ¨®mica al uso. Los economistas tradicionales dir¨¢n que el exceso de p¨²blico de un restaurante se soluciona con subidas de precios, para frenar la demanda, o ampliando el negocio pata cubrir la oferta; ¨¦l sugiere que ambas propuestas son err¨®neas, pues la gente elige un determinado local para cenar o un libro para regalar porque otros lo hicieron antes, por el valor de interacci¨®n social que le reporta. O como ¨¦l dice: "La demanda de cada uno aumenta con la demanda global, adem¨¢s de descender cuando aumentan los precios".
Esto significa que si el restaurante de moda decide subir los precios para evitar las aglomeraciones puede matar la gallina de los huevos de oro, pues si esa carest¨ªa anima a varios a elegir otro local, otros tantos, menos preocupados por los precios, les seguir¨¢n, y el negocio "pasar¨¢ de estar in a estar out", como dice Becker.
Apliquemos ahora su hip¨®tesis a la pareja y los hijos. En un esquema patriarcal, dice, el salario que puede aportar el marido supera tanto, al que podr¨ªa ganar la esposa que es racional y rentable una divisi¨®n matrimonial del trabajo. ?l contribuye con renta y ella con trabajo dom¨¦stico.
Pero llega la emancipaci¨®n de la mujer y la esposa se incorpora al mercado de trabajo. No obstante, sigue haciendo las labores del hogar, con lo que supera a la renta del marido, por lo que el matrimonio, para ella, deja de ser rentable.
Como primera soluci¨®n, Becker propone que ¨¦l compita en la obtenci¨®n de rentas no monetarias, es decir, "que saque la basura o lave los platos para compensar la diferencia". Otra v¨ªa es que elija, en el mercado matrimonial, una esposa con renta monetaria tan inferior a la suya que compense la tradicional divisi¨®n del trabajo.
La decisi¨®n de tener hijos tambi¨¦n obedece a criterios econ¨®micos, aunque no siempre sean aparentes, sostiene Becker, casado con una iran¨ª y padre de cuatro hijos. Seg¨²n el Nobel, a medida que aumentan los ingresos, los padres incrementan sus inversiones -m¨¢s tiempo y m¨¢s dinero en la educaci¨®n de sus hijos, por ejemplo-, pero tienen menor n¨²mero, lo que explica la ca¨ªda del ¨ªndice de natalidad en los pa¨ªses industrializados.
Por contra, en las econom¨ªas en desarrollo con gigantescas ciudades -como M¨¦xico o R¨ªo de Janeiro-, los hijos son antes que un gasto una inversi¨®n. De hecho, "conseguir rentas" como dice Becker -en la realidad, sin met¨¢foras t¨¦cnicas, la lucha por la vida de miles de ni?os en las megal¨®polis del Tercer Mundo- es m¨¢s f¨¢cil para ¨¦stos que para los adultos.
?Existe este c¨¢lculo moral de probabilidades? La cr¨ªtica m¨¢s extendida a Becker es que utiliza la teor¨ªa econ¨®mica para concluir obviedades arropadas con lenguaje t¨¦cnico y matem¨¢ticas, pero sus disc¨ªpulos argumentan que entre esas obviedades conviene distinguir entre las que son l¨®gicas y las que se suponen ciertas por tradici¨®n.
Las rentas del saber
La principal aportaci¨®n del ¨²ltimo premio Nobel de Econom¨ªa es su teor¨ªa de capital humano. La idea es que la educaci¨®n es una forma de inversi¨®n, que exige dedicar primero dinero y esfuerzo, y rinde al cabo del tiempo una mejora de salario para quien opt¨® por ella. Tras esta evidente afirmaci¨®n, Gary Becker hace un an¨¢lisis de qu¨¦ tipo de formaci¨®n es m¨¢s rentable, tanto en la escuela como en la formaci¨®n profesional que se adquiere en el puesto de trabajo.Al analizar la educaci¨®n m¨¢s conveniente en la escuela, este economista argumenta contra la moda de formaci¨®n muy concreta y cient¨ªfica. A su juicio, cuanto m¨¢s general y multidisciplinaria sea la formaci¨®n de un joven tanto mejor se adaptar¨¢ ¨¦ste a las condiciones del mercado de trabajo. ?Aunque no sepa inform¨¢tica? La respuesta del Nobel es que s¨ª, pues la educaci¨®n se recibe muchos a?os antes de que se puedan extraer los beneficios de ella, por lo que una educaci¨®n amplia facilitar¨¢ mayor capacidad de adaptaci¨®n a las cambiantes condiciones del mercado de trabajo.
Con un esquema similar, analiza por qu¨¦ las empresas est¨¢n mucho m¨¢s dispuestas a pagar cursillos de formaci¨®n s¨®lo aplicables en su compa?¨ªa que cursos generales para su plantilla. Los trabajadores, en cambio, preferir¨¢n los cursos generales y s¨®lo aceptar¨¢n los espec¨ªficos si esperan obtener algo a cambio, como promoci¨®n o menor jornada.
En los a?os sesenta, Becker abord¨® este problema para concluir que la formaci¨®n espec¨ªfica debe correr por cuenta de la empresa. A cambio, el trabajador tendr¨¢ que abonar la general, pues la empresa nunca querr¨¢ gastar su dinero en algo que puede beneficiar a otros patronos.
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