... Y al tercer debate resucit¨®
George Bush desencadena una agresiva ofensiva en los ¨²ltimos d¨ªas de campa?a
George Herbert Walker Bush, como L¨¢zaro, ha resucitado al tercer d¨ªa, o, en su caso, al tercer debate presidencial entre los aspirantes a ocupar la Casa Blanca. Porque si Bush consigue obtener un segundo mandato presidencial tras las elecciones de ma?ana martes, su triunfo se deber¨¢ exclusivamente al giro copernicano adoptado en los ¨²ltimos d¨ªas de la campa?a.
Tras semanas de aton¨ªa y aburrimiento, en las que el 41? presidente de Estados Unidos ve¨ªa c¨®mo todo lo que intentaba contra su principal contrincante, el gobernador de Arkansas, Bill Clinton, no consegu¨ªa erosionar un ¨¢pice la abrumadora mayor¨ªa del candidato dem¨®crata en todas las encuestas, Bush decidi¨® jugarse el todo por el todo, y, abandonando la actitud de "distanciamiento presidencial", se lanz¨® abiertamente a la yugular de su adversario.El 19 de octubre fue la fecha clave. El ¨²ltimo debate entre los tres principales candidatos presidenciales, celebrado en la Universidad de Michigan, en East Lansing, fue el escenario escogido por el "patricio Bush", el estadista mundial, para convertirse en el "candidato Bush", el politicastro que, como en 1988 contra Michael Dukakis, no duda en recurrir a toda clase de golpes m¨¢s o menos bajos para conseguir sus objetivos.
La pauta a seguir se la iba a marcar su fiel segundo, el vicepresidente, Dan Quayle, que hab¨ªa protagonizado unos d¨ªas antes un agrio debate televisivo con sus contrincantes a la vicepresidencia, el senador dem¨®crata Al Gore y el almirante retirado James Stockdale. Aunque el debate no cambi¨® la tendencia de las encuestas, Bush detect¨® que los ataques personales de Quayle a Clinton, aunque no consiguieron cambiar la tendencia de las encuestas, hab¨ªan ca¨ªdo bien entre las hasta entonces desmoralizadas bases republicanas.
A partir de entonces, Bush vio clara su estrategia en la carrera final: hab¨ªa que olvidarse de los programas concretos y sembrar la duda en el electorado sobre la capacidad personal de Clinton, gobernador de un pobre y peque?o Estado, Arkansas, para regir los destinos de la primera potencia del mundo.
Amparado por la potente m¨¢quina electoral del partido republicano, dirigida por su jefe de Gabinete, James Baker, Bush se lanz¨® a una fren¨¦tica actividad electoral por tren y avi¨®n, dedicada principalmente a asegurar, primero, los bastiones tradicionales republicanos en el sur y en los Estados de las Rocosas, y a intentar, despu¨¦s, equilibrar la balanza en la real America del Medio Oeste, donde todas las encuestas daban como ganador a Clinton. El presidente ni se molest¨® en visitar Estados como California y Nueva York, donde la ventaja dem¨®crata aparec¨ªa insuperable.
"Confianza", "car¨¢cter" e "impuestos" se han convertido en los ¨²ltimos metros de esta carrera electoral en los t¨¦rminos repetidos hasta la saciedad por un George Bush dispuesto a emular la haza?a de su antecesor en el cargo, Harry Truman, cuando en 1948 arrebat¨® la victoria en el ¨²ltimo momento a su contrincante, Thomas Dewey, proclamado vencedor por las encuestas y por m¨¢s de un peri¨®dico. Las simientes de la duda han comenzado a calar en el electorado, como lo demuestran las ¨²ltimas encuestas.
Si la estrategia a la desesperada de Bush para salvar un segundo mandato ha servido para algo, se ver¨¢ ma?ana. En todo caso, con su actuaci¨®n en los ¨²ltimos d¨ªas el presidente ha confirmado la definici¨®n que de ¨¦l hizo su antiguo protector Richard Nixon, cuando una vez advirti¨®: "Nunca hay que subestimar a George Bush".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.