Muere Jos¨¦ Luis Saenz de Heredia, el m¨¢ximo cineasta del franquismo militante
El director alcanz¨® la cumbre de su carrera con la pel¨ªcula 'Historias de la radio'
El director Jos¨¦ Luis S¨¢enz de Heredia, identificado como el m¨¢ximo cineasta del franquismo militante, falleci¨® en la madrugada de ayer en una cl¨ªnica madrile?a a causa de un edema pulmonar. Considerado uno de los grandes de la d¨¦cada de oro del cine espa?ol en los a?os cincuenta y uno de los m¨¢s prol¨ªficos, -realiz¨® 45 largometrajes- ten¨ªa 81 a?os de edad. S¨¢enz de Heredia dirigi¨® Raza (1942), con gui¨®n de Franco, y tambi¨¦n Franco, ese hombre (1964). S¨¢enz de Heredia, que consigi¨® su m¨¢ximo esplendor cinematogr¨¢fico con Historias de la radio (1955), nunca reneg¨® de su filiaci¨®n franquista, y en 1987 dijo: "Mi mayor satisfacci¨®n es haber trabajado con Franco".
El nombre de Jos¨¦ Luis S¨¢enz de Heredia est¨¢ identificado en la historia del cine espa?ol como el del m¨¢ximo cineasta del franquismo militante. Esta identificaci¨®n no s¨®lo fue aceptada sino reivindicada con orgullo por ¨¦l mismo. Pero su nombre aparece, no obstante, antes de la subida de Franco al poder y en el lento y progresivo reconocimiento de su talla posterior a la muerte del dictador.Antes de Franco, ejerci¨® como aprendiz de cine en sus primeros pasos profesionales durante la Rep¨²blica, donde colabor¨® fugazmente con otro cineasta algo menos joven que ¨¦l y mucho m¨¢s curtido: Luis Bu?uel. ?ste ten¨ªa detr¨¢s la ventolera revolucionaria de sus primeras pel¨ªculas en Francia, Un perro andaluz y La edad de oro, que le hicieron mundialmente c¨¦lebre y casi mundialmente maldito.As¨ª fue como un subversivo conocido como salvaje iconoclasta y un jovenc¨ªsimo, elegante y culto artista situado en las ant¨ªpodas ideol¨®gicas del anterior, tuvieron un punto de encuentro en la historia de nuestro cine. De este encuentro sali¨® por fuerza beneficiado el aprendiz S¨¢enz de Heredia y m¨¢s de un rasgo del genio bu?ueliano se le qued¨® pegado para siempre en la retina.El cine de S¨¢enz de Heredia es una de las escas¨ªsimas aportaciones del fascismo espa?ol a la historia de la imaginaci¨®n espa?ola de este siglo. Era su creador un hombre de mirada risue?a, penetrante y un poco oblicua, como si tuviera un lejano fondo desconfiado, pero de la que emanaba un destello amistoso y bondadoso. Si ideol¨®gicamente era S¨¢enz de Heredia un autoritario duro, su car¨¢cter afable le convert¨ªa en una persona nada dura, sino flexible y dialogante, tal vez a causa de la evidente curiosidad que brotaba de sus ojos ante sus interlocutores. Sab¨ªa mirar S¨¢enz de Heredia y esta sabidur¨ªa cre¨® la transparencia y la correci¨®n de su cine, y los rasgos de gran talento, de generosidad y de energ¨ªa observadora que inesperadamente asomaban en las im¨¢genes de sus pel¨ªculas.Esto se percibe sobre todo en su obra de los a?os cincuenta, que es la d¨¦cada de oro de la historia del cine espa?ol. Fue entonces cuando S¨¢enz de Heredia alcanz¨® la madurez. Quien 20 a?os antes aprendi¨® a hacer cine con celuloide bautizado por Bu?uel y quien en los a?os cuarenta se convirti¨® en campe¨®n del cine imperial-franquista, siendo capaz de sostener el castillo de naipes de aquella irrisoria impostura, en los citados a?os cincuenta pis¨® la tierra cotidiana de la Espa?a miserable y supo en ocasiones desvelarla con m¨¢s radicalidad y amor que los cineastas de la izquierda, que tomaron el relevo en la d¨¦cada siguiente, a?os sesenta, bajo la consigna de Nuevo Cine Espa?ol. Consigna hoy vaciada de sus iniciales pretensiones renovadoras y cada d¨ªa m¨¢s evidente paso en falso hacia atr¨¢s respecto del cine, sin ¨ªnfulas intelectuales pero de emocionante verdad que se ven¨ªa haciendo desde 1950 por hombres como Luis Bu?uel, Manuel Mur Oti, Jos¨¦ Antonio Nieves Conde, Antonio del Amo, Juan Antonio Bardem, Luis Garc¨ªa Berlanga y, entre otros muchos, Jos¨¦ Luis S¨¢taiz de Heredia, un cineasta azul que tiene en su haber algunas de las secuencias de nuestro cine escritas en rojo m¨¢s vivo.
Por ejemplo, en la condici¨®n simplemente amable de Historias de la radio, tal vez su mejor pel¨ªcula, encontramos pasajes escalofriantes por la dureza con que representan la miseria de la Espa?a de entonces. Recu¨¦rdese la historia del maestro rural que inmortaliz¨® la imagen del gran Alberto Romea. O la divertid¨ªsima y atroz historia del inventor Jos¨¦ Isbert y el juerguista Gustavo Re, que entablan, vestidos de esquimales, una batalla sin cuartel para lograr llegar primero a un concurso de radio. Es una peque?a pel¨ªcula tan bella y cruel que hubo una broma cin¨¦fila por entonces que dec¨ªa que aquella pelea entre dos pobres diablos en la escalinata de Radio Madrid, era la r¨¦plica espa?ola a la matanza de obreros en las escalinatas del puerto de Odesa, en El acorazado Potemk¨ªn, catedral del cine bolchevique.
La broma ya no hace re¨ªr, pero s¨ª pensar: en aquella pel¨ªcula de consumo hab¨ªa metido su director tanto conocimiento del cine y de la gente espa?ola oprimida, que es vista hoy como un documento sobre la muerte de la libertad que lleva dentro una semilla de libertad. Con Vir¨ªdiana, Bienvenido mister Marshall, C¨®micos, Cielo negro o Pl¨¢cido, esta gran pel¨ªcula puso al cine espa?ol a la cabeza de Europa.
De ah¨ª el enigma de este cineasta: su ideolog¨ªa autoritaria dorm¨ªa inerte detr¨¢s de una mirada libre y tierna. Y esta mirada es lo que hoy sigue y seguir¨¢ vivo. Lo que hubo detr¨¢s de ella se lo ha llevado S¨¢enz de Heredia a su tumba.
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