Una exposici¨®n resume la cultura urbana madrile?a de los 10 ¨²ltimos a?os
La galer¨ªa Detursa (Jorge Juan, 9) alberga durante s¨®lo 10 d¨ªas una exposici¨®n de car¨¢cter excepcional, no por el despliegue de medios, sino por su contenido, su espontaneidad y carencia de ambiciones. Los editores de la revista El Canto de la Tripulaci¨®n han reunido sus objetos personales y las fotos y cuadros de sus amigos para exponerlos. El resultado es una muestra fresca y reveladora con trabajos de un grupo de artistas de la cultura urbana madrile?a realizados en los ¨²ltimos 10 a?os.
El Canto de la Tripulaci¨®n es una revista que viene saliendo irregularmente desde 1989, que va por su sexto n¨²mero, que dedica cada una de sus entregas a un tema, digamos, de culto para los cuatro amigos que la hacen y que tiene una distribuci¨®n limitada, casi clandestina. Tiene por eso la virtud de lo aut¨¦ntico, la de los ¨ªntimos deseos realizados a contracorriente a fuerza de obsesi¨®n. Porque s¨ª. Los temas de sus anteriores n¨²meros fueron sucesivamente las motos, las mujeres, los ca¨ªdos -los amigos muertos-, el piercing (anillado corporal) y el tatuaje.. Queda claro por d¨®nde van los tiros.La exposici¨®n que han montado para el lanzamiento de su sexto n¨²mero, en el que se publica el texto de la oscura novela de piratas que da t¨ªtulo a la publicaci¨®n -escrita por el semidesconocido autor franc¨¦s Pierre McOrlan-, se ha colado en una galer¨ªa no habituada a este tipo de manifestaciones durante 10 d¨ªas, hasta el pr¨®ximo jueves, por un hueco en su, programaci¨®n. Y, sin embargo, la aparente improvisaci¨®n ha sacado a la luz y ha desplegado una colecci¨®n de fotograf¨ªas, dibujos, ilustraciones, pinturas y parafernalia que en conjunto, no tiene nada que envidiar a ninguna exposici¨®n con comisario internacional y abultado cat¨¢logo con tesis est¨¦tico-filos¨®fica al uso.
Entre las expuestas se encuentran obras de Ceesepe, El Hortelano, Javier de Juan, Mireia Sent¨ªs, Luis Pita, Javier Campano y Ana de Juan, entre otros. Un regusto er¨®tico las hilvana como una alegre perversi¨®n. Los cuatro amigos,liderados por el fot¨®grafo Alberto Garc¨ªa Alix, re¨²nen el muestrario fetichista de una ¨¦poca, la que se rentabiliz¨® gubernamental, period¨ªstica e internacionalmente como la movida.
Sin etiquetas
Ellos se distancian de la etiqueta y sacan de sus casas todo su mundo, simplemente porque les apetece. Las tesis sociol¨®gicas podr¨¢n venir despu¨¦s. "Ten¨ªamos este sue?o, el de hacer algo as¨ª y de reunir todo lo que somos a trav¨¦s de nuestros objetos", dice Garc¨ªa Alix. "Hemos tra¨ªdo las cosas de casa, lo que hemos ido acumulando sin pensar todos estos a?os. No queremos ning¨²n tipo de etiqueta, pero evidentemente son gente que ha tenido que ver con esa ¨¦poca de la movida. Pero esto es distinto".El Museo de Ciencias Naturales ha prestado a esta exposici¨®n unas viejas vitrinas y un esqueleto de ciervo disecado. Restos de motos y esculturas ensambladas est¨¢n por el pasillo. Todo tipo de recuerdos personales y despojos de la agitada traves¨ªa vital por las madrugadas urbanas de estos ¨²ltimos a?os se exponen en las vitrinas: chupas muertas, insignias, fotos rotas, entradas de conciertos, carn¨¦s de clubes desaparecidos como el Rockola, objetos que no son restos dispersos, son se?as de identidad intactas y relucientel.
Se ha escrito mucho sobre la movida, pero lo que estos artistas diversos re¨²nen y presentan es el aspecto de lo que a¨²n se mueve, pero sin ostentaci¨®n. Son recuerdos del pasado presentado sin nostalgia. El arte nuestro de todos, los d¨ªas.
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