Sabonis, brill¨®, en el partido de las estrellas

Sabonis no sabe jugar en broma. Y eso, cuando se ve involucrado en un partido de pachanga, se nota m¨¢s que nunca. El lituano demostr¨® una vez m¨¢s que es el jugador que marca diferencias, y que ning¨²n pivote europeo est¨¢ en condiciones de hacerle sombra. En los primeros cinco minutos captur¨¦ seis rebotes, puso dos tapones y meti¨® siete puntos. Fue nombrado, por segundo a?o consecutivo, mejor jugador del partido de las estrellas, y se llev¨® un coche varias tallas por debajo de la suya.?l y Turner fueron en la chispa de un partido aletargado. El peque?o base del Coren Orense supo imprimir a su equipo la velocidad necesaria para que el p¨²blico y sus compa?eros no se durmiesen. Se aprovech¨® de la relajaci¨®n general y dinamit¨® el encuentro. Fue el m¨¢ximo anotador, dio una te¨®rica sobre la entrada a canasta y contagi¨® su sonrisa al resto de jugadores. Mereci¨® el coche casi tanto como Sabonis.

Los extranjeros de la liga italiana ya habian dejado claro en la jornada anterior que estaban en Madrid de vacaciones. En la primera parte ni defendieron, ni corrieron, ni hicieron caso a su entrenador... Se limitaron a encajar 73 puntos y dar una bochornosa impresi¨®n de anarqu¨ªa. S¨®lo Oscar Smith cumpli¨®. Fue la confirmaci¨®n definitiva de la crisis de un baloncesto millonario en d¨®lares y r¨¢cano en ideas. Su falta de car¨¢cter desesper¨® a Albert¨® Bucci, t¨¦cnico de Scavolini, que tuvo que levantar la voz a sus jugadores en el descanso.

Un bronca digna de un torneo serio. Los italianos adoptivos se desperezaron y prometieron jugar, aunque no lo suficiente para ganar a los espa?oles adoptivos.