M¨²nich, la realidad
La bicicleta es el principal problema de los responsables de circulaci¨®n del Ayuntamiento de M¨²nich, una concejal¨ªa que dirigen Los Verdes, el tercer partido de la ciudad, que gobierna en coalici¨®n con la SPD (socialdemocracia). La oposici¨®n conservadora (CSU) ha criticado la ¨²ltima ampliaci¨®n del ¨¢rea reservada a peatones porque considera que los ciclistas transitan por ella a excesiva velocidad y con peligro para los viandantes. Los partidos discuten, pues, c¨®mo lograr que convivan peatones y bicicletas. Pero nadie se plantea que las medidas perjudican al coche privado. ?se es un debate agotado hace 20 a?os, cuando se marc¨® la primera zona pedestre y se termin¨® la red de metro y tren.Los Juegos Ol¨ªmpicos de 1972 dieron la oportunidad y el dinero de poner en marcha un plan de 1963 concebido por un urbanista municipal llamado Jensen. En su proyecto se preve¨ªa reservar para peatones los ejes principales del coraz¨®n de la ciudad. El centro, adem¨¢s, quedaba rodeado por un anillo formado por amplias avenidas que tratar¨ªan de atraer a los coches que utilizaban el casco antiguo como. atajo. "No se trataba de aplicar un concepto de cierre de tr¨¢fico. Era una reordenaci¨®n total del centro", recuerda Joham Wilhelm, t¨¦cnico responsable de urbanismo del Ayuntamiento muniqu¨¦s.
Las obras duraron cinco a?os. Hubo que derribar manzanas enteras de casas para construir el primer cintur¨®n y la ciudad se levant¨® para hacer las l¨ªneas de metro y tren, que desde entonces no han dejado de crecer. "Antes de las obras, 72.000 peatones paseaban cada d¨ªa por el centro. Ahora son 180.000, comenta Wilhelm.
Aquello fue el principio. Desde 1972, las calles exclusivas para peatones se fueron extendiendo como una mancha de aceite sobre el plano de la ciudad. Un grupo de trabajo municipal hac¨ªa las propuestas y el seguimiento posterior.
El centro cambi¨® por completo. Nada impide, a los coches circular por la zona hist¨®rica y, sin embargo, s¨®lo un 14% de los 700.000 autos de la ciudad lo hacen. Muchos son veh¨ªculos comerciales. El resto no tiene razones para acceder al centro en coche, porque ni se puede atravesar ni hay aparcamientos suficientes.
La implantaci¨®n de las medidas de limitaci¨®n de tr¨¢fico no fueron f¨¢ciles. Los tenderos, sobre todo, protestaron. "Los comerciantes siempre est¨¢n en contra al principio. Pas¨® en los setenta y pasa ahora", comenta Wolfgang Czisch, portavoz de urbanismo de la SPD. "Pero luego ven que las medidas convierten sus calles en zonas comerciales". Sin embargo, del eje pedestre de M¨²nich han desaparecido las peque?as tiendas, arrasadas por los grandes almacenes.
La pen¨²ltima ampliaci¨®n (1989), que origin¨® la expulsi¨®n de otros 40.000 coches del centro, afect¨® al entorno del teatro de la ?pera. El zapatero Peter E. Meier, que vende all¨ª calzado artesanal a 150.000 pesetas el par, asegura que sus ingresos han bajado un 20%. Sus clientes ya no vienen. "Cuando una calle se hace para peatones, los McDonald's desbancan a las peque?as tiendas", opina.
El zapatero Meier, uno de los m¨¢s combativos, protesta porque tiene que hacer venir a una empleada a las siete de la ma?ana para efectuar la carga y descarga antes de la hora l¨ªmite. "Los cortes concentran el tr¨¢fico en unas pocas v¨ªas que cada vez est¨¢n m¨¢s contaminadas".
Expulsados del centro
Las medidas de tr¨¢fico muniquesas expulsaron a la mitad de los moradores del centro. La presi¨®n de los comercios y oficinas para instalarse incidi¨® en una inmediata subida de los precios y los alquileres. Hoy residen en el casco hist¨®rico 8.000 personas, frente a las 90.000 que acuden diariamente a trabajar.
Estos problemas se estudiaron en 1985, cuando se empez¨® un proceso de reflexi¨®n sobre lo que estaba pasando en el centro. Dos a?os despu¨¦s, el Ayuntamiento lanz¨® sus medidas: "Se limit¨® por ley la conversi¨®n de viviendas en oficinas y de peque?os comercios en grandes almacenes", comenta Wilhelm.
"Tambi¨¦n se intent¨® fomentar la instalaci¨®n de teatros, cines y restaurantes para evitar que estas zonas quedaran vac¨ªas y aumentara la criminalidad", explica Wilhelm. "Pero no se ha conseguido". Para Richard Scherer, comisario de polic¨ªa, "el centro no es peligroso". "No est¨¢ tan vac¨ªo por la noche como dicen, y hay patrullas permanentes".
Las medidas de tr¨¢fico de M¨²nich se han expandido a las ¨¢reas residenciales del entorno. La circulaci¨®n por sus calles se ha limitado a 30 kil¨®metros por hora y se han instalado obst¨¢culos para dificultar la marcha. Y pronto le tocar¨¢ el turno al primer cintur¨®n. Joaquim Lorenz, portavoz de tr¨¢fico de Los Verdes, est¨¢ dispuesto a acabar con ¨¦l. "Hay que eliminar al menos un 30% del tr¨¢fico del primer cintur¨®n. Para ellos vamos a reducir su calzada", explica. El plan, que ya ha comenzado, consiste en enterrar el asfalto bajo jardines, zonas de peatones y carriles-bici. La guerra contin¨²a.
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