Un a?o negro para la corona brit¨¢nica

Este a?o, el peor de la monarqu¨ªa brit¨¢nica desde la abdicaci¨®n de Eduardo VIII en 1936, no pod¨ªa tener un remate m¨¢s devastador que el incendio del castillo de Windsor. Las ri?as matrimoniales, las dudas sobre la sucesi¨®n de Isabel Il y la impopularidad de la instituci¨®n quedaron simbolizadas en la espesa humareda que brot¨®, durante horas, del augusto edificio construido hace m¨¢s de 900 a?os por Guillermo el Conquistador, primer rey normando de Inglaterra.Windsor es uno de los m¨¢s antiguos s¨ªmbolos de la identidad nacional inglesa y, por extensi¨®n, brit¨¢nica. La actual dinast¨ªa sustituy¨® a principios de siglo sus apellidos alemanes, de la Casa de Hannover, por el de Windsor, para vincularse formalmente al castillo y reafirmar su identificaci¨®n con lo m¨¢s profundo del esp¨ªritu ingl¨¦s.

Si tras el cotidiano culebr¨®n de las aflicciones de los Windsor hubiera un guionista, inevitablemente habr¨ªa recurrido a un siniestro como el de ayer para conseguir un cl¨ªmax narrativo.

El a?o empez¨® en tonos rosados. La reina Isabel II cumpl¨ªa 40 a?os de reinado en la cima de la popularidad, y su nieto Guillermo aseguraba la continuaci¨®n din¨¢stica. Todo iba bien, hasta que todo empez¨® a marchar mal.

Los duques de York, Andr¨¦s y Sarah, anunciaron su separaci¨®n matrimonial. Luego fueron los mism¨ªsimos pr¨ªncipes de Gales, Carlos y Diana, quienes, sin estar a¨²n separados, se erigieron en modelo de la perfecta pareja infeliz.

Aprovechando la confusi¨®n, la princesa Ana obtuvo el divorcio del capit¨¢n Mark Philips y la duquesa de York se las arregl¨® para figurar, en una semidesnudez muy criticada en t¨¦rminos est¨¦ticos, en las revistas del coraz¨®n de todo el mundo.

El cuadrag¨¦simo aniversario de reinado no pod¨ªa culminar de otra forma, es decir, la casa de los Windsor envuelta en fuego y humo.