Afirmar la dignidad humana
Los alemanes, desde la pesadilla nazi, han asumido un compromiso especial con el respeto, a los derechos humanos. Lo que les obliga, subraya el autor, a rechazar sin contemplaciones los brotes de odio xen¨®fobo que empiezan a aparecer en su pa¨ªs y evitar as¨ª que vuelva a surgir el espectro del pasado.
Hace dos a?os, las im¨¢genes de la unificaci¨®n alemana dieron la vuelta al mundo. Con ella culmin¨® el proceso que se hab¨ªa iniciado con la revoluci¨®n pac¨ªfica del oto?o de 1989 y que el mundo hab¨ªa seguido con simpat¨ªa y generales muestras de apoyo. Hoy en d¨ªa se asocian a Alemania tambi¨¦n im¨¢genes de execrables actos de violencia cometidos contra extranjeros solicitantes de asilo y de atentados contra monumentos a las v¨ªctimas de la dictadura nazi.El cr¨¦dito que Alemania se ha granjeado en el mundo a lo largo de los pasados decenios como democracia liberal dedicada al, respeto de los derechos humanos no debe correr peligro de verse menoscabado a causa de consignas nacionalistas y ultraderechistas y de la violencia de la extrema derecha. No se debe permitir que vuelvan a surgir los fantasmas de un pasado superado hace ya largo tiempo.
Desde la experiencia del r¨¦gimen nazi, los alemanes asumimos un especial compromiso en pro de la defensa de los derechos humanos. Siendo as¨ª que una infinidad de alemanes encontraron refugio en otros pa¨ªses durante la ¨¦poca nazi, lo que les salv¨® la vida, contrajimos a partir de esta responsabilidad hist¨®rica el compromiso de conceder asilo a las personas perseguidas por motivos pol¨ªticos.
Derecho fundamental
Este compromiso de defensa y protecci¨®n de la dignidad del hombre aparece consagrado en el art¨ªculo primero de nuestra Constituci¨®n, en el cual queda expuesta una de las lecciones extra¨ªdas por Alemania de la experiencia vivida en la dictadura nazi: "La dignidad del hombre es intangible".
Quiero subrayar hoy la vigencia de este derecho fundamental. Todos los seres humanos nacen, iguales en dignidad, que les es consustancial, sin distinci¨®n alguna en funci¨®n de la edad, el sexo, el color, la religi¨®n u el origen nacional.
Cuando hoy en d¨ªa una minor¨ªa, constituida en su mayor parte por j¨®venes, conculca la dignidad humana por regodearse en la violencia, ataca a la par el consenso ¨¦tico fundamental en que se cimenta nuestra sociedad.
Por ello el Estado debe poner coto con firmeza a esta odiosa fantasmagor¨ªa. Nuestro ordenamiento legal se aplicar¨¢ con implacable rigor para combatir tales desmanes. Por supuesto que es, sobre todo, de la sociedad misma de d¨®nde deben partir respuestas decididas contra estos ataques. Su fuerza o debilidad estriba en la reacci¨®n, de sus miembros.
Tambi¨¦n en Alemania la abrumadora mayor¨ªa de la poblaci¨®n est¨¢ alarmada; condena la violencia contra los extranjeros y los centros de acogida de peticionarios de asilo, las profanaciones de cementerios jud¨ªos y los atentados contra monumentos a las v¨ªctimas de la dictadura nazi.
Es cierto que en algunos sitios se lleg¨® a aplaudir abiertamente y consentir con complacencia tales actos incalificables. Empero, los vecinos de muchas ciudades y municipios organizaron, de forma espont¨¢nea, manifestaciones para expresar su repulsa por las demas¨ªas cometidas y exteriorizaron su solidaridad con sus conciudadanos extranjeros mediante visitas testimoniales.
Extranjeros integrados
En la actualidad viven en Alemania m¨¢s de seis millones de extranjeros. Muchos de ellos llevan en el pa¨ªs varios decenios. Representan cerca del 8% de nuestra poblaci¨®n. Los conciudadanos extranjeros est¨¢n integrados en la sociedad alemana, a la cual realizan una inestimable aportaci¨®n. En vista de los actos violentos de algunos extremistas, no resulta ocioso recordar esa dilatada experiencia positiva de convivencia pac¨ªfica entre alemanes y extranjeros.
El pasado 8 de noviembre se manifestaron codo a codo en Berl¨ªn alrededor de 300.000 personas, entre alemanes y extranjeros, contra la xenofobia y bajo el lema "La dignidad del hombre es intangible". Esta manifestaci¨®n, encabezada por el presidente y el canciller federales, y a la que acudi¨® gente de todo el pa¨ªs, fue la mayor de su g¨¦nero en la historia de la Rep¨²blica Federal de Alemania. 300.000 personas dieron, en representaci¨®n de millones de alemanes, un muy esperado y aplastante testimonio de solidaridad y de adhesi¨®n a ese valor fundamental de nuestra sociedad.
El mitin con el que concluy¨® la marcha lo intent¨® reventar un vociferante grup¨²sculo bien organizado. ?Se malogr¨® por ello el objetivo del acto? No: los desmanes de 300 elementos no menguan el un¨¢nime testimonio de 300.000 personas en el sentido de que la violencia -independientemente del n¨²mero de peticionarios de asilo que afluya a Aleman¨ªa- nunca puede ser un medio para solucionar los conflictos que afloren en la convivencia social. Seis d¨ªas despu¨¦s, el 14 noviembre, m¨¢s de 100.000 personas reafirmaron este mensaje en una manifestaci¨®n pac¨ªfica celebrada en Bonn.
Con todo, la cuesti¨®n de c¨®mo ha de reaccionar Alemania ante la actual avalancha de inmigrantes exige una respuesta. Este a?o acogeremos y albergaremos en total a unos 450.000 peticionarios de asilo, cifra que cuadruplica la media de los pasados diez a?os y equivale al total de los dem¨¢s pa¨ªses europeos juntos.
Un tema europeo
Al estar, por fin, expeditas las fronteras, pero existiendo como existe una apreciable brecha de bienestar entre el Este y el Oeste, y habi¨¦ndose desatado una guerra en Europa suroriental, esas personas forman parte de un ingente movimiento migratorio. Para ellas nuestro pa¨ªs, situado en el centro del continente europeo, es un punto de confluencia ya por razones puramente geogr¨¢ficas.
Naturalmente, Alemania no es el ¨²nico pa¨ªs afectado por la inmigraci¨®n. Las migraciones afectan a Europa en su conjunto y, por tanto, deben regularse a escala europea. Tambi¨¦n este tema atestigua que los Estados nacionales como tales se ven desbordados, y demuestra al mismo tiempo la gran significaci¨®n que reviste la creaci¨®n de una Uni¨®n Pol¨ªtica Europea.
Es doloroso que el derecho de asilo liberal implantado en nuestro pa¨ªs como reacci¨®n a la experiencia de la ¨¦poca nazi parezca convertirse ahora en un problema, por cuanto todos, es decir, las personas perseguidas por motivos pol¨ªticos al igual que los refugiados que huyen de guerras civiles, se agolpan delante de esa ¨²nica puerta de entrada a Alemania, abierta originariamente a los perseguidos pol¨ªticos. Hallaremos una v¨ªa que nos permita salvaguardar el derecho de los perseguidos pol¨ªticos a recibir asilo, pero modulando la hasta ahora incontenible afluencia, de modo que sea m¨¢s llevadera para nuestra poblaci¨®n.
El p¨²blico testimonio de solidaridad surgido de las dos grandes manifestaciones mencionadas constituy¨® un importante hito: a pesar de los alborotadores de Berl¨ªn, el mensaje fundamental es que nuestra democracia no se deje atropellar y que Alemania no rompa la continuidad de la pol¨ªtica que durante m¨¢s de cuarenta a?os ha venido manteniendo al servicio de la convivencia pac¨ªfica entre los hombres y los pueblos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.