Orar y amar
"En el momento de introducir el miembro viril, el var¨®n debe exclamar: 'En el nombre de Dios". Esta frase, la misma con la que empieza el Cor¨¢n, debe ser repetida en diferentes momentos del acto sexual y especialmente al llegar al orgasmo. Justo antes y no despu¨¦s. Y en lo que insiste el morisco de manera especial es en que el hombre se ocupe de alcanzar el orgasmo a la vez, "porque de esto nace el quererse mucho".El texto describe menos posturas amatorias de las que se pueden encontrar en el Kamasutra de Vatsyayana. El morisco parece optar por la calidad, y de entre todas las posibilidades escoge una: lo mejor es que la mujer se coloque bajo el hombre con las piernas sobre el vac¨ªo. Desaconseja totalmente la posici¨®n lateral, "porque el h¨ªgado de uno de los dos sufrir¨¢ con esa postura", y proh¨ªbe la sodom¨ªa, la fornicaci¨®n con mujer p¨²blica o ilegal, el coito en un lugar que no sea el ¨®rgano sexual y la masturbaci¨®n. Admite el sexo oral, algo que los tratados orientales suelen desestimar, y se olvida totalmente de la posibilidad del amor homosexual.
En todas estas descripciones, el morisco mezcla leyendas tradicionales de los m¨¢s conocidos erot¨®logos orientales con sonetos de Lope de Vega o Garcilaso.
La investigadora Luce L¨®pez-Baralt asegura que las recomendaciones vertidas en el texto, contadas con sonetos y leyendas, son algo deslumbrante, que dan idea de la complejidad cultural de la Espa?a del siglo de oro.
De la identidad del morisco se sabe poco, aunque, por tratarse de un escritor testimonial, da a conocer las dificultades pasadas como criptomusulm¨¢n y como cristiano fingido, su llegada a T¨²nez y, sobre todo, su inter¨¦s porque los j¨®venes recibieran su sabidur¨ªa amatoria.
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