"El sexo conduce a la contemplaci¨®n de Dios"
Luce L¨®pez-Baralt encontr¨® casi por casualidad lo que ahora se considera como el texto m¨¢s novedoso de la literatura producida en el Siglo de Oro. Estudiaba las posibles fuentes ¨¢rabes en la obra de San Juan de la Cruz y se interes¨® concretamente por la literatura clandestina escrita por los ¨²ltimos musulmanes de Espa?a, redactada tanto en caracteres ¨¢rabes como en castellano. "Busqu¨¦ en las bibliotecas espa?olas durante a?os, y entre los muchos manuscritos que vi encontr¨¦ el legajo llamado Gayangos 2 (originado por el apellido del arabista que lo descubri¨®), en la Real Academia de la Historia de Madrid. Ante m¨ª ten¨ªa un c¨®dice important¨ªsimo en el que se inclu¨ªan testimonios de c¨®mo era un criptomusulm¨¢n en la Espa?a renacentista, el dolor que sent¨ªa por tener que practicar el cristianismo, la p¨¦rdida de su identidad, su salida de Espa?a, su acogida en T¨²nez, las peripecias de su adaptaci¨®n, etc¨¦tera".L¨®pez-Baralt a?ade que el c¨®dice estaba escrito de forma an¨®nima y ac¨¦fala. "En uno de sus apartados se describen, muy al modo italiano, los amores galantes y se describe tambi¨¦n lo que el autor considera vida disoluta. Tras la descripci¨®n de esta forma de vida, que el morisco an¨®nimo no recomienda, se a?aden las p¨¢ginas concebidas como un ant¨ªdoto contra la lujuria y que ha resultado ser lo que yo decid¨ª titular Un Kama-Sutra espa?ol. Frente a una vida sexual disoluta y sin direcci¨®n, el autor opone una vida encajada en la vida espiritual musulmana".
Este texto erotol¨®gico est¨¢ integrado dentro de las coordenadas literarias de los libros de amor orientales m¨¢s conocidos y resulta tan expl¨ªcito para el lector como el Kama-Sutra de Vatsyayana o El jard¨ªn perfumado de Nefzawi. "Sin saberlo", a?ade Luce L¨®pez-Baralt, "ten¨ªamos un libro erotol¨®gico escrito en castellano, en el que se describen las posiciones m¨¢s adecuadas para amar, la manera de llegar conjuntamente al orgasmo, la forma de detectar en la mirada del otro si es el momento adecuado para empezar una aproximaci¨®n, etc¨¦tera".
Pero lo m¨¢s sorprendente de este tratado es la visi¨®n sacralizada que ofrece del sexo. "Para el morisco, el sexo conduce a Dios. No hay en ¨¦l culpabilidad cristiana: es una actividad santificada, que eleva al hombre a la contemplaci¨®n. divina. El sexo es para el morisco algo vinculado a la m¨¢s alta vida del alma, y por eso describe expl¨ªcitamente los distintos aspectos del contacto sexual entreverados con oraciones y azoras cor¨¢nicas".
Babelia
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