"El Papa, si siguiera a Pedro en todo, deber¨ªa tambi¨¦n estar casado"
Wolfhart Pannenberg sostiene que la mujer s¨®lo est¨¢ marginada en la Iglesia cat¨®lica y en la ortodoxa, aunque reconoce que "es un problema para todas las Iglesias cristianas", incluidas las protestantes. "La credibilidad del cristianismo en general sufre por ello", dice. Afirma, adem¨¢s, que en las primeras comunidades cristianas la mujer no estaba marginada. Es a partir del siglo II cuando se nota expresamente la prohibici¨®n del acceso de la mujer al ministerio sacerdotal. Luego lleg¨® el celibato.Pregunta. Los sacerdotes de la Iglesia cat¨®lica en Oriente pueden estar casados. En Brasil existen cientos de di¨¢conos casados. Karl Rahner, pensador cat¨®lico alem¨¢n, dice que teol¨®gicamente no hay razones para prohibirlo.
Respuesta. El primer problema es el celibato. Mientras el celibato sea condici¨®n para acceder al sacerdocio, no habr¨¢ mujeres que ejerzan este ministerio. Luego, est¨¢ por saber si la falta de sacerdotes obligar¨¢ a la Iglesia cat¨®lica a dejar el celibato. Para el celibato no hay motivos teol¨®gicos de fondo. Pedro mismo estaba casado, y, por tanto, el Papa, si siguiera a Pedro en todas las cuestiones, deber¨ªa estar casado tambi¨¦n.
P. ?Entonces?
R. Si no hay motivo teol¨®gico para mantener el celibato, lo que s¨ª hay es un miedo justificado a que un cambio de tal calibre pueda influir negativamente en la confianza de los fieles en la sede apost¨®lica. Este miedo no debe quitar la energ¨ªa y el valor para los cambios necesarios.
P. ?Y la ordenaci¨®n de la mujer?
R. Cuando discut¨ªamos este tema en los a?os sesenta, en la Iglesia evang¨¦lica alemana, pregunt¨¦ a Rahner si hab¨ªa motivos dogm¨¢ticos que hablasen en contra de la ordenaci¨®n de la mujer y respondi¨® que no. En las escrituras hay diversas voces, pero existe el hecho de que hab¨ªa mujeres en las comunidades primitivas que ten¨ªan una funci¨®n dirigente y no se puede excluir que tambi¨¦n tuviesen una funci¨®n de predicaci¨®n del Evangelio. Habr¨ªa que desear que la Iglesia cat¨®lica no se hiciera demasiado fuerte en posiciones contrarias a la ordenaci¨®n de la mujer porque luego ser¨ªa mucho m¨¢s dif¨ªcil poder cambiar esta postura. En los a?os sesenta, cuando se trat¨® esta cuesti¨®n en Roma, nadie dijo expresamente que fuera un obst¨¢culo insuperable para el movimiento ecum¨¦nico. Creo que, ahora, el motivo para oponerse est¨¢ en la voz decididamente contraria de la gran Iglesia ortodoxa. Roma tiene su vista puesta en la Iglesia ortodoxa como primer interlocutor para el di¨¢logo ecum¨¦nico, lo que ha conducido al Vaticano a esta situaci¨®n.
P. ?Qu¨¦ visi¨®n tiene sobre la nueva evangelizaci¨®n puesta en marcha para Europa por Juan Pablo II?
R. La nueva evangelizaci¨®n es urgent¨ªsima para Europa; debe hacerse. Pero debe hacerse conjuntamente por todas las Iglesias cristianas. Si Roma la hace en solitario agudizar¨¢ el enfrentamiento confesional. Roma no ha dado ning¨²n paso concreto en direcci¨®n al movimiento ecum¨¦nico desde el Concilio Vaticano II.
P. El Pontificio Consejo para los No Creyentes ha se?alado recientemente que remite el crecimiento en el porcentaje de ateos, pero que crece el porcentaje de los indiferentes religiosos. ?Qu¨¦ opina?
R. Es a¨²n peor que suceda eso. En parte, hay una vuelta a la religi¨®n, a lo religioso; pero eso no significa una vuelta al cristianismo, sino a otras religiones.
P. ?C¨®mo evitarlo?
R. Tener miedo ser¨ªa contraproducente para evitar este problema. Y as¨ª se puede explicar un cierto inter¨¦s en reforzar el ejecutivo, concretamente la figura del Papa, y en no dar suficiente autonom¨ªa a las Iglesias locales. Esto tiene un efecto negativo para toda la cristiandad, para todas las Iglesias, precisamente por el papel tan importante de la Iglesia cat¨®lica.
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