"Que miren a ver si hay gato encerrado"
Los dominicanos de Aravaca piden que se investigue si hay una trama tras los detenidos
Pegados al transistor. As¨ª es como pasaron la tarde de ayer los dominicanos de Aravaca despu¨¦s de conocer la detenci¨®n de los presuntos asesinos de Lucrecia P¨¦rez. La noticia les alegr¨®, pero no respirar¨¢n tranquilos hasta estar seguros de que detr¨¢s del crimen no hay una organizaci¨®n racista. "Que miren a ver si hay gato encerrado", repiten. No sospechaban de miembros de la Guardia Civil: "Con ellos tenemos buenas relaciones".
En la abandonada discoteca Four Roses, los dominicanos que compartieron este miserable habit¨¢culo con Lucrecia P¨¦rez, asesinada el pasado d¨ªa 13, no dejan reposo a los transistores. Escuchan con fruici¨®n cada informativo. "?Los han cogido, concho!", exclama entusiasmada una joven mientras prepara un plato de potaje. Cuando el locutor explica los someros datos de la detenci¨®n, el grupo de inmigrantes rompe a aplaudir para celebrar el arresto.Una pareja de la Guardia Civil vigila la entrada del recinto y, en ocasiones, aparece por el desvencijado patio donde se re¨²nen los inmigrantes. "Les hemos dicho, ?sab¨¦is que es uno de los vuestros el que ha matado a Lucrecia?, y no se lo han cre¨ªdo", comenta uno de los dominicanos que escucha la radio con mayor atenci¨®n. "Hasta se han re¨ªdo como vacilando, pero la verdad es que con ellos tenemos un trato familiar", a?ade.Dormir con un ojo abiertoDesde la noche en que los cuatro pistoleros irrumpieron en el recinto, los 70 inmigrantes de la discoteca han dormido con un ojo abierto. "Nos reunimos todas las noches con palos y tubos para defendernos; ahora claro, si aparecen con pistolas no tenemos nada que hacer", explican.
Unos aseguran tener miedo. Otros hacen ostentaci¨®n de valent¨ªa: "Si vienen a agredirnos, nos defenderemos". Pero lo cierto es que, desde la noche de los disparos, los sin casa dominicanos han procurado mantenerse juntos en la discoteca. A eso ha contribuido tambi¨¦n que algunos grupos han tenido que abandonar otro de los edificios okupados en el barrio: una tintorer¨ªa derruida hace d¨ªas.
Los que fueron compa?eros de penurias de Lucrecia no saben si las autoridades les facilitar¨¢n un albergue para abandonar el insalubre recinto. "Hay ratas que viven mejor que nosotros", explica uno de ellos, mientras muestra una credencial de solicitante de asilo y refugio. "Vinieron unas se?oritas y nos preguntaron nuestros nombres, pero no sabemos si de ah¨ª saldr¨¢ algo bueno", aseguran.
Pocos d¨ªas despu¨¦s del asesinato alguien derrib¨® una plancha met¨¢lica de la entrada del destartalado edificio y volvi¨® a sembrar el p¨¢nico en el lugar.De las personas que compart¨ªan habitaci¨®n con la mujer asesinada, s¨®lo un hombre, conocido con el apodo de El Mueca", sigue durmiendo all¨ª. Ha prestado declaraci¨®n varias veces y ahora su deseo es que se haga justicia para poder olvidar todo el terror de aquella noche.
En la plaza de la Corona Boreal, lugar tradicional de reuni¨®n de la colonia dominicana en Aravaca, donde se han fraguado las principales protestas por el acoso policial sufrido por este colectivo, varios inmigrantes comentan la buena nueva. "Que no se queden en las ramas y busquen el tronco de esta acci¨®n criminal", exclama uno de ellos. Todos afirman que "los problemas siempre han sido con los polic¨ªas municipales, porque piden la documentaci¨®n y hostigan a la gente de malos modos".
"Llegaba el coche del 092 y, ?hala!, todos a correr, porque a veces requieren la documentaci¨®n hasta cuatro veces a la misma persona; sin embargo a los de la Guardia Civil les mir¨¢bamos con m¨¢s confianza", explica un joven. "Que busquen la parte intelectual del crimen, a ver si hay alguien m¨¢s gordo detr¨¢s de los pistoleros", a?aden con escepticismo. "?Pero qu¨¦ mal hemos hecho nosotros a nadie para que pasen cosas de estas?", se preguntan.
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