Crimen racista
LA PISTA de la munici¨®n, y no los indicios que apuntaban a las mafias de la emigraci¨®n, ha resultado ser la buena en las pesquisas conducentes al esclarecimiento del asesinato de la emigrante dominicana Lucrecia P¨¦rez. La detenci¨®n, ayer, de un guardia civil de 25 a?os adscrito a la 111 Comandancia (Madrid), como presunto autor material del asesinato, y de tres j¨®venes menores de edad caracterizados por su actitud violenta, otorga verosimilitud a la motivaci¨®n racista y xen¨®foba atribuida desde un principio al crimen.De creer las primeras declaraciones oficiales sobre el caso, la razia de factura paramilitar -vestimenta y ademanes, seg¨²n los testigos- llevada a cabo por los detenidos ser¨ªa producto de actitudes individuales y no de grupo alguno organizado. Es posible que sea as¨ª, pero el acceso que al menos uno de ello ha tenido a las armas en raz¨®n de su profesi¨®n, la disponibilidad de su uso y la v¨ªa que tales circunstancias abren a la formaci¨®n de grupos armados, aunque s¨®lo sea de manera ocasional, ponen en evidencia su enorme peligrosidad. Un buen n¨²mero de los actos violentos de la ultraderecha registrados en los primeros a?os de la transici¨®n fueron cometidos con armas y munici¨®n afanadas en el entorno familiar o en medios conectados con el aparato policial. Ser¨ªa preocupante que este escenario pudiera reproducirse al amparo del actual ascenso de la mentalidad racista y xen¨®foba. Las fuerzas de seguridad del Estado, y en particular la Guardia Civil, han hecho un valioso servicio a la sociedad con la detenci¨®n de los presuntos autores del crimen de Aravaca. Pero a¨²n lo ser¨ªa mayor si logran evitar en el futuro que individuos como ¨¦stos puedan concertarse -unos, con la aportaci¨®n de sus armas; otros, con su apoyo y cobertura, y todos, con su odio al extranjero- para disparar contra alguien s¨®lo porque no les gusta el color de su piel o su acento.
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