Retrato del artista desahuciado
Para los que ya no viven en m¨ª.
Algunos creen que el arte es una forma de entender el mundo. En mi caso, siempre fue la manera de no entenderlo..., de no o¨ªrlo. Comenc¨¦ haciendo del arte una topera en la que sobrevivir en el subsuelo, manteni¨¦ndome ajeno y protegido de una Realidad que siempre viv¨ª como insoportable. El arte ha sido mi gran coartada,... Un estar fuera de algo que siempre me fue extra?o, anclado en par¨¢metros que nunca compart¨ª.
Mi homosexualidad fue el primer signo de exclusi¨®n de ese mundo. Los homosexuales hemos aceptado cobardemente vivir dentro de un esquema social impuesto del que estamos excluidos y con el que nada tenemos que ver. Limitados por el miedo al rechazo de nuestra condici¨®n sexual, hemos abolido sus leg¨ªtimas y necesarias formas de expresi¨®n. El mundo que nos rodea en nada nos concierne: no nos concierne su modelo de estructura social, basado desde su origen solo en la idea de familia. No nos concierne su modelo jur¨ªdico, que no tiene en cuenta en ning¨²n momento la posibilidad de la existencia legal ole la pareja homosexual y que en nada contempla nuestros derechos. No nos concierne su modelo religioso, hoy dependiente de los prop¨®sitos y desvar¨ªos hom¨®fobos y reaccionarios de Juan Pablo II. No nos concierne su modelo pol¨ªtico, en el que en ning¨²n momento nos vemos representados como colectivo. No nos concierne su modelo publicitario, ya que los medios de comunicaci¨®n son reflejo de una sola forma de relaci¨®n de pareja, excluyendo de sus im¨¢genes nuestra diferente forma de ser y de amar.
Nosotros, homosexuales, hemos sido obligados a inventarnos un mundo paralelo, construido a partir de nuestro peculiar modo de entender sus leyes, sus instituciones, sus creencias y su forma de concebir el amor.
Frente a esta perpetua otredad en la que vives, frente a un estar en el mundo que ni comprendes ni te interesa, y al que sientes perennemente agresivo con todo aquello que eres y como eres, s¨®lo el arte me ofreci¨® la posibilidad de crear una silenciosa mentira que se convirti¨® en mi ¨²nica verdad, ¨²ltimo reducto de lo real... Escultor de esa topera laber¨ªntica en la que mil pasillos subterr¨¢neos se entrecruzan; perdido en sus t¨²neles sombr¨ªos, sorprendido en senderos sin final. Existencia reducida a Resistencia. En ese vivir subterr¨¢neo he o¨ªdo al mundo tan s¨®lo como un rumor que ven¨ªa de all¨¢ arriba y he desarrollado mi arte y mi ser sin conexi¨®n con una realidad que decid¨ª no ver. El artista es una paradoja, pues configura la mirada de los otros para continuar ¨¦l mismo en una completa ceguera. Inventa la visi¨®n de los dem¨¢s obteniendo a cambio la garant¨ªa de su oscuridad. En ese subterr¨¢neo que has elegido, s¨®lo percibes fragmentos imprecisos y construyes con ellos una verdad supuesta.
Un d¨ªa ese rumor de arriba se hace m¨¢s intenso. Un insistente ruido ensordece tus o¨ªdos... Est¨¢n perforando un pozo que, desde la superficie, avanza poco a poco en profundidad, atravesando la quietud de la topera. Desde ese rumor oyes que lo llaman "sida".
El sida es ese pozo por donde hoy escalo ladrillo a ladrillo, tiznando mi cuerpo al tocar sus negras paredes, ahog¨¢ndome en su aire denso y h¨²medo... Y sin embargo, es este s¨®rdido t¨²nel el que de forma s¨²bita y violenta me ha hecho volver a la superficie. El sida me ha forzado de forma radical a un estar ah¨ª. Me ha precipitado en su ser como pura emergencia. Agradezco al sida esta vuelta impensada a la superficie, ubic¨¢ndome por primera vez en una acci¨®n en t¨¦rminos de Realidad. Quiz¨¢s esta vez, y me es indiferente si se trata de la ¨²ltima, mi hacer como artista tiene un sentido pleno, una absoluta uni¨®n con un l¨ªmite existencial que siempre rond¨¦ sin conocerlo del todo, bailando con ¨¦l sin nunca llegar a abrazarlo. Hoy s¨¦ cu¨¢l es la verdadera dimensi¨®n de ese l¨ªmite. Hoy he dejado de imaginarlo. Hoy yo soy ese l¨ªmite.
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