La huella de los "marines"
Filipinas reclama justicia para los 23.000 hijos que han dejado los soldados norteamericanos
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La VII Flota norteamericana abandon¨® sus bases en Filipinas y en el archipi¨¦lago de las 7.000 islas quedaron m¨¢s de 23.000 ni?os, adolescentes y adultos engendrados por los sucesivos reemplazos de marines destinados en una de las 20 bases ocupadas durante 98 a?os por el Pent¨¢gono. "Intentaremos que se haga justicia con ellos",. declar¨® el presidente, Fidel Ramos. "Hay que asegurar que disfruten en la vida de igualdad de oportunidades". Vietnam, Camboya, Laos, Corea del Sur y Tailandia son otras naciones asi¨¢ticas que conocieron la desinteresada colaboraci¨®n de la marina y aviaci¨®n estadounidense en el incremento de su densidad demogr¨¢fica. Algunos organismos elevan hasta 50.000 el n¨²mero de estos filipinos abandonados, fecundados la mayor¨ªa de ellos durante los pases de pernocta de la tropa franca de servicio en las bases pr¨®ximas a Olongapo y Los ?ngeles. No pocos de ellos trabajan en los mismos bares de alterne en que sus madres tuvieron la primera cita amorosa, y en muchos casos la ¨²ltima, con sus padres, simp¨¢ticos muchachotes de Arkansas, Arizona o Las Vegas. Durante la guerra de Vietnam pasaron por Filipinas y sus garitos m¨¢s de un mill¨®n de marines. Michelle Ramil confiesa m¨¢s de 30 amantes en menos de un a?o y tiene recuerdos vagos sobre la identidad del soldado que la trajo al mundo hace un cuarto de siglo. "En el colegio, otros ni?os me llamaban la hija de un negro. Les tiraba los libros por la ventana y se acababa la cosa".
Roxane y Melanie Hill trabajaron juntas en un club y son nietas de abuelos encuadrados en quintas posteriores a la que en 1914 zarp¨® de Filipinas en el carguero Logan y dej¨® 65 ni?os en el puerto de Manila. Roxane tiene tres hijos, los tres de soldados de la VII Flota, y Melanie, otros tres: dos de padres con pasaporte militar de EE UU y otro de padre filipino. "Nos han olvidado. Nadie nos env¨ªa dinero", manifestaban estas dos j¨®venes, llamadas en algunas provincias american souvenirs.
Contrariamente a los ni?os, de padres norteamericanos nacidos en otras naciones asi¨¢ticas, la ley promulgada en 1982 por el Congreso de EE UU niega derechos de inmigraci¨®n a los amerasios de Filipinas porque Washington considera que en esta naci¨®n no sufren la discriminaci¨®n de quienes fueron abandonados en Saig¨®n, Se¨²l u otras poblaciones del continente. "Somos filipinos. No tenemos por qu¨¦ hacer cola en la embajada norteamericana pidiendo visados", afirm¨® Richard Gordon, alcalde de Olongapo y nieto de un ciudadano de EE UU. La misi¨®n diplom¨¢tica ha prometido volver a plantearlo en Washington porque Ramos ha recordado que con la repatriaci¨®n militar "no terminan todas las responsabilidades".
La mayor¨ªa de los que ahora son ni?os viven en la pobreza, aunque 3.500 son atendidos por la Fundaci¨®n Pearl S. Buck, que paga su educaci¨®n y asistencia diaria. "No es una experiencia f¨¢cil crecer sin saber qui¨¦n ha sido tu padre, c¨®mo era, c¨®mo se llamaba. En muchos casos es un verdadero trauma", subray¨® un portavoz de este grupo humanitario. En el mejor de los casos, y durante un par de a?os, los soldados con nuevo destino escrib¨ªan cartas y enviaban alg¨²n dinero Despu¨¦s, el silencio y el olvido Testigos de la definitiva despedida cuentan que desde la cubierta del portaaviones Belleau Wood, como sucedi¨® siempre, los marines promet¨ªan el regreso a las j¨®venes amadas en noches de asueto y juerga.
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