El final de la indiferencia
La autorizacion de una intervenci¨®n militar en Somalia pone fin a una etapa caracterizada por la inhibici¨®n de la ONU ante el desastre que vive ese pa¨ªs. Cuando en enero de 1991, el presidente Siad Barre huy¨® de la capital, Mogadiscio, comenz¨® una guerra abierta entre los diferentes clanes que hab¨ªan luchado juntos por poner fin a una dictadura de 24 a?os.En aquel momento, las Naciones Unidas cerraron su sede y sus representantes fueron evacuados. No volver¨ªa a haber una presencia permanente de este organismo internacional hasta un a?o m¨¢s tarde. El primer embajador de la ONU en Somalia, el argelino Mohamed Sahnun, que dimiti¨® el pasado 26 de octubre tras criticar la falta de apoyo del organismo, aseguro que en ese a?o de ausencia se perdi¨® una oportunidad preciosa para haber ayudado a atajar el conflicto.
La llamada de atenci¨®n, la primavera pasada, del secretario general de la ONU, Butros Gali, que acus¨® a la comunidad internacional de preocuparse s¨®lo "de las guerras de los ricos", en referencia la conflicto yugoslavo, puso en marcha la maquinaria de la ONU. En septiembre, 500 cascos azules se encargaron, en teor¨ªa, de controlar el puerto y el aeropuerto de Mogadiscio para garantizar la llegada de la ayuda. En la pr¨¢ctica, los soldados paquistan¨ªes han sido aut¨¦nticos rehenes de uno de los se?ores de la guerra, el general Mohamed Farah Aidid, que controla el sur de la capital.
,Por primera vez en su historia, las Naciones Unidas, as¨ª como el resto de las organizaciones humanitarias, han tenido que pagar fuertes sumas a los grupos en conflito para garantizar su protecci¨®n.
Mientras tanto, casi un millar de personas ha muerto al d¨ªa a causa del hambre y la ayuda internacional, asaltada en un 15%, no ha alcanzado a las zonas m¨¢s alejadas. Las agencias humanitarias han acogido bien el env¨ªo de nuevas tropas aunque insisten en que la tragedia somal¨ª no podr¨¢ paliarse si no se entra de lleno en las ra¨ªces del conflicto.
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