Un comunicador
Entre las muchas actividades organizadas por el Consorcio para Madrid Capital Europea de la Cultura, el ciclo titulado Fuera de Serie, ha tenido especial relevancia. Gracias a ¨¦l, desfilaron por el estrado del Auditorio Nacional, la Orquesta de Par¨ªs, las sinf¨®nicas de Chicago, Filadelfia y Montreal, las filarm¨®nicas de Berl¨ªn, Viena y Mil¨¢n, y para clausura, la del Concertgebouw de Amsterdam, con Sir Georg Solti a su frente.Maestro de una fama sin fronteras, labrada a partes iguales -y hasta desiguales- desde el concierto, la ¨®pera y los discos, el h¨²ngaro Solti, disc¨ªpulo en Budapest de Bart¨®k, Kodaly y Dolinanyi, y en 1942 premio internacional de piano en el concurso de Ginebra, es ejemplo superviviente de una legendaria generaci¨®n de directores.
Sold y la Orquesta de Amsterdam
Madrid Capital Europea de la Cultura. Orquesta del Concertgebouw de Amsterdam. Director: G. Solti. Obras de Bart¨®k y Brahms. Auditorio Nacional. Madrid, 7 de diciembre.
?ltimo elefante
?l mismo se considera ¨²ltimo elefante, lo que quiz¨¢ sea mucho decir en tanto alienten Sergiu Celibidache, octogenario como Solti, y Giulini, dos a?os m¨¢s joven. Poseedor de un esp¨ªritu inquieto, Solti no redujo su repertorio al gran legado de los rom¨¢nticos, sus continuadores y los genios de la primera mitad de nuestro siglo, pues estren¨® un buen n¨²mero de partituras de nuestro tiempo como son las de Werner Henze, Xenakiz, Amy, Tippet y tantos otros.Lo que no quita su tendencia y clara comprensi¨®n hacia los rom¨¢nticos y sus continuadores, su especial temperatura para Wagner y Strauss, nunca re?ida con el estilo que demanda la ¨®pera, mozartiana. En suma, cabr¨ªa decir que Solti es un todo terreno, as¨ª como que su af¨¢n de perfecci¨®n en las ejecuciones y su fuerte concepto estructuralista de las formas garantizan la nobleza y el rigor de todas y cada una de sus versiones.
Sin duda, la m¨²sica de Bela Bart¨®k encuentra en Solti un gran comunicador, gracias al vigor r¨ªtmico, la imaginaci¨®n colorista y la clarificaci¨®n de cuanto encierran partituras complejas y tan admirables como el Concierto para Orquesta, que hemos escuchado ayer y vuelve a dirigir Solti hoy, junto a la primera sinfon¨ªa de Brahms. En ocasiones nos puede parecer corto de aliento el vuelo po¨¦tico de Solti, pero pronto nos sentimos compensados por la ausencia de excesos ret¨®ricos. Si Bart¨®k son¨® con extraordinaria naturalidad, adem¨¢s de poder percibir hasta el ¨²ltimo detalle de las diferentes voces, Brahms fue transmitido con una elegancia expresiva y formal casi mendelssohniana, m¨¢s que schumanniana. La hondura l¨ªrica estaba en la misma calidad sonora, en el fraseo sosegado, en unos contrastes din¨¢micos mesurados, que no exageran ni el fuerte ni el pian¨ªsimo. Todo ello dentro de una construcci¨®n tan coherente que nos mostraba las formas musicales con fuerza de ideaciones arquitect¨®nicas.
Bien es verdad que la orquesta del Concertgebouw es prodigiosa, en su totalidad y en sus individualidades; si las cuerdas cantan Con luminosa belleza, las maderas responden con la diferenciaci¨®n propia de los distintos grupos, en tanto el, metal aterciopela sus timbres para ce?irse al Klangideal planteado por el maestro. La eleg¨ªa, en Bart¨®k, o los melanc¨®licos movimientos centrales, en Brahms, fueron quiz¨¢, la almendra expresiva de las, versiones, su radical espacio de intimidad del que parec¨ªan derivarse los movimientos de mayor potencia y brillantez.
El p¨²blico hizo objeto a Sir Georg Solti y a los m¨²sicos holandeses de prolongadas y entusiastas ovaciones. Est¨¢bamos, como reza el t¨ªtulo del ciclo, ante unos verdaderos fuera de serie.
Babelia
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