Ponerse en la picota
Estuvo en la cresta de la ola, hasta el punto de convertirse en el mayor fen¨®meno recaudador de lo que podr¨ªamos denominar el star system negro. Pero no cabe duda que, tras dos fracasos sucesivos y merecidos -Noches de Harlem y 48 horas m¨¢s-, el carisma de Eddie Murphy se ha resentido notablemente. Bien sea por la necesidad de reactualizar su personaje, un p¨ªcaro atractivo, sensual y conquistador; bien por la necesidad de plegarse a las tendencias dominantes en el Hollywood de hoy -la s¨¢tira del machismo es una; el cine racial, otra-, lo cierto es que Boomerang da un giro radical a su carrera y Murphy se ha puesto en la picota.El resultado es una mediocre comedia, pero tambi¨¦n una pel¨ªcula curiosa. Con apoyo de la Black Filmmaker Foundation, a la que se homenajea en el filme, Boomerang parte de una hip¨®tesis turbadora, aunque no nueva: qu¨¦ le ocurre a un gal¨¢n dominador y perfeccionista (se va de la cama de una mujer espectacular s¨®lo porque tiene callos en los pies) cuando se encuentra con la horma de su zapato.
Boomerang (El pr¨ªncipe de las mujeres)
Director: Reginald Hudlin. Estados Unidos, 1992. Int¨¦rpretes: EcidieMurphy, Robin Givens, Halle Berry, Grace Jones. Estreno en Madrid: Multicines La Dehesa, Pei¨ªalver, Parquesur, Azul, Proyecciones, Arag¨®n, Multicines Colombia, Espafia, Excelsior, Minicines Majadahonda, Multicines Fuenlabrada y Multicines Pozuelo.
Un t¨ªo cualquiera
Es decir, cuando, profundamente enamorado, se convierte s¨®lo en el juguete sexual de una atractiva se?ora que, para mayor escarnio, es su jefa, y del que se permite hacer bromas con las compa?eras de trabajo (de ambos, por supuesto) sobre sus hipot¨¦ticas proezas amatorias. Como un t¨ªo cualquiera.El filme articula, pues, una ficci¨®n de inversi¨®n de roles y de aprendizaje moral, el de la transformaci¨®n forzosa de un macho que se descubre fr¨¢gil doncella a la que incluso llegan a pagar por sus servicios (en una secuencia rematada p¨²dicamente por un adem¨¢n de Murphy, que tapa su desnudez con la s¨¢bana de su cama).
No es frecuente encontrarse con un cambio tan radical de arquetipo como el que aqu¨ª se ofrece, sencillamente impensable en el cine de consumo de hace dos o tres d¨¦cadas. -Como impensable ser¨ªa entonces un filme que mostrase, como hace ¨¦ste, un mundo de negocios ¨ªntegramente poblado por negros: los blancos est¨¢n s¨®lo para ofrecer un contrapunto racista, obsesivamente resaltado por uno de los dos amigos ¨ªntimos del protagonista, cuyo radicalismo "negrista" es zarandeado por la ficci¨®n por la v¨ªa del rid¨ªculo: al fin y al cabo, Murphy es negro, pero no es Splke Lee.
Pero junto a estos aspectos, que hacen de Boomerang una curiosidad, subsisten otros decidamente fallidos. Porque, m¨¢s all¨¢ de su contenido tem¨¢tico, lo cierto es que el filme es ante todo una comedia, y mala: sus ¨²nicas bazas consisten en chistes de dudoso gusto aderezados con un lenguaje innecesariamente soez y con las muecas de Murphy.
,Puestos a jugar sobre seguro, tanto el productor (Murphy, otra vez) como el director, Reginald Hudlin (que aqu¨ª se olvid¨® del tono provocador de la puesta en escena de su primer filme, House Party), no se complican la vida y realizan una pel¨ªcula de fotograf¨ªa brillante pero de nula inspiraci¨®n visual, narrada funcionalmente y pensada antes para la peque?a que para la gran pantalla..
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