Derecho de indeterminaci¨®n
LO M?S interesante de las informaciones publicadas estos d¨ªas por EL PA?S sobre las conversaciones mantenidas el pasado verano por el Partido Nacionalista Vasco (PNV) y Herri Batasuna (HB) es, seguramente, que ofrecen la versi¨®n del partido radical sobre los planteamientos de su interlocutor en torno a algunas cuestiones que importan a la generalidad de la poblaci¨®n. Esa versi¨®n refleja, si no la literalidad de las conversaciones, la manera como HB interioriz¨® su significado pol¨ªtico; en ese sentido, resulta relativamente secundaria la discusi¨®n sobre si el PNV ofreci¨® formalmente a HB la posibilidad de entrar a formar parte de -un Gobierno de concentraci¨®n nacionalista (siempre que rompiera con ETA) o:sbse limit¨® a insinuar esa hip¨®tesis entre otras varias: lo verdaderamente importante es que HB interpret¨® las palabras del PNV como una propuesta en esa direcci¨®n, y que la rechaz¨® por considerar que era cuesti¨®n previa el reconocimiento del derecho a la autodeterminaci¨®n.Seg¨²n las actas de HB, la propuesta del PNV formar¨ªa parte de un proceso que culminar¨ªa en un plebiscito (se supone que de autodeterminaci¨®n), para cuyo ¨¦xito ser¨ªa clave el apoyo internacional, sobre todo de EE UU y Alemania. Las posibilidades de culminar tal proceso con ¨¦xito ser¨ªan mayores que, por ejemplo, en Catalu?a, dada la existencia de un sistema de financiaci¨®n propio a trav¨¦s de los conciertos econ¨®micos.Puede ser que HB haya mentido en sus actas; tambi¨¦n, que sus representantes no hayan entendido bien. Pero no habr¨ªa que descartar la posibilidad de que la sincera voluntad- de convencer a sus interlocutores de la necesidad de cortar con ETA llevara al PNV a extremar las cosas: a exagerar los aspectos compartidos y minusvalorar las diferencias que actualmente separan a ambas formaciones. Esto ¨²ltimo ser¨ªa comprensible desde un punto de vista psicol¨®gico. Sin embargo, la experiencia de todos los contactos habidos con HB (o con ETA) indica que ciertos equ¨ªvocos han dado lugar a gigantescos malentendidos pol¨ªticos por Parte del mundo radical, con efectos bastante desastrosos. Tanto HB como ETA han tendido a tomarse cualquier concesi¨®n m¨¢s, o menos equ¨ªvoca como la prueba de que, en el fondo, todos los nacionalistas quieren la independencia, y que la autonom¨ªa es s¨®lo la trampa inventada por los enemigos de los vascos para impedir que esa realidad se manifieste.
El fundamento del Pacto de Ajuria Enea es justamente el contrario: el estatuto de autonom¨ªa es un acuerdo democr¨¢tico con el que se identifica la mayor¨ªa de los vascos y que garantiza la convivencia entre ciudadanos nacionalistas y no nacionalistas con respeto de los derechos individuales de unos y otros; en Euskadi, la frontera que separa a los que defienden la autonom¨ªa d¨¦ quienes la combaten es la misma que separa a los dem¨®cratas de los que no lo son, los cuales intentan imponer a la mayor¨ªa, y mediante la violencia, sus propios planteamientos.
Cuando se iniciaron las conversaciones PNV-HB, algunas voces alertaron sobre el riesgo de que su aceptaci¨®n equivocara a los radicales sobre su verdadera significaci¨®n. Tambi¨¦n se dijo que la principal virtualidad del di¨¢logo era poner a HB en contacto con el mundo exterior: ayudar a sus portavoces a entender que ciertos argumentos de consumo interno (como ese de que el elevado n¨²mero de presos de ETA demuestra la existencia de dos violencias enfrentadas, y no s¨®lo una) resultan indefendibles en p¨²blico. Esa pedagog¨ªa es dif¨ªcilmente compatible con concesiones verbales que tiendan a cuestionar o relativizar la autonom¨ªa pol¨ªtica, o a suscitar falsos problemas que nada tienen que ver con las preocupaciones actuales de los ciudadanos.
Pero no es tanto la autodeterminaci¨®n como la indeterminaci¨®n del nacionalismo mayoritario lo que resulta preocupante. No es responsable reprochar al poder central escasa voluntad auton¨®mica y a la vez insinuar a quienes combaten la autonom¨ªa que cuando el contenido del Estatuto de Gernika est¨¦ plenamente desarrollado ser¨¢ el momento de pasar a la fase siguiente; una fase -imprecisa de la que s¨®lo se sabe que supondr¨¢ la ruptura del actual consenso auton¨®mico y democr¨¢tico.
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