Carlos y Diana
UNA CRISIS matrimonial es siempre una tragedia para quienes la padecen. El drama, adem¨¢s, suele hacerse Insufrible cuando no existe soluci¨®n liberadora alguna y las circunstancias exigen que la pareja siga unida. Y con toda seguridad se convierte en un infierno cuando se le a?ade la exposici¨®n p¨²blica. Las tres cosas pueden predicarse de la separaci¨®n de hecho de los pr¨ªncipes de Gales, anunciada anteayer por el primer ministro Major en la C¨¢mara de los Comunes.La profundidad del sufrimiento de la pareja queda plasmada en el texto del comunicado. En ¨¦l se afirma, con m¨¢s voluntarismo que sentido de la realidad, que Carlos y Diana se separan, pero que todo sigue igual, sin que se altere el funcionamiento de la corona. Major incluso a?adi¨® pat¨¦ticamente que lady Diana bien podr¨ªa convertirse en reina en el futuro. ?Con qu¨¦ clase de disimulo? No es concebible que una pareja p¨²blicamente rota, pero convertida en reinante, pueda ser para toda una naci¨®n el emblema de la armon¨ªa y de los valores familiares que, entre otras cosas, son las virtudes exigidas en el Reino Unido de un jefe de Estado y de su c¨®nyuge.
La casa de Windsor ha dejado de ser una familia sin fisuras, estandarte del Reino Unido, una compa?¨ªa de teatro cuyos integrantes siempre desempe?an con objetividad sus papeles. Signo de los tiempos, la fisura ha provenido de la incorporaci¨®n a la familia real de gente de carne y hueso poco hecha al disimulo y a la rigidez exigida por el gui¨®n; lo que es m¨¢s, ha tenido una consecuencia inesperada: lady Diana es, de modo sorprendente, el personaje de la casa m¨¢s popular y m¨¢s respetado profesionalmente.
Hasta anteayer, la crisis de los pr¨ªncipes de Gales era dram¨¢tica, pero ni m¨¢s ni menos que la de cualquier matrimonio cuyos vicios y virtudes, desamores y dolores fueran brutalmente expuestos al escrutinio p¨²blico. Ahora se ha convertido en una cuesti¨®n de Estado que plantea dos interrogantes: ?qui¨¦n subir¨¢ al trono despu¨¦s de la reina Isabel II II?; ?ser¨¢ esa transici¨®n efectivamente posible o, por el contrario, se inicia en el Reino Unido el inmenso trauma de un cambio de sistema pol¨ªtico?
Y, mientras tanto, el incidente ha dejado al descubierto el drama ¨ªntimo de una pareja que, como para Shakespeare Romeo y Julieta, han resultado ser "amantes malditos por las estrellas".
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