Un catecismo universal, ?para qu¨¦?
Pocas noticias religiosas han tenido tanta acogida en los medios de comunicaci¨®n social como la publicaci¨®n por Roma de este catecismo universal, llamado Catecismo de la iglesia cat¨®lica.
Sin duda tiene pretensiones de universalidad, pero ha resultado un "catecismo romano-occidental", como lo define la revista cat¨®lica Temoignage Chr¨¦tien. A pesar de haber participado un elenco de obispos indios, africanos, sirios y americanos, nada se nota de su influencia cultural. Y eso es lo malo, porque el cristianismo se expres¨® dentro de la cultura grecorromana, pero se dirige a otras muy distintas culturas, que son muy diferentes de la de nuestro entorno; y, si quiere ser entendido por aqu¨¦llas, no tiene m¨¢s remedio que hacer un esfuerzo de expresi¨®n y de reflexi¨®n, que est¨¢ todav¨ªa por realizar oficialmente por el Vaticano. Ya lo intentaron infructuosamente hace siglos en Asia los jesuitas: Nobili en la India, que se hizo vegetariano, aprendi¨® el s¨¢nscrito y el tamil, se visti¨® y habl¨® como los sannyasin, se mostr¨® espiritualmente como un brahm¨¢n, e hizo una adaptaci¨®n cristiana de los Vedas. O el padre Ricci en China, que acept¨® los ritos confucianos, y se encontr¨® con la prohibici¨®n de Roma, que dur¨® cuatro siglos, consiguiendo as¨ª el cristianismo su repulsa por esta cultura asi¨¢tica.
En este siglo iniciaron esta revoluci¨®n cultural, prohibida hasta ahora por la ceguera de Roma, algunos pioneros como el padre Lebbe en China; el padre Enomiya Lasalle en Jap¨®n; y el m¨¢s valiente de todos, el padre Anthony de Mello en la India, que nos ha dejado unos deliciosos libros que dan un giro de 180 grados a nuestros manuales de teolog¨ªa occidentales.
El nuevo catecismo universal es un voluminoso tomo de 676 p¨¢ginas en la edici¨®n francesa, que es la oficial, pues el original se redact¨® en esta lengua. Su presentaci¨®n es magn¨ªfica, tipograf¨ªa cuidada, esfuerzo did¨¢ctico grande, lenguaje profundo; pero todo ello se da de frente con dos escollos: la dificultad de ser comprendido por tantas y tan diversas culturas como hay en el mundo de influencia religiosa cat¨®lica, y adem¨¢s, no se ha adoptado si quiera el lenguaje y pensamiento usual de los hombres y mujeres de un Occidente laico y secularizado.
Los catecismos tradicionales han tenido el mismo defecto: se redactaron m¨¢s para te¨®logos que para ni?os o para seglares metidos en el mundo. Eran nuestros catecismos de Ripalda o de Astete peque?os trataditos de teolog¨ªa escol¨¢stica, que muchas veces sonaban a chino a los o¨ªdos de los que eran obligados a aprenderlos.
No fue as¨ª en Am¨¦rica, despu¨¦s de la llegada de los espa?oles a ella. Los franciscanos sobre todo hicieron un esfuerzo inteligente para ser comprendidos por los aut¨®ctonos. Por ejemplo el de fray Pedro de Gante, realizado en expresiva forma ideogr¨¢fica; o el "catecismo del tercer concilio de Lima", hecho sobre la base del que acababa de salir en Europa, el de Trento, adaptado "al modo y estilo" de los ind¨ªgenas.
El primer catecismo para ni?os de tipo popular fue el Catecismo menor de Lutero, publicado en 1529. Antes no se publicaban por lo general catecismos. La ense?anza religiosa se hac¨ªa por medio de la liturgia, que era entonces viva y llena de signos populares expresivos; y por el ambiente, lo mismo casero que en los actos populares y representaciones art¨ªsticas de la Pasi¨®n y la Pascua, los famosos misterios que m¨¢s tarde se convirtieron en los autos sacramentales.
El siglo de los catecismos fue, en el mundo conocido y en particular en Espa?a, el XVI. El alem¨¢n san Pedro Canisio hizo del suyo 400 ediciones en su idioma, y 50 traducciones a otras lenguas. Y en nuestro pa¨ªs se editaron nada menos que 111 catecismos diferentes en ese siglo.
Yo tengo una colecci¨®n de unos mil catecismos de todo el mundo, y resulta un trabajo apasionante la comparaci¨®n de sus ense?anzas y su evoluci¨®n con el tiempo. Y la verdad es que los catecismos para adultos -los m¨¢s usuales hoy- son decepcionantes por lo general. La exposici¨®n que hacen de las ense?anzas de la fe es bien poco atractiva para nuestra cultura. Con palabras serias, y a veces pretensi¨®n de profundidad, hablan un lenguaje antropom¨®rfico e infantilizado en sus contenidos, que plantea m¨¢s dudas y rechazos que aceptaci¨®n a una persona inteligente. Con lo cual el cristianismo y el Evangelio salen muy mal parados. La idea del te¨®logo K. Rahner, de escribir una profesi¨®n de fe para nuestro tiempo, no ha tenido repercusi¨®n donde era m¨¢s necesaria: en la confecci¨®n de un catecismo para el hombre y la mujer de hoy, marcados por los hallazgos de la ciencia, que ha dado un vuelco de 180 grados a muchos de nuestros pensamientos, y la secularidad de nuestro mundo y de nuestra cultura, que no puede depender ya de falsos pietismos propios de un ser inmaduro.
De entre ese elenco casi de un millar s¨®lo retendr¨ªa tres catecismos para adultos: dos norteamericanos, The new parish catechism del padre Martin, y el People's catechism del padre Klopke. Dos aciertos sencillos y al d¨ªa, que enfrentan la manera de plantear problemas morales o religiosos de actualidad con criterio razonable.
Y el mejor es el del te¨®logo Pedro Riches, que ha dado clases de este saber en Estados Unidos, lo mismo que en Uganda, Pakist¨¢n o Jap¨®n, y ahora est¨¢ en Italia como simple p¨¢rroco en los suburbios de Roma. En 1982 public¨® Note di catechismo per ignoranti colti; un esfuerzo muy logrado para conseguir lo que digo m¨¢s arriba. En el cual no hay el peligroso dualismo "materia-esp¨ªritu", ni "natural-sobrenatural", y se inspira en el parad¨®jico Tao-Te-King m¨¢s que en el aristot¨¦lico santo Tom¨¢s.
En cambio, el nuevo catecismo romano, el pretendido catecismo universal, ha olvidado todo esto, y es l¨¢stima por haber perdido la gran oportunidad de ser un veh¨ªculo de conocimiento de lo esencial del cristianismo cat¨®lico, abierto a todas las culturas y formas religiosas.
Lo cual no quiere decir que no sea mejor este ensayo vaticano que la mayor¨ªa de los catecismos que se han publicado por el mundo. Pretende ser profundo, did¨¢ctico, inteligente en algunas cosas doctrinales, pero le falta el contacto moral con el mundo de hoy, tan abigarrado y tan plural. Un ensayo fracasado.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.