Los ¨²ltimos de una enfermedad maldita
Espa?a tiene 5.000 afectados de lepra, pero s¨®lo 600 son leprosos activos
Aunque la lepra se puede curar desde los a?os cuarenta y los leprosos no sufren ya las deformaciones de anta?o, la sociedad no ha despojado todav¨ªa a esta enfermedad de su estigma repulsivo y morboso. "Somos capaces de dar 500 pesetas por los leprosos, pero no de darles la mano", dice sor Montserrat, una religiosa que lleva 30 a?os en la leproser¨ªa de Fontilles (Alicante). En Espa?a, donde esta patolog¨ªa se considera erradicada, el n¨²mero de afectados ronda los 5.000, pero s¨®lo 600 la padecen en activo.
El Sanatorio Leprol¨®gico de Fontilles -el otro que hay en Espa?a est¨¢ en Trillo (Guadalajara)- se levant¨® a principios de siglo, en un lugar aislado de la serran¨ªa alicantina. Sus 130 pacientes forman una peque?a comunidad de leprosos cuyo horizonte no alcanza m¨¢s all¨¢ del muro de tres metros de alto que la rodea. Hoy, con la lepra controlada en Espa?a, Fontilles se ha convertido en una residencia de ancianos con minusval¨ªas provocadas por la en fermedad. Juana P. no recuerda su edad, pero aparenta m¨¢s de 80 a?os. La encontraron hace dos en una cueva de Mallorca y fue trasladada a Fontilles, casi inv¨¢lida por una lepra muy avanzada. Seg¨²n Jos¨¦ Terencio, di rector m¨¦dico de Fontilles, su caso es "¨²nico en Europa, por que la enfermedad le ha afecta do a la voz, un s¨ªntoma t¨ªpico del enfermo de lepra medieval". Por eso habla tan bajito y murmura que se quiere ir a casa por Navidad, pero no tiene a nadie.
Los especialistas calculan que en Espa?a, en 1992, hay casi 5.000 afectados por la lepra, aunque Jos¨¦ Ram¨®n G¨®mez aclara que s¨®lo unos 600 est¨¢n activos, es decir, desarrollando la enfermedad. "El resto ya se ha curado, pero contin¨²a en tratamiento para evitar posibles reca¨ªdas", explica.
Los m¨¦dicos no tienen absoluta certeza sobre c¨®mo se transmite el bacilo de Hansen, causante de la lepra. "Sin estar absolutamente seguro, se puede decir que es por v¨ªa a¨¦rea", precisa Jos¨¦ Ram¨®n G¨®mez. Jos¨¦ Terencio afirma que "la lepra tiene mala leyenda, pero es de las enfermedades infecciosas menos contagiosas".
Mutilaciones
La lepra necesita unas condiciones extremas de hacinamiento, falta de higiene y escasa alimentaci¨®n para desarrollarse. Por eso afecta sobre todo a poblaci¨®n de extracci¨®n social baja. Se cura con un diagn¨®stico precoz, aunque las secuelas son irreversibles si se detecta tarde. Al enfermo le queda en tonces la cirug¨ªa est¨¦tica como ¨²nica forma de maquillar las mutilaciones producidas.A. M., de 52 a?os, acudi¨® a Fontilles para hacerse un injerto en el pie y esconder las se?ales de la lepra. Es el ¨²nico signo externo que lo identifica como leproso. "Yo de peque?o no pod¨ªa pelarme en mi pueblo porque el peluquero me dec¨ªa que le espantaba la clientela" cuenta. Cuando se cas¨®, dej¨® su pueblo y se traslad¨® a Valencia donde vende loter¨ªa. A. M. habla con desparpajo, pero no quiere dar su nombre ni ser fotografiado. "Si mis vecinos su pieran que tengo la lepra, no me comprar¨ªan loter¨ªa", con fiesa.
En Fontilles, la mayor¨ªa de los residentes subsiste con una pensi¨®n de incapacidad laboral de la Seguridad Social. Algunos llevan m¨¢s de 40 a?os all¨ª. Ingresaron j¨®venes, cuando descubrieron su enfermedad, y nunca m¨¢s volvieron a exponerse al desprecio de sus vecinos, que los rechazaban por padecer la cosa. A Fontilles acuden tambi¨¦n anualmente m¨¢s de 700 leprosos para realizarse revisiones peri¨®dicas.
El descubrimiento en 1941 del primer f¨¢rmaco eficaz, la sulfona, cambi¨® la imagen del leproso. Por ello, deformaciones t¨ªpicas como las manos en forma de garra o la facies leonina -la cara de le¨®n producida por la degradaci¨®n de los cart¨ªlagos de la nariz y orejas-, que tanta repulsi¨®n originaban, s¨®lo afectan a los que no llegaron a tiempo a medicarse. Estos son los que se esconden; por eso en Fontilles no 'hay pacientes j¨®venes. Pocos de ellos se atreven a confesar que son leprosos. Algunos ni siquiera se lo han dicho a su c¨®nyuge.
Josele tiene 69 a?os y lleva m¨¢s de 30 en el sanatorio, "desde que una novia de mi pueblo me pas¨® el bichito, dice. Pese a que la lepra le ha comido los dedos de la mano, Josele se las arregla para ajustarse la boina. Tiene dos mu?ones por pies y le falta una oreja. Gitano de Granada, la tez cetrina de Josele no se debe a su etnia, sino a que ha consumido durante lustros morenito, como llaman los leprosos a la clofazimina, una medicina cuyo efecto secundario es la coloraci¨®n de la piel.
La Organizaci¨®n Mundial de la Salud (OMS) obliga a la multiterapia (el uso de varios f¨¢rmacos). El tratamiento, junto con un diagn¨®stico precoz, han conseguido curar la enfermedad "del todo y definitivamente", seg¨²n explica Mar¨ªa Jos¨¦ L¨®pez, del Patronato de Rehabilitaci¨®n Social del Enfermo de Lepra, dependiente del Ministerio de Asuntos Sociales. Seg¨²n un estudio de este patronato, cinco comunidades aut¨®nomas concentran el 50% de los casos de lepra. S¨®lo en Andaluc¨ªa, Valencia, Canarias, Catalu?a y Madrid hay 2.600 enfermos, y es la comunidad andaluza la que m¨¢s tiene con 1.328.
Con s¨®lo 20 casos nuevos al a?o, se puede f¨¢cilmente prever que las leproser¨ªas desaparecer¨¢n de Espa?a en 15 a?os. Los enfermos j¨®venes ya no son internados en los sanatorios de por vida, sino que acuden a la Seguridad Social para tratarse como un enfermo m¨¢s. La sociedad no ha superado todav¨ªa el rechazo a la lepra cuando, incluso, desde instancias oficiales se repiten estas consignas: "No hay que considerar a los enfermos de sida como leproso?.
Con 12 millones de afectados en todo el planeta, la mayor parte en los pa¨ªses del Tercer Mundo, la lepra se percibe a¨²n como una enfermedad maldita de antecedentes b¨ªblicos y resonancias medievales.
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