"No pienso volver a divorciarme"
Un ex residente en Suiza renuncia a legalizar su divorcio ante el elevado coste de su tram¨ªte
La ira de Jes¨²s Garc¨ªa se enciende a medida que enumera los tropiezos que ha sufrido para acomodarse en toda regla a su condici¨®n de espa?ol.En todas las puertas a donde llama le ponen pegas. Los servicios m¨¢s rudimentarios, sin los cuales no puede desenvolverse con holgura el m¨¢s com¨²n de los jubilados, le parecen extraordinariamente caros y deficientes.
Escucharle es aguantar una cascada de juicios adversos contra todo lo que le rodea en su retiro espa?ol, en el municipio de Torreblanca (Castell¨®n), donde se ha afincado despu¨¦s vivir 32 a?os en Suiza.
El peaje de las autopistas espa?olas le parece el doble de caro que el que se paga en Francia; el tel¨¦fono cree que a los espa?oles les cuesta el triple de lo que paga cualquier otro ciudadano de la CE. La electricidad le resulta car¨ªsima y no entiende por qu¨¦ las empresas facturan cargas fijas muy elevadas en relaci¨®n a la potencia instalada. Tampoco comprende por qu¨¦ Telef¨®nica carga la factura con dos meses de retraso y aplica el IVA con efecto retroactivo, igual que lo hicieron las el¨¦ctricas cuando subieron las tarifas el pasado verano.
Homologaci¨®n espa?ola
En su retah¨ªla de denuncias incluye las desigualdades que observa en la facturaci¨®n del agua. Tiene un amigo en Sant Cugat del Vall¨¨s (Barcelona), al que le hacen pagar -seg¨²n le ha confesado- un m¨ªnimo de 15 metros c¨²bicos al mes. "Creo que si esa cantidad la gastara una familia estar¨ªa derrochando. Con esto no consiguen m¨¢s que penalizar a quienes ahorran", comenta Jes¨²s Garc¨ªa. Su repatriaci¨®n de Suiza no ha sido precisamente feliz, seg¨²n se desprende de sus comentarios. Parece un cascarrabias.Pero lo que le subleva por encima de la iracundia es la tramitaci¨®n que le exige la Administraci¨®n espa?ola para homologar su situaci¨®n jur¨ªdica personal, su estatus de divorciado logrado en Suiza tras 18 a?os de separaci¨®n: "Ni que viniera de la Rep¨²blica de Mal¨ª, con todos los respetos".
Jes¨²s contrajo matrimonio con una espa?ola. Tienen dos hijos; uno de 31 a?os, que ha venido a residir en Espa?a, y otro de 27, establecido en Suiza, cerca de su madre, internada en un establecimiento frenop¨¢tico. La pareja se mantuvo unida poco tiempo y, tras 18 a?os de separaci¨®n, Jes¨²s decidi¨® sancionar jur¨ªdicamente esa situaci¨®n en 1984. El tr¨¢mite le cost¨® 380 francos suizos, el equivalente a 26.000 pesetas de entonces (30.400 pesetas de hoy). Hace dos a?os, en v¨ªsperas de afincarse en Espa?a, se acerc¨® al consulado espa?ol en Lausana con la idea de iniciar los tr¨¢mites para homologar su condici¨®n de divorciado.
La primera sorpresa se la dieron all¨ª: "Me pasaron un papel con la documentaci¨®n que deb¨ªa presentar para ejecutar las sentencias de divorcio suizas en Espa?a". La segunda la recibi¨® por tel¨¦fono a trav¨¦s de una prima que hab¨ªa contactado con un abogado espa?ol para tantear el alcance de las minutas de tramitaci¨®n: alrededor de 170.000 pesetas ("?Seis veces m¨¢s que en Suiza"!).
"?C¨®mo me puede costar m¨¢s dinero la legalizaci¨®n de un divorcio que tramitarlo en Suiza! ?Eso no se puede consentir! ?No hay derecho!", se exaspera Jes¨²s. "?De qu¨¦ tengo que buscar un abogado? ?Por qu¨¦ tengo que recurrir a un procurador? Eso es una martingala que no existe en ning¨²n otro lugar del mundo. ?Para qu¨¦ los necesito? ?Por qu¨¦ tengo que alimentar yo a una casta de se?ores que cobran una barbaridad por limitarse a trasladar un papel? ?De qu¨¦, hombre?", protesta.
"Tres pepinos"
Garc¨ªa es un jubilado de la construcci¨®n, alejado muchos a?os de los meandros a los que se ve abocada la gente en su contacto con las administraciones. "Pretenden dificultar la comprensi¨®n del pobre ciudadano con el fin de que abandone todo en manos de corporaciones que, por simples inscripciones burocr¨¢ticas, se aseguran un nivel de vida muy por encima de la media espa?ola. Lamentablemente, contin¨²a, "estoy aprendiendo a mis expensas lo que cuesta alimentar a esta burocracia perezosa y cansina, desde el cambio de contador el¨¦ctrico hasta la importaci¨®n de un coche usado".Jes¨²s Garc¨ªa consume su desesperaci¨®n a tragos. No se f¨ªa de las oficinas de consumidores. "Si protestas, se limitan a cursar tus quejas, pero no te resuelven nada". Todo le parece un laberinto. "Somos mu?ecos en manos de unos pocos funcionarios", se lamenta.
El reconocimiento de su divorcio, o lo que los juristas denominan incidente exequator, ha colmado el vaso de su paciencia. Tanto, que ha decidido pasar de abogados, de tribunales y todo lo dem¨¢s. Ha tirado la toalla. Desiste. Eso supone que no podr¨¢ volver a casarse en Espa?a. La pensi¨®n de viudedad repercutir¨¢ en su ex mujer. Si tiene m¨¢s hijos, acceder¨¢n a una parte del patrimonio de su primer matrimonio..., pero a ¨¦l le da igual. Una vez muerto, lo que pase con su patrimonio "me importa tres pepinos", dice, pero se queda como est¨¢: divorciado en Suiza y casado en Espa?a, hasta que se muera.
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