El Rey llama a la solidaridad y condena "los malos vientos de xenofobia" que soplan en Europa
El Rey tuvo el jueves, en su tradicional mensaje de Nochebuena, palabras de condena para "los vientos de xenofobia que soplan en algunas partes de Europa y tientan a personas o grupos que aqu¨ª son minoritarios", y asegur¨® a los que "se amparan en el compromiso de solidaridad del pueblo espa?ol" que "se encuentran en casa". En el mensaje, que como cada a?o fue trasmitido desde el Palacio de la Zarzuela por todas las cadenas de radio y televisi¨®n, don Juan Carlos defendi¨® la necesidad de "no romper con los principios ¨¦ticos en el desarrollo de la acci¨®n pol¨ªtica", y a?adi¨®: "No generalicemos sin fundamento las conductas individuales censurables; pero censuremos p¨²blicamente, juzguemos y sancionemos¨ª con arreglo a la ley las que lo sean". El Rey hizo una encendida defensa del ideal de unidad europea y tuvo un recuerdo cari?oso para los soldados espa?oles que se encuentran en misi¨®n de paz en los Balcanes.
En la primera parte de su discurso, el Rey tuvo palabras de condena para el racismo y la xenofobia: "Quiero saludar a quienes nos honran con su convivencia y comparten con nosotros las esperanzas y los esfuerzos de cada d¨ªa. Porque ha sido orgullosa cortes¨ªa de Espa?a a lo largo del tiempo, dentro y fuera de sus fronteras, la lealtad para sus amigos y la nobleza de compartir con ellos lo que tiene, sin reservas ni prejuicios"."Lo mismo sentimos ahora", prosigui¨®, "cuando malos vientos de xenofobia soplan en algunas partes de Europa y tientan a personas o grupos que aqu¨ª, entre nosotros, constituyen una irrelevante aunque violenta minor¨ªa. Est¨¦n seguros los que se amparan en el compromiso de solidaridad espa?ol de que se encuentran en su casa, los consideramos hermanos, y con ellos lucharemos sin miedo, en nuestro Estado de derecho, por un mundo mejor".
Realiz¨® luego el Rey un diagn¨®stico de la situaci¨®n en la que termina el a?o. "El a?o 92 concluye", comenz¨® diciendo don Juan Carlos, "con expectativas de inquietudes y problemas que no por menos previstos dejan de ser graves. Unos nacen de la situaci¨®n mundial, de los efectos de la guerra del golfo P¨¦rsico y del juego de intereses m¨²ltiples, tensados por la crisis econ¨®mica y los reajustes monetarios. Otros, de la propia Europa, de la que formamos parte por decisi¨®n democr¨¢tica, por vocaci¨®n europe¨ªsta e identificaci¨®n de necesarios intereses. Y, por fin, problemas propios de nuestra realidad nacional, afectada, como es l¨®gico, por el entorno, pero a los que hemos de prestar mucha atenci¨®n porque son directamente nuestros y debemos esforzarnos en solucionarlos por nosotros mismos".
"Es comprensible", a?adi¨®, que los espa?oles nos sintamos preocupados por todo ello. Y es congruente que as¨ª sea porque protagonizamos tambi¨¦n esa realidad global desde nuestra propia posici¨®n".
"Ni vacilaci¨®n ni flaqueza"
Pero ¨¦ste no es motivo, seg¨²n don Juan Carlos, para detener el paso, "rebajar las aspiraciones nacionales o inhibirnos en la lucha por el bienestar que hace tiempo hemos emprendido. Ni una vacilaci¨®n, ni una flaqueza en nuestras convicciones de futuro. Pesimismo, amargura, tristeza, son sentimientos que debemos superar. No hemos hecho esta democracia joven y libre para menguar lo m¨¢s m¨ªnimo la estatura hist¨®rica a que hemos llegado".
Abord¨® luego el Rey los problemas a los que se enfrenta el ideal de construcci¨®n europea y la situaci¨®n por la que atraviesa el continente: "Estamos en Europa y en ella vamos a seguir porque somos Europa, porque Europa nos necesita y en ella nos integraremos cada vez m¨¢s, sin obsesiones ni precipitaciones, pero conscientes de que hemos de seguir este camino con pasos inspirados por la seguridad y la prudencia. Porque a Europa la necesita el mundo moderno y, en fin, porque su proceso de unidad no va a detenerse aunque encuentre, como en otras ocasiones a lo largo de su historia, obst¨¢culos que parecen, a primera vista,insuperables, pero que son normales en una empresa de tanta envergadura y de m¨²ltiples facetas. La pertenencia a Europa enriquece nuestra identidad nacional".
Esta identidad nacional, apunt¨® el Rey, "ni puede difuminarse ni reducirse, sino robustecerse para que estemos en condiciones de mostrarla y aportarla s¨®lida y unida, sin caer en fragmentaciones ni en divisiones, mostrando una integridad que ha de traducirse en todos los sentidos de esta palabra y de esta idea".
"Ser europeos ha de radicar en la esencia de ser espa?oles, y esta decisi¨®n nos ser¨¢ agradecida por las generaciones futuras", concluy¨® el monarca.
En sus referencias a la situaci¨®n interna de Espa?a, el Rey dijo que es "hora de impulso" y de "ahondar positivamente en nuestra democracia".
"[Es hora] de asumir la Constituci¨®n en sus exigencias, de cumplirla, de desarrollarla con coraje y alegr¨ªa. Si hemos dado con ello un ejemplo de convivencia, sosteng¨¢moslo siempre como instrumento civilizado de progreso y como muestra constante de buenas maneras, de educaci¨®n y de capacidad de di¨¢logo correcto", se?al¨®.
Valores morales
Tuvo tambi¨¦n el mensaje navide?o del Rey referencia al clima creado por las acusaciones de corrupci¨®n: "La gran pol¨ªtica que necesitamos ha de hacerse conjuntamente. Vamos a realizarla teniendo muy presente la necesidad de no romper con los principios ¨¦ticos, con el respeto a los valores morales y con las normas de una conducta ejemplar y digna
Y a?adi¨®: "Seamos justos y, por lo tanto, no generalicemos sin fundamento las conductas individuales censurables; pero censuremos p¨²blicamente, juzguemos y sancionemos con arreglo a la ley las que lo sean. S¨®lo as¨ª, con esta base firme en unas virtudes de probidad y austeridad indispensables, contaremos con los elementos adecuados para infundir confianza al pueblo, para obtener su respeto, para conjugar las voluntades individuales de los espa?oles en un proyecto colectivo que necesita de la ilusi¨®n, de la esperanza, de la capacidad de entusiasmarse por algo que sin duda lo merece: Espa?a.
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