?S¨®lo a las duras?
JUAN SERNA y M. ?NGEL GARC?A DORYConsideran los articulistas que existe una cierta descoordinaci¨®n entre las pol¨ªticas sectoriales: se aspira a reducir la producci¨®n excedentaria pero, a la vez, se promueven regad¨ªos de alta productividad. Mientras, la pol¨ªtica agraria se olvida de la repoblaci¨®n forestal o de la agricultura compatible con el medio ambiente.
Todo parece indicar que la adaptaci¨®n que el Gobierno pretende hacer en Espa?a de la pol¨¦mica reforma de la pol¨ªtica agraria comunitaria nos coloca a las duras y no tanto a las maduras.La mencionada reforma fue aprobada por Bruselas en el pasado mes de mayo y en ella se contemplan dos paquetes diferenciados de medidas. Un primer bloque de obligatoria aplicaci¨®n que busca alcanzar una significativa reducci¨®n de las producciones excedentarias, v¨ªa precios. Los productos perseguidos y que afectan especialmente a nuestra actividad agraria son, tanto los cereales para grano y forraje como la leche y carne y posiblemente tambi¨¦n el girasol, de so-lucionarse el contencioso del GATT en la l¨ªnea de las pretensiones de Estados Unidos, En este caso, habr¨ªa que poner en marcha la reforma de la reforma. Vemos perfilarse, por tanto,un sombr¨ªo panorama que afectar¨¢ a la estabilidad econ¨®mica de miles de agricultores y que provocar¨¢ tensiones de ajuste en el uso del suelo y el manejo de recursos naturales.
Para tratar de paliar estas tensiones se puso en marcha un segundo bloque las medidas de acompa?amiento o complementarias- que los Gobiernos co munitarios pueden aplicar. Encaso de incorporarlas, la financiaci¨®n del proyecto correr¨¢ a. cargo de los presupuestos de cada pa¨ªs y de la CE, en la proporci¨®n del 25% y 75%, respectivamente. Las medidas complementarias se agrupan en tres l¨ªneas: jubilaci¨®n anticipada, reforestaci¨®n de tierras agr¨ªcolas y pr¨¢cticas agr¨ªcolas compatibles con el medio ambiente.
De estas tres, parece ser que el Gobierno espa?ol s¨®lo tiene inter¨¦s en financiar la parte que le corresponde en las dos primeras, dejando m¨¢s ambig¨¹edad o inconcreci¨®n en la tercera, circunstancia que impedir¨ªa desviar hacia Espa?a recursos destinados tanto a la agricultura ecol¨®gica como hacia sistemas de gran tradici¨®n en las culturas agrarias aut¨®ctonas. Por ejemplo, hacia el encinar adehesado con leguminosas o cereales, la mejora de los pastizales y la de las razas autoctonas en r¨¦gimen extensivo.
Con todo, la financiaci¨®n prevista para las otras dos no deja de ser reveladora de los objetivos .de la actual pol¨ªtica agraria. Una cifra desmesurada para la jubilaci¨®n anticipada -se habla de 6.000 millones al a?o- que posiblemente no se vea cubierta por las peticiones de los propios agricultores. Por el contrario, una mezquindad para a re restaci¨®n de tierras agr¨ªcolas, ya que la nueva pol¨ªtica forestal se fija como meta la reforestaci¨®n anual de 80.000 hect¨¢reas. A efectos comparativos, recor emos que durante el periodo comprendido entre 1960 y 1980 se alcanzaban y aun superaban las 100. 000 hect¨¢reas al a?o y entonces sin la sustancial ayuda que ahora se percibe de Bruselas.
La generosidad presupuestaria que se nos anuncia sigue obsesionada con las carreteras y con el Plan Hidrol¨®gico Nacional del MOPT, con unfestival de presas y trasvases preocupante, no s¨®lo por el escaso valor que en el citado ministerio se le concede todav¨ªa. a los estudios de impacto ambiental, sino tambi¨¦n porque parece que no est¨¢n ya los tiempos para nuevos rega ios.Descoordinaci¨®nDesde luego, no vemos un gran alarde en la coordinaci¨®n de las distintas pol¨ªticas sectoriales. Por un lado, se aspira a reducir la producci¨®n excedentaria. Por otro, a promover regad¨ªos de alta productividad. En medio, olvidada, se encuentra la repoblaci¨®n forestal, a la que un Gobierno progresista debe orientar hacia especies aut¨®ctonas para no perder esa oportunidad hist¨®rica, que, aunque dise?ada desde Bruselas, podr¨ªa transformar la faz de nuestro pa¨ªs. Lo mismo cabr¨ªa decir delpaquete de agricultura compa-tible con el medio ambiente. Despreciar esta ocasi¨®n de conseguir fondos importantes para algunos subsectores agr¨ªcolas tradicionales as¨ª como para nuestros sistemas ganaderos extensivos aut¨®ctonos, ser¨ªa de una miop¨ªa irreversible.
Nuestra autoridades agrarias est¨¢n a tiempo de reconsiderar ciertos planteamientos sobre todo teniendo en cuenta que los sistemas agroganaderos de muchas zonas podr¨ªan beneficiarse de las ayudas comunitarias.Juan Serna es miembro del Consejo Regulador de Agricultura Ecol¨®gica (CRAE) y M. ?ngel Garc¨ªa Dory es doctor ingeniero agr¨®nomo,
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