La firme solidez de Joan Rom
Despu¨¦s de haber experimentado algunos cambios realmente sustanciales en la evoluci¨®n de su obra, los trabajos recientes de Joan Rom (Barcelona, 1954) confirman, por si a alguien le quedaba a¨²n alguna duda, que se trata de uno de los artistas m¨¢s relevantes que la escena tridimensional catalana ha producido en este ¨²ltimo decenio. La mostraci¨®n directa de su obra, la firme solidez de su discurso -el art¨ªstico y el verbal-, la claridad de sus acepciones est¨¦ticas, el sentido de su trayectoria, el compromiso de sus tesis, constituyen todos ellos elementos que contribuyen a forjar de ¨¦l esa imagen de artista que quiere participar poco del ruido ambiental y que s¨ª participa, y mucho, de las vicisitudes de ese mismo ambiente, relacionado con su tiempo y con su lugar. Junto al irrenunciable inter¨¦s de su obra, ah¨ª radican algunos de los puntos que hacen de Joan Rom un artista plenamente consecuente con su tiempo.Las obras que ahora presenta siguen abonando la concepci¨®n de que el arte es una actividad que, a pesar de su inmanente privacidad, afecta a un espectro social m¨¢s amplio, con el que comparte intereses y dudas, problemas y esperanzas, y con el que, se vincula con algo m¨¢s que con la mera relaci¨®n artista-espectador, situ¨¢ndose, pues, m¨¢s all¨¢ de simples estrategias formales o visuales.
Joan Rom
1991-1992Galer¨ªa ?ngels de la Mota. Goya, 5. Barcelona. Hasta el 30 de enero.
Materiales inusuales
Joan Rom es un artista que hace de su escultura una permanente llamada a los dispositivos de la memoria, un l¨®gico cultivo de las im¨¢genes forjadas en los repertorios particulares y una aproximacion sensible a las estructuras elementales e irrenunciables de la mente humana, coloc¨¢ndonos cerca de una familiaridad que, aun as¨ª -o quiz¨¢s precisamente debido a ello-, nos resulta inquietante. Por medio de materia les un tanto inusuales -no por ello menos connotantes-, como la lana, el cuero y unas estructuras esquel¨¦ticas m¨ªnimas que so portan las apariencias de las piezas acerc¨¢ndolas a una particular l¨®gica de la representaci¨®n -m¨¢s la cuesti¨®n del uso de las peanas-, el artista construye un discurso potente y escueto que apela por igual a la atracci¨®n vi sual que a la repelencia at¨¢vica, a las formas reconocibles que a los desvar¨ªos de la imaginaci¨®n, a la soledad del creador que a la posici¨®n de la colectividad.Huelga decir que no s¨®lo el aspecto material de las obras aporta semejante recurso: el repertorio de formas y la disposici¨®n de las piezas empuja igualmente al espectador a ese ¨¢mbito de lo m¨¢s o menos familiar que hace que cada obra funcione como un imparable generador de reflejos, estableciendo un fluido de relaci¨®n altamente energ¨¦tico entre todas ellas y situ¨¢ndonos cerca de la idea del individuo como integrante de un ¨¢mbito mayor y m¨¢s comprometido, en profunda relaci¨®n con el ser art¨ªstico.
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