Guerra fr¨ªa, final con sorpresa
El armamentismo deja una triste herencia de contaminaci¨®n nuclear
El fin de la guerra fr¨ªa vivi¨® ayer en Mosc¨² un nuevo momento estelar con la firma del tratado Start II por los presidentes norteamericano, Bush, y ruso, Yeltsin. Pero el acuerdo para tan importante desmantelamiento de sus respectivos arsenales nucleares acent¨²a una tremenda inquietud: ?qu¨¦ pasar¨¢ ahora con todos los residuos nucleares militares, mucho m¨¢s importantes que los ya conocidos en el ¨¢mbito de la actividad civil?
El marat¨®n b¨¦lico ha engendrado unas monstruosas criaturas que no se pueden ahora esconder, sin m¨¢s, en el s¨®tano y olvidarse de ellas. Ning¨²n pa¨ªs del mundo ha encontrado una soluci¨®n definitiva a los residuos radiactivos de larga vida, los producidos por centrales nucleares y, por el armamento. Y su carga letal no es ninguna tonter¨ªa. El radiois¨®topo del plutonio 239, por ejemplo, resulta peligroso durante un cuarto de mill¨®n de a?os; dicho de otra forma, durante 12.000 generaciones humanas seg¨²n c¨¢lculos publicados por el Worldwatch. Institute. En otros, el riesgo dura millones de a?os A pesar de las intensas, investigaciones que se llevan a cabo en centros como el Laboratorio Nacional de Los ?lamos, en Nuevo M¨¦xico (EE UU), los cient¨ªficos. reconocen que se ha avanzado muy poco en cuanto a tecnolog¨ªas para transmutarlos y hacer los menos peligrosos. Todas las soluciones apuntan hacia la b¨²squeda de un lugar seguro, un dep¨®sito geol¨®gico donde guardarlos, tal cual son, y esperar...El tratamiento y reprocesamiento de algunos. de estos materiales es otra v¨ªa. En este sentido, la planta de Sellafield (Reino Unido) es una de las m¨¢s importantes del mundo. Seg¨²n un reportaje publicado el pasado verano en The Independent, estas instalaciones almacenar¨¢n m¨¢s de la mitad de las existencias civiles de qu¨ªmica nuclear del mundo.
Un estudio de la Oficina de Contabilidad General, (GAO), que depende del Congreso de EE UU, ha puesto de relieve los peligros de la contaminaci¨®n causada por los desechos radiactivos y qu¨ªmicos en las bases militares norteamericanas establecidas en Alemania, Reino Unido, Italia, Turqu¨ªa, Islandia, Canad¨¢, Corea, Filipinas y Espa?a (EE UU ha llegado a tener 493 bases militares en el mundo). La GAO advierte que los costes de la limpieza y la reducci¨®n de los peligros de esta contaminaci¨®n pueden ser multimillonarios. Da estremecedores casos concretos s¨®lo para limpiar y descontaminar los suelos de las bases instaladas en Alemania har¨ªan falta m¨¢s de 300.000 millones de pesetas. En la abandonada estaci¨®n de radar norteamericana del monte Heidartfall, en Islandia, se calcula que se dejaron abandonadas 9.000 toneladas de desechos contaminantes en un radio de dos hect¨¢reas. Las radiaciones de los submarinos nucleares en la base de Holy Loch, en Escocia, es probablemente la causa de las numerosas muertes por c¨¢ncer en la zona.
Otra noticia caliente, de finales de noviembre, da buena idea del gigantesco riesgo potencial: seg¨²n la cadena de televisi¨®n norteamericana ABC, la carga de plutonio contenida en el submarino sovi¨¦tico komsomolets, propulsado porreactores at¨®micos y, equipado con misiles nucleares, torpedos y hasta 64 min¨¢s, y que se hundi¨® en 1989 en la costa noruega, puede haber empezado a filtrarse al exterior, con el consiguiente peligro para la fauna marina y la riqueza pesquera. El reportaje aportaba un detalle: millares de lobos marinos han muerto ya v¨ªctimas de c¨¢ncer en el oc¨¦ano ?rtico.
La informaci¨®n p¨²blica sobre estos asuntos es muy escasa, por tratarse de cuestiones militares de alto nivel y, por tanto, de secretos de Estado. Las mayores atrocidades que ahora salen a la luz proceden de la antigua URSS y su enorme potencial nuclear. Muchos han dicho que el legado m¨¢s duradero que el comunismo ha dejado en la Europa central y oriental es la ruina ecol¨®gica. Hay un dato muy esclarecedor: En los pa¨ªses del hemisferio norte, seg¨²n la esperanza media de vida, la antigua URSS, Hungr¨ªa, Polonia, Rumania, Checoslovaquia y Bulgaria ocupan los ¨²ltimos puestos (en torno a los 66-67 a?os).
La revista norteamericana New Scientist public¨® recientemente un informe elaborado por el Instituto de Biof¨ªsicos del antiguo Ministerio de Sanidad Sovi¨¦tico en el que se indica que m¨¢s de 8.000 personas murieron y 28.000 han sido "gravemente irradiadas" durante d¨¦cadas de escapes del complejo nuclear de Mayak, en Kishtim. El informe se basa en mediciones de radiactividad hechas desde 1960.
Mayak es parte de un complejo secreto de armamento nuclear que se construy¨® en 1948 con el nombre de Chelibinsk 40. Sus cinco reactores, usados durante muchos a?os para producir plutonio para bombas, han sido ya clausurados. Pero el historial es realmente poco tranquilizador: desde 1949, al menos 150 millones de curios de material radiactivo han ido a parar al entorno como consecuencia de la actividad del complejo. Para hacerse una idea, en el accidente de Chern¨®bil se dejaron escapar 50 millones.
Dmitri Litvinov, coordinador de las expediciones internacionales de Greenpeace, dijo: "Perdura el m¨¢s peligroso legado de la. guerra fr¨ªa, porque, aunque ocultos, los restos nucleares siguen siendo una amenaza de muerte y destrucci¨®n". El jefe de la campa?a pro desarme de Greenpeace, Gerd Leipold, introdujo m¨¢s misterio a¨²n en el asunto al declarar que las potencias nucleares que m¨¢s celosamente guardan sus secretos no son Rusia ni EE UU, sino el Reino Unido y Francia.
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