Ampliar el papel humanitario de la ONU
La autorizaci¨®n del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas que permite emplear "todos los medios necesarios" para proporcionar ayuda humanitaria urgente a los casi dos millones de somal¨ªes que luchan por sobrevivir refleja el aumento de la demanda mundial de solidaridad con las poblaciones inocentes atrapadas por la violencia pol¨ªtica a gran escala. Esta hist¨®rica resoluci¨®n podr¨ªa ser crucial para la forma en que Naciones Unidas cumpla de ahora en adelante los nuevos papeles vitales que se le conminan a desempe?ar en todos los aspectos de la vida internacional.Pero ser¨ªa ingenuo pensar que con esta acci¨®n sin precedentes en favor de Somalia, Naciones Unidas ha encontrado un modelo que pueda trasponerse autom¨¢ticamente a todas las crisis humanas provocadas por la guerra. En efecto, el prolongado sufrimiento que est¨¢ destruyendo Bosnia es un claro ejemplo de lo mal preparada que sigue estando la comunidad mundial para resolver eficazmente las crisis humanas que asolan el globo. El secretario general de Naciones Unidas, Butros Gali, y varios miembros del Consejo de Seguridad han subrayado que la decisi¨®n de enviar tropas estuvo dictada por el "car¨¢cter ¨²nico" de la situaci¨®n somal¨ª: la ausencia de una autoridad central que ponga fin al progresivo caos civil y a la anarqu¨ªa que imped¨ªan que la ayuda humanitaria llegara a las decenas de miles de personas amenazadas por el hambre y una muerte inminente. De modo que sigue siendo urgentemente necesario lograr un consenso sobre la naturaleza y alcance de la acci¨®n humanitaria en este tipo de situaciones, puesto que es poco probable que se pueda poner fin a la explosi¨®n mundial de conflictos internos. Con la euforia por el final de la guerra fr¨ªa, el mundo infravalor¨® gravemente las fuerzas que se desatar¨ªan tras el cese de las rivalidades internacionales. La guerra fr¨ªa hab¨ªa creado una estabilidad artificial y el desorden que ahora presenciamos es una expresi¨®n hist¨®rica de fuerzas reprimidas durante mucho tiempo. Naciones Unidas, cuyo objetivo a lo largo de su medio siglo de existencia ha sido responder a conflictos entre Estados, se esfuerza ahora por enfrentarse a crisis de una naturaleza completamente diferente, con pocos mecanismos probados que la gu¨ªen en su intento de ayudar a los que se ven atrapados en conflictos internos.
La comunidad internacional, que reconoce que la naturaleza de estos nuevos retos exig¨ªa. una respuesta de unas Naciones, Unidas considerablemente reforzadas, estableci¨® a principios de este a?o algunos mecanismos como el Fondo Central de Urgencia, dotado con 50 millones de d¨®lares, la funci¨®n de Coordinador para la Ayuda, Urgente, as¨ª como el Departamento para Asuntos Humanitarios de Naciones Unidas. Pero para ser capaces de enfrentamos a las diversas crisis nuevas que ahora amenazan al mundo har¨¢ falta como m¨ªnimo la profunda reestructuraci¨®n de Naciones Unidas que ha planteado el secretario general -y sobre todo sus propuestas contenidas en la Agenda para la Paz .sobre la creaci¨®n de unas fuerzas de paz disponibles en todo momento-
Esto es especialmente cierto en el caso de operaciones de Naciones Unidas en el campo humanitario. Las relaciones internacionales se basan en los principios de soberan¨ªa y no injerencia en los asuntos internos de los Estados. ?D¨®nde pues deber¨ªan las operaciones de ayuda de Naciones Unidas trazar la l¨ªnea divisoria entre la solidaridad que el mundo exige para con la gente que lucha por la supervivencia en medio de hostilidades internas y el principio generalmente aceptado de la soberan¨ªa nacional? ?Y c¨®mo debemos proteger la seguridad de Naciones Unidas y otras organizaciones de socorro que, a menudo sin el entrenamiento y equipo apropiados, se ven inmersas en situaciones en las que ellas mismas acaban siendo blanco de las facciones en lucha?
A la hora de definir las l¨ªneas generales de la acci¨®n humanitaria internacional, ser¨¢ esencial evitar que se deteriore el car¨¢cter imparcial y neutral de Naciones Unidas. Tenemos que respetar la susceptibilidad de muchos pa¨ªses, especialmente la de las naciones m¨¢s j¨®venes que no quieren ver su soberan¨ªa mermada por ning¨²n nuevo mecanismo. Y, por supuesto, tenemos que garantizar que nuestras operaciones de socorro no se consideren nunca un pretexto para ampliar los intereses de grupos. poderosos de Estados ni los de grupos o partidos del pa¨ªs afectado.
Pero estos problemas no son motivo de par¨¢lisis. Los Estados miembros han se?alado por mayor¨ªa a trav¨¦s de recientes resoluciones de la Asamblea General que los gobiernos y partidos en guerra son los principales responsables del bienestar de las poblaciones no combatientes. El sufrimiento de estas poblaciones es una inquietud y responsabilidad leg¨ªtimas de toda la comunidad internacional. Si en esta etapa de nuestra historia -con el final de la guerra fr¨ªa y el principio de una nueva era- no hacemos del bienestar de la gente la raz¨®n central de nuestras preocupaciones y no demostramos que el objetivo de organizamos en sociedades y organizaciones internacionales era en efecto mejorar la condici¨®n del ser humano, somos un fracaso como humanidad.
Ser¨ªa cruel limitar nuestras preocupaciones humanitarias al hambre y a la muerte por causa de conflictos pol¨ªticos porque gran parte de ese conflicto se deriva de la falta de desarrollo, de la incapacidad para proporcionar servicios b¨¢sicos en las ¨¢reas de sanidad, nutrici¨®n, educaci¨®n y otras ¨¢reas vitales. Ser¨ªa tambi¨¦n cruel ignorar a las decenas de millones de personas que est¨¢n en situaciones igual de extremas como consecuencia de la sequ¨ªa pertinaz y otros desastres naturales. Y nuestra responsabilidad no deber¨ªa reducirse a la provisi¨®n de alimentos y materiales b¨¢sicos de supervivencia. La ayuda, la rehabilitaci¨®n y el desarrollo son parte de un todo.
La reparaci¨®n de instalaciones de agua y la renovaci¨®n de la red el¨¦ctrica, el suministro de utensilios y semillas, no se suelen considerar necesidades urgentes y, por consiguiente est¨¢n mal financiadas. Pero si no resolvemos estos problemas en la fase de emergencia, no s¨®lo causamos un da?o enorme sino que tambi¨¦n obligamos a poblaciones enteras a abandonar sus casas y aldeas, lo cual multiplica el coste de los programas de ayuda. Esta ayuda urgente puede verse como una limosna humillante a menos que d¨¦ a los que la reciben esperanzas para el futuro. Por consiguiente, el factor desarrollo debe tenerse en cuenta desde el principio en las operaciones humanitarias.
Naciones Unidas est¨¢ en una posici¨®n ¨²nica para abordar las crisis humanas a las que el mundo se enfrenta hoy y que probablemente se intensificar¨¢n en el futuro. La. importancia de Naciones Unidas en el nuevo orden internacional se decidir¨¢, en gran parte, por c¨®mo y cu¨¢ndo la organizaci¨®n, y sobre todo sus miembros, respondan a esas crisis.
es subsecretario general del Departamento para Asuntos Humanitarios y coordinador para la Ayuda Urgente de Naciones Unidas.
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