El bombardeo de Bagdad no logra restar brillo al espectacular recibimiento a Clinton en Washington
Los fuegos artificiales iluminaron el cielo de Washington con mucha m¨¢s fuerza que los destellos de la artiller¨ªa antia¨¦rea iraqu¨ª. El bombardeo sobre Bagdad no consigui¨® restar brillo a la espectacular ceremonia con la que los norteamericanos recib¨ªan en la capital federal a su nuevo presidente, William Jefferson Clinton. Por el contrario, las 400.000 personas que se reunieronen el Mall, la gigantesca explanada que une el Capitolio con el monumento a Lincoln, aprovecharon el conflicto del Golfo para reafirmar sus s¨ªmbolos y su fe en el sistema norteamericano.
"Har¨ªan falta muchos Sadam Husein para interrumpir una ceremonia como esta", coment¨® Jeff, un marine de cabeza rapada.Luc¨ªa un sol fr¨ªo en la explanada donde los estadounidenses montaban su merienda en este d¨ªa de orgullo nacional. Los aviones sobrevolaban en formaci¨®n el cielo de la ciudad y desde el escenario Ray Charles les hac¨ªa abrazarse de emoci¨®n con la canci¨®n "America the beautiful". M¨¢s de 25 millones de d¨®lares de coste garantizaban la perfecci¨®n del montaje y aseguraban la emoci¨®n con la precisi¨®n que acostumbran a tener los profesionales de Hollywood, que organizan estos cuatro d¨ªas de celebraci¨®n.
"El sentido de esta ceremonia es reafirmar el esp¨ªritu de Estados Unidos para poder hacer del mundo un lugar m¨¢s seguro", dijo Judy Reebman, una profesora de 50 a?os, que a?adi¨®: "Es una pena que Sadam Husein nos siga provocando. En un d¨ªa como este la noticia me da una sensaci¨®n agridulce, pero lo que ha pasado no nos hace dejar de creer en nuestros s¨ªmbolos".
Ninguno de los participantes en el espect¨¢culo comunic¨® la noticia del bombardeo a los espectadores, por lo que era f¨¢cil encontrar a gente que no sab¨ªa del - ataque porque hab¨ªan permanecido en la calle, alejados de sus televisores, desde la ma?ana. Bill Clinton simplemente cit¨® a Irak, junto con Somalia y Bosnia-Herzegovina, en la lista de pa¨ªses donde se vive una situaci¨®n dolorosa.
Washington estaba empapelado por banderas, y en cada esquina se vend¨ªan camisetas de Bill Clinton, tocando el saxof¨®n o sonriendo al lado de su esposa Hillary en una foto oficial. La capital federal estaba ocupada por decenas de miles de norteamericanos en zapatillas de deporte que daban un aire de naturalidad a una ciudad construida con frialdad para el perfecto ejercicio de los juegos de poder.
El ambiente estaba ayer demasiado contagiado de esa carga de sentimentalismo pegajoso, muy americano, como para que un bombardeo de pocos minutos empa?ara la hist¨®rica jornada. Los ciudadanos quer¨ªan creer en el sue?o de pel¨ªcula que el ascenso de Clinton supone y el espect¨¢culo sigui¨® sin alteraciones. Tanto los norteamericanos de a pie como las estrellas de Hollywood, que hab¨ªan hecho agotarse las limousines con ch¨®fer de la ciudad, quer¨ªan ser testigos de c¨®mo un hombre de la calle llega al Despacho Oval.
El momento culminante de la jornada fue cuando el presidente electo, Bill Clinton, y el vicepresidente electo, Al Gore, tocaron una r¨¦plica de la campana de la libertad, a la misma hora que cientos de miles de norteamericanos hac¨ªan sonar otras tantas miles de campanas por todo el pa¨ªs para reforzar el s¨ªmbolo de su herencia.
El viaje del 42? presidente a Washington comenz¨® de madrugada y a una temperatura bajo cero, cuando su autob¨²s abandon¨® la misma casa de la que su predecesor Jefferson sali¨® hace 193 a?os para tomar posesi¨®n de su cargo. "Queremos que esta ceremonia inaugural y esta Administraci¨®n empiecen en el esp¨ªritu de Thomas Jefferson, quien dijo que cada generaci¨®n le da a la democracia una oportunidad para renovarse a s¨ª misma", dijo Clinton antes de abordar el i autob¨²s que tanto rendimiento le dio durante su larga campana electoral.
Asistencia a misa
Varios autocares m¨¢s, llenos de colaboradores y periodistas, formaron la caravana, que se detuvo a media ma?ana en la localidad de Culpeper para cumplir con la sagrada obligaci¨®n dominical de escuchar misa. Pocos minutos despu¨¦s, en medio de los 200 kil¨®metros de carretera que separan el hogar de Jefferson de la capital federal, Clinton recibi¨® en su autob¨²s la llamada de Bush comunic¨¢ndole el nuevo ataque contra Bagdad. Clinton no quiso efectuar m¨¢s declaraci¨®n que su apoyo a la decisi¨®n del hombre al que suceder¨¢ y prosigui¨® camino hacia el Lincoln Memorial.
La fiesta musical de dos d¨ªas en la que el equipo de Clinton ha querido recoger el esp¨ªritu de reunificaci¨®n nacional que se le quiere dar a este relevo de poder comenz¨® poco despu¨¦s de las cuatro de la tarde. Entre los artistas que act¨²an por amor a la patria estaban Michael Jackson, Aretha Fraklin, Ray Charles, Diana Ross, Rub¨¦n Blades, Jack Nickolson, Bill Cosby y Sidney Poitier.
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