Respuesta insegura
LA APROBACI?N que ha dado el Parlamento de los serbios de Bosnia (tras un debate agitado y largu¨ªsimo) al plan de la ONU y de la Comunidad Europea para poner fin a la guerra no puede despertar ni optimismo ni entusiasmo, pese a la amplia mayor¨ªa 55a 15- con que ha sido aprobado. Ello permite, sin duda, que contin¨²en las negociaciones entre musulmanes, croatas y serbios que ya se iniciaron en Ginebra.Y significa tambi¨¦n la victoria del nacionalismo serbio representado por Milosevic y Karadjic sobre los grupos m¨¢s extremistas y m¨¢s ciegos ante la realidad; pero no es en modo alguno un nacionalismo moderado: es el culpable de la guerra y de las terribles salvajadas que en ella han sido cometidas. Es un nacionalismo m¨¢s realista y dispuesto a aprovechar las ventajas, no peque?as, que les ofrece el propio plan presentado por Vance y Owen.
Aprobar el plan supone, antes que nada, aceptar un Estado de Bosnia-Herzegovina en el que serbios, musulmanes y croatas cooperar¨¢n en la direcci¨®n estatal, con un sistema descentralizado basado en 10 provincias con poderes ejecutivos importantes, si bien ninguna de ellas podr¨¢ establecer acuerdos con otro Estado extranjero. Para los serbios es renunciar, al menos en teor¨ªa, a su objetivo de crear un "Estado, serbio" en Bosnia que luego podr¨ªa unirse a la Gran Serbia. Contra tal renuncia se levantaron los partidarios del no en la reuni¨®n de Pale.
Ahora bien, una vez aceptados los principios de la propuesta Vance-Owen, sigue en pie la gran pregunta de hasta qu¨¦ punto podr¨¢ ser llevado a la pr¨¢ctica. Karadjic, por ejemplo, no ha ocultado que rechaza el trazado de las 10 provincias y que exige conservar en su poder los territorios que establecen el contacto con Serbia. ?Habr¨¢, pues, acuerdo sobre las 10 provincias? Todo indica que ser¨¢ dificil¨ªsimo, y que, por otra parte, los serbios van a seguir defendiendo en la discusi¨®n concreta del plan una posici¨®n encaminada a conservar sus conquistas.
En todo caso, conviene se?alar que no todas las dificultades vienen de parte de los serbios. El espect¨¢culo de los enfrentamientos entre croatas y musulmanes en Gorni Vakuf y otros lugares es bochornoso. Los croatas han querido imponer su autoridad por la fuerza en una zona que, seg¨²n lo propuesto, pertenecer¨¢ a una provincia de hegemon¨ªa musulmana. Con tal m¨¦todo, el plan de paz se convertir¨ªa en su contrario: en pretexto de nuevas luchas.
La situaci¨®n en Bosnia entra, pues, en una etapa en la que no van a desaparecer ni los combates ni las dificultades. El hecho de que las tres partes contin¨²en las negociaciones para resolver las enormes dificultades en torno a una mesa y no a tiros ofrece una posibilidad de avanzar hacia la paz. Pero esa posibilidad est¨¢ amenazada desde m¨²ltiples frentes.
Dos condiciones son fundamentales para que las perspectivas no se oscurezcan enseguida. Primero, que se d¨¦ prioridad absoluta a la parte del plan que se refiere al cese de los combates. El s¨ª serbio deber¨ªa traducirse en hechos concretos, en todos aquellos que potencien las medidas indispensables para poner fin a las hostilidades. Por otra parte, no puede descartarse que el nacionalismo serbio vuelva a bloquear el proceso de paz en una etapa ulterior. Ello aconseja, adem¨¢s de reforzar los cascos azules que actualmente aseguran misiones humanitarias, que el Consejo de Seguridad de la ONU siga dispuesto al empleo de medidas de fuerza.
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