Los 'desbandados'
Los madrile?os no se enteran o no quieren enterarse de las admoniciones del alcalde. Pero los municipales tampoco. Lo que en principio apareci¨® como bando ecol¨®gico, se troc¨® en una des-bandada jur¨ªdica y laboral. El alcalde prohibi¨®, para luchar contra la contaminaci¨®n, aparcar en las principales v¨ªas: avenida de Am¨¦rica, Serrano, Vel¨¢zquez, la Castellana y muchas m¨¢s, hasta sumar 20 kil¨®metros de asfalto.Pues bien: ayer, a las once de la ma?ana, era imposible infringir el bando. A menos que se aparcara en doble fila. M¨¢s de 5.000 automovilistas convirtieron todas esas calles, prietas las filas de coches en la acera derecha y m¨¢s prietas en la izquierda, en un monumento a la desobediencia civil. Los polic¨ªas parec¨ªan intelectuales callejeros, bol¨ªgrafo en ristre, bien aplicados sobre unas libretas que debieron de gastarse en una hora de tanto anotar matr¨ªculas.
Algunos, como aquel agente alto, barbirrubio y afable que trabajaba a pie de gr¨²a en Goya, expresaban sus dudas: "La gr¨²a no da abasto. Pero es que adem¨¢s el bando es muy ambiguo, porque creo que proh¨ªbe aparcar hasta a los propios residentes. Y eso es un tanto absurdo, porque si no ponen el coche aqu¨ª lo har¨¢n en calles cercanas, m¨¢s peque?as, con lo que el efecto sobre la contaminaci¨®n y el tr¨¢fico es el mismo, si no peor".
En Vel¨¢zquez, un compa?ero suyo mostraba ideas m¨¢s claras. Ni residentes, ni periodistas, ni minusv¨¢lidos -hab¨ªa un cartelito que autorizaba al propietario a colocar el veh¨ªculo donde le viniera en gana, debido a su incapacidad f¨ªsica escaparon al brazo de la ley. Ante los ojos del municipal se extend¨ªa un kil¨®metro flamante de m¨¢quinas insurrectas donde pod¨ªa saciar sus ansias justicieras.
Otro, en la avenida de Filipinas, aleccionaba entre multa y multa:
-El bando lo expresa bien claro: no se puede aparcar en doble fila en v¨ªas preferentes.
-?S¨®lo en doble fila? -pregunt¨® el periodista.
-S¨®lo.
-Pues creo que proh¨ªbe incluso aparcar a los residentes.
-No, hombre, no. ?Se imagina usted lo que supondr¨ªa eso? Una locura.
Efectivamente, una locura, cuyos entresijos desconoc¨ªa el polic¨ªa. Ni residentes, ni nadie, pod¨ªan ayer aparcar en las principales calles de la ciudad.Pasa a la p¨¢gina 2
Por la ecolog¨ªa, una huelga cada d¨ªa
Viene de la p¨¢gina 1El tr¨¢fico manaba suave desde la ma?ana. Los autobuses y el metro, m¨¢s vac¨ªos que otros d¨ªas. A un peat¨®n se le ocurri¨® que la mejor medida contra la contaminaci¨®n ser¨ªa una huelga cada d¨ªa. Hoy los taxistas, ma?ana los autobuses, pasado los futbolistas, y despu¨¦s los funcionarios.
Daban ganas de salir de compras, aunque los esquiroles del cierre de los comerciantes hicieran su agosto. En Claudio Coello s¨®lo abri¨® la tienda de una mujer elegant¨ªsima, culta, cuarenta a?os, pendientes grandes y verdosos. Era la due?a de Catarsis, cadena de ropa. En su tienda de Vel¨¢zquez decidi¨® echar las persianas por la mitad, hasta que se cercior¨® de que los piquetes no le har¨ªan da?o y de que las tiendas colindantes, como la de Pepa Nieto, Ekseption, o Daguerre, abrieron. Se solidarizaba con los motivos de la huelga, porque cree que un domingo, cuando las se?oras se van "en manadas" con sus familias a El Corte Ingl¨¦s, "que s¨®lo les falta la fiambrera", para comprarse de todo, causa estragos en tiendas como la suya. Y hay que luchar contra ello, "pero negociando, no con paros".
Las tiendas que abrieron ayer hicieron menos negocio que cualquier d¨ªa laborable. Incluso El Corte Ingl¨¦s de Princesa, el Alfaro del Bernab¨¦u o el Prica de Hortaleza se resintieron del cierre. Para ello sirvi¨® de gran ayuda la propaganda que el lunes repart¨ªan los panaderos.
-Se llevar¨¢ usted m¨¢s pistolas hoy se?ora. ?No se ir¨¢ ma?ana a El Corte Ingl¨¦s, verdad?
-lanzaban algunos a sus clientes.
No obstante, fueron las panader¨ªas de esos hipermercados las ¨²nicas beneficiadas del cierre. En la de Jumbo se vendi¨® el doble que un d¨ªa normal.
En centros como el Moda Shopping, en la calle de la Princesa, s¨®lo abrieron tres o cuatro tiendas. El due?o de la zapater¨ªa Jos¨¦ Mar¨ªa Moreno tambi¨¦n se solidarizaba con sus colegas, pero abri¨® sus ocho tiendas porque el receso econ¨®mico del pa¨ªs es demasiado grave para prescindir de los ingresos de un d¨ªa.
Manual de m¨ªtines
Los dependientes de una tienda de ropa dec¨ªan que el jefe les oblig¨® a ejercer de esquiroles. ?Sabes si hay movida ah¨ª en la plaza de Espa?a? ?Crees que nos podr¨¢n obligar los piquetes a cerrar?, preguntaba ella, con notables deseos de que as¨ª fuera.
Pero en plaza de Espa?a todo discurr¨ªa mansamente. Los portavoces declamaban lugares comunes que debieran constar en alg¨²n manual sobre m¨ªtines: "Estamos cargados de raz¨®n" y "si hace cuatro a?os hubi¨¦ramos luchado ( ... ), a estas alturas no tendr¨ªamos que pedir regulaci¨®n de horario, a estas alturas no tendr¨ªamos que y a estas alturas...".
A esas alturas de la ma?ana, el bando anticontaminaci¨®n cumpl¨ªa tres horas de edad y quedaba obsoleto. Hoy, con cien mil comercios abiertos, la desbandada puede ser a¨²n mayor.
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