A la sombra del carn¨¦
MEJOR LE hubieran ido las cosas al PSOE si las advertencias de su secretario general contra los logreros que medraron abusando de su militancia en ese partido, y que se han plasmado de inmediato en dos significativas dimisiones, hubieran sido llevadas a la pr¨¢ctica mucho antes. Los sarcasmos sobre lo tard¨ªo de la reacci¨®n de Felipe Gonz¨¢lez o sobre la desproporci¨®n entre su advertencia y la entidad de los esc¨¢ndalos conocidos son hasta cierto punto inevitables. Pero ello no justifica subestimar la rectificaci¨®n que el gesto parece anunciar. Si se trata o no de la tantas veces anunciada y aplazada perestroika socialista es algo que est¨¢ por ver. Pero al menos da la impresi¨®n de que las encuestas han hecho despertar de su enso?aci¨®n al secretario general- el candidato Gonz¨¢lez parece haber entendido lo que est¨¢ pasando.Lo que est¨¢ pasando es que puede perder las elecciones, y lo que no quer¨ªa entender es que el descr¨¦dito que tal vez conduzca a los socialistas a la derrota se lo han ganado a pulso: que no es el resultado de una conspiraci¨®n urdida por el Opus, la derecha y la prensa, como todav¨ªa finge creer Guerra, sino del conocimiento por la opini¨®n p¨²blica -o por el sector m¨¢s informado de ella- de comportamientos indefendibles desde cualquier punto de vista. Lo de la multinacional Siemens ha sido, efectivamente, muy fuerte, tanto por la naturaleza del asunto como por las personas implicadas. Pero son comportamientos nacidos con toda probabilidad de la vista gorda con que se contemplaron los primeros escarceos fuera del Dlato de personas de confianza que hac¨ªan su aprendizaje al amparo de la coartada de estar trabajando para el partido.
La direcci¨®n del PSOE dice ahora que Aida ?lvarez, ex coordinadora de finanzas, ya no era afiliada; pero el martes pasado, una nota de prensa de esa misma direcci¨®n afirmaba que s¨ª lo era, y en cuanto tal le pidi¨® explicaciones el secretario de organizaci¨®n. La contradicci¨®n refleja seguramente la ambig¨¹edad del estatus de las personas que comenzaron haciendo negocios para, con, desde, por el partido -como atestiguan algunas de las facturas reveladas por el caso Filesa- y siguieron luego por su cuenta.
La autoexculpaci¨®n de los comisionistas, en el, sentido de que no se han aprovechado de su condici¨®n de militantes para mediar en las concesiones por las que cobraron fuertes comisiones, resulta tan inveros¨ªmil como la pretensi¨®n de la ejecutiva socialista de lavarse las manos con el argumento de que no pod¨ªa reponsabilizarse de los negocios privados realizados por militantes que en el pasado hubieran desempe?ado funciones "org¨¢nicas o institucionales". Pues lo que interesa del asunto es que esos negocios tienen que 1 ver precisamente con decisiones pol¨ªticas, y que, aparte su proximidad al partido del poder, se ignora qu¨¦ Otra cualidad profesional adornaba a tales comisionistas para que una multinacional como Siemens les pagar¨¢ tan sustanciosas comisiones.
Por lo dem¨¢s, si su eventual renuncia al carn¨¦ no impidi¨® a Aida ?lvarez seguir haciendo negocios en el en torno del PSOE, la dimisi¨®n de los otros dos comisionistas no es garant¨ªa suficiente contra estas pr¨¢cticas. De ah¨ª que, si bien es elogiable el gesto del secretario general para limpiar su partido, es insuficiente en su condici¨®n de presidente del Gobierno: cabe esperar de ¨¦ste una investigaci¨®n sobre los posibles efectos de esas comisiones en el encarecimiento de los contratos firmados por Renfe. Con todo, al afirmar que expulsar¨ªa del PSOE a quienes se hayan aprovechado de su militancia en ¨¦l, al margen de que sus comportamientos sean o no delictivos desde el punto de vista penal, Gonz¨¢lez no s¨®lo enmendaba la plana a los redactores de esa nota autoexculpatoria, sino que correg¨ªa su propia doctrina sobre lo que es (y lo que no llega a ser) corrupci¨®n. La sinceridad de su sorpresa ante el nuevo esc¨¢ndalo y de su voluntad de no tolerar esos comportamientos se pondr¨¢ a prueba en las iniciativas que adopte para poner fin a la situaci¨®n que los ha hecho posibles: la existencia, con el pretexto de la financiaci¨®n y el amparo del patriotismo de partido, de redes de poder emboscadas en el secreto y en las que se difumina la distinci¨®n no s¨®lo entre lo p¨²blico y lo privado, sino entre lo colectivo y lo personal.
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