Convergencia varada
UNA DE las afirmaciones m¨¢s tajantes que realiz¨® el presidente del Gobierno en la entrevista concedida a la SER el pasado d¨ªa 26 fue la referida al grado de cumplimiento de las reformas estructurales previstas en el programa de convergencia aprobado por el Consejo de Ministros el 27 de marzo de 1992 y por el Consejo de Ministros de Econom¨ªa y Finanzas de la CE (Ecofin) el 9 de junio. Felipe Gonz¨¢lez asegur¨® que el 80% de las reformas estructurales previstas en ese programa se hab¨ªa llevado a cabo.Si fuera cierto, los espa?oles podr¨ªamos esperar tranquilos la llegada de la recuperaci¨®n de la econom¨ªa: desaparecer¨ªan los obst¨¢culos que han venido lastrando nuestra econom¨ªa y Espa?a se acercar¨ªa a ese n¨²cleo de pa¨ªses europeos con los que van a evaluarse los criterios de convergencia nominal exigidos para formar parte de la tercera y definitiva fase de la uni¨®n econ¨®mica y monetaria (UEM).
Lamentablemente, no es el caso. La relectura de ese programa, gu¨ªa fundamental de la estrategia econ¨®mica del Gobierno, suscita hoy una doble sensaci¨®n: la de la aparente lejan¨ªa en el tiempo, a pesar de su reciente elaboraci¨®n, y la de la primac¨ªa de los enunciados de buenas intenciones sobre las reformas efectivamente conseguidas. En el primer caso, las hip¨®tesis en que se asent¨® la, elaboraci¨®n del escenario macroecon¨®mico han quedado ampliamente desbordadas por una realidad notablemente m¨¢s adversa que la existente al comienzo del pasado a?o, com¨²n a la generalidad de las econom¨ªas europeas.
El crecirniento de la econom¨ªa en torno a su tasa potencial -3,5%-, el de la formaci¨®n bruta de capital fijo, la mejora de la competitividad de la econom¨ªa espa?ola o la capacidad de creaci¨®n de empleo de la misma son los supuestos en que se asentaron las proyecciones macroecon¨®micas que se presentaban compatibles con la satisfacci¨®n de las condiciones de convergencia nominal y -lo que es m¨¢s importante- el logro de una. mayor convergencia real: la reducci¨®n de la brecha de prosperidad relativa frente a la media comunitaria. La p¨¦rdida de virtualidad de estas hip¨®tesis no puede atribuirse en exclusiva al Gobierno. De hecho, todos los organismos internacionales y Gobiernos de otros pa¨ªses se han visto obligados a revisar sus previsiones.
Sin embargo, y a pesar de lo que digan algunos incompetentes aficionados de la oposici¨®n, m¨¢s preocupados por minar las propuestas ajenas que por sugerir alternativas factibles, el diagn¨®stico que incorpora ese programa es esencialmente correcto, y mucho m¨¢s la necesidad reconocida en el mismo de someter el sistema a las reformas que en el mismo se apuntan. Es en este ¨¢mbito en el que el propio presidente del Gobierno presta un flaco favor a esa estrategia de convergencia al afirmar que el plan est¨¢ casi cumplido: su efecto no puede dejar de ser desmotivador para los agentes econ¨®micos cuya colaboraci¨®n se solicita. Vale m¨¢s reconocer las dificultades en la aplicaci¨®n de algunas medidas o su aplazamiento que hacer creer que esto es todo lo que hab¨ªa que hacer.
La evidencia es que nuestra inflaci¨®n sigue por encima de la de los principales pa¨ªses comunitarios, y que ello coexiste con una intensa desaceleraci¨®n de la actividad, las limitaciones al funcionamiento de nuestros mercados, la presencia de regulaciones y pr¨¢cticas contrarias a la competencia en numerosos sectores, la ineficiencia de la Administraci¨®n, la existencia de organismos p¨²blicos cuya necesidad es cuestionada (es saludable ese paso dado por el Gobierno el pasado viernes al suprimir cuatro organismos aut¨®nomos y 175 unidades del Ministerio de Agricultura). Son obst¨¢culos a la eficiencia del sistema cuya eliminaci¨®n sigue siendo, como en el momento en que el programa se formul¨®, condici¨®n necesaria para que la econom¨ªa espa?ola pueda aprovechar la pr¨®xima fase expansiva para asentar en bases sanas su supervivencia. en un contexto cada vez m¨¢s competitivo. Y muchos de los puntos a¨²n no cumplidos del plan de convergencia son competencia exclusiva del Gobierno, sin. que quepa responsabilizar a otros de su retraso.
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