Deseos y realidad
La llegada de Bill Clinton a su nuevo domicilio en la Casa Blanca ha sido saludada como un giro hacia la izquierda en la pol¨ªtica norteamericana, con la repercusi¨®n correspondiente para el resto del mundo. Sin embargo, pienso que las gentes de buena fe que a¨²n quedan por ah¨ª confunden sus deseos con la realidad, pues parece dif¨ªcil, esperar algo de un individuo que, como gobernador de su Estado, no duda en ratificar cuantas m¨¢s penas de muerte mejor, por si una postura abolicionista pusiera freno a su carrera hacia la presidencia. Bien es cierto que, hist¨®ricamente, el partido dem¨®crata ha sido considerado m¨¢s progresista que su rival republicano, pero de ah¨ª a ver en Clinton una reencarnaci¨®n del esp¨ªritu de los sesenta, va un abismo.La toma de posesi¨®n del nuevo mandatario constituy¨® un sonrojante espect¨¢culo, con Clinton haciendo palmas y risas mientras artistas comprometidos, como Bob Dylan, Nicholson o Belafonte hablaban y cantaban por la paz, la libertad, los derechos humanos a la misma hora en que llov¨ªan misiles en el golfo P¨¦rsico, se mantiene la ley Torricelli y el bloqueo total a Cuba o EE UU devuelve a los haitianos que huyen de la dictadura militar en su pa¨ªs. C¨ªnicas paradojas.-
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