Los nuevos ej¨¦rcitos
GUSTAVO SU?REZ PERTIERRA
Llegar a este dise?o no ha sido f¨¢cil. Es muy cierto que los procesos de adaptaci¨®n de efectivos comienzan en 1984; no lo es menos, sin embargo, que la viveza de los acontecimientos internacionales de los ¨²ltimos a?os ha obligado a un continuo ejercicio de adaptaci¨®n del planeamiento militar.Del a?o 1984 data el primer Plan Estrat¨¦gico Conjunto (PEC). En aquel momento, la tarea primordial y de m¨¢s hondo calado era la definici¨®n de una pol¨ªtica de paz, seguridad y distensi¨®n que permitiera la plena incorporaci¨®n de Espa?a al mundo exterior despu¨¦s de un largo periodo de aislamiento. Ello, a su vez, tra¨ªa como consecuencia la adaptaci¨®n de la pol¨ªtica de defensa a las necesidades y posibilidades reales de la naci¨®n y al papel que deber¨ªamos asumir en el concierto internacional.
Se abre as¨ª uno de los m¨¢s importantes procesos de modernizaci¨®n de las Fuerzas Armadas que, ligado al esfuerzo de vertebraci¨®n de los ej¨¦rcitos bajo la direcci¨®n pol¨ªtica del Gobierno, acaba ofreciendo el marco sustancial de la pol¨ªtica militar espa?ola.
Pues bien, el objetivo de fuerza conjunto definido en el PEC de 1984, a obtener en una d¨¦cada, se situ¨® en unos 315.000 efectivos totales, de los cuales algo m¨¢s de 58.000 correspond¨ªan a los cuadros de mando y 257.000 a los soldados y marineros. El punto de referencia, es decir, la dimensi¨®n global de los ej¨¦rcitos de entonces alcanzaba 373.000 componentes, con 66.500 oficiales y suboficiales.
Producto de esta definici¨®n, se aprobaron en los a?os siguientes tres leyes de plantillas, una por cada ej¨¦rcito, que pretendieron la adaptaci¨®n de los cuadros de mando con un porcentaje de reducci¨®n del 15% en el Ej¨¦rcito de Tierra y un 8% en la Armada y en el Ej¨¦rcito del Aire, Los instrumentos de amortizaci¨®n dispuestos en estas normas, as¨ª como una rigurosa aplicaci¨®n de los ingresos anuales, permitieron la obtenci¨®n d¨¦ los porcentajes requeridos en el plazo de cinco a?os de vigencia de las plantillas.
N¨²mero de soldados
Por lo que se refiere al n¨²mero de soldados, las dimensiones previstas ya se alcanzan en 1989, se?aladamente por la reducci¨®n del tiempo de servicio que determina la primera Ley del Servicio Militar, coet¨¢nea, precisamente, al PEC.
As¨ª pues, los resultados proyectados para 1994 se adelantan a finales de 1990. No en vano se hab¨ªan producido hitos tan importantes para nuestra pol¨ªtica de seguridad como el dec¨¢logo del presidente del Gobierno o el refer¨¦ndum OTAN.
Para entonces, el escenario internacional ya entraba en un cambio vertiginoso. La unificaci¨®n alemana, la b¨²squeda por parte de la Alianza Atl¨¢ntica de un nuevo papel tras la evidente obsolescencia de la pol¨ªtica de bloques cl¨¢sica, la firma por los miembros de la Alianza y del Pacto de Varsovia del Tratado FACE para la reducci¨®n de fuerzas convencionales en Europa ' son acontecimientos que se combinan con la inestabilidad interna de la Uni¨®n Sovi¨¦tica y con el traslado de la tensi¨®n al Mediterr¨¢neo y Oriente Pr¨®ximo. Por otra parte, cobra fuerza por primera vez la idea de una defensa propiamente europea, que toma cuerpo con la revitalizaci¨®n de la UEO y su incardinaci¨®n como instrumento militar de, la uni¨®n pol¨ªtica.
A un nuevo concepto de seguridad basado en estos datos debe responder un cambio en la naturaleza de los ej¨¦rcitos. El Ej¨¦rcito tradicional de grandes dimensiones deja definitivamente paso a unas Fuerzas Armadas de mayor eficacia operativa y, por ello, altamente tecnificadas, flexibles y capaces de movilizarse con rapidez.
En este contexto se produce la reflexi¨®n pol¨ªtica m¨¢s importante del Parlamento espa?ol en materia de defensa y seguridad. Comprometida por el presidente del Gobierno en el debate de su investidura, se refleja en el acuerdo del Pleno del Congreso de los Diputados sobre el modelo de Fuerzas Armadas, de 27 de junio de 199 1. Este documento, respaldado por abrumadora mayor¨ªa, analiza la evoluci¨®n del escenario internacional y el nuevo concepto estrat¨¦gico, junto con las previsiones demogr¨¢ficas y econ¨®micas de Espa?a. Contando con todo ello, dise?a los par¨¢metros conforme a los cuales se deben conformar los ej¨¦rcitos espa?oles del final de la d¨¦cada: unas Fuerzas Armadas con un volumen de 170.000-190.000 efectivos, de composici¨®n mixta, y profesional izadas en torno el 50%.
Consecuencia inmediata de este acuerdo son dos textos que le sirven de aplicaci¨®n: la nueva Ley del Servicio Militar y la Directiva de Defensa Nacional, de marzo del pasado a?o.
Si el primero es importante porque desarrolla el modelo mixto en cuanto a su componente de recluta universal, no lo es menos el segundo, porque en ¨¦l se definen las directrices de la pol¨ªtica militar sobre volumen y composici¨®n de los ej¨¦rcitos, adaptaci¨®n de su estructura y despliegue, que se concretan en la Directiva de Defensa Militar, de diciembre de 1992.
Pues bien, para enfrentar desde la perspectiva de unos nuevos ej¨¦rcitos una d¨¦cada clave para la definici¨®n de nuestra pol¨ªtica de seguridad aparece ahora una Ley de Plantillas que completa todo este dise?o.
Cuadros de mando
En cumplimiento del mandato parlamentario, el volumen global m¨¢ximo de las Fuerzas Armadas espa?olas queda fijado en 180.000 efectivos, que es la cifra intermedia de la horquilla fijada en el mencionado acuerdo. De ellos, los cuadros de mando alcanzar¨¢n el n¨²mero de 49.728, con lo que se obtiene una tasa de encuadramiento (es decir, la proporci¨®n de cuadros de mando sobre el total de efectivos) del 28%, que ya es semejante a la de los pa¨ªses de nuestro entorno.
La implantaci¨®n de estas cifras exigir¨¢ unas reducciones con respecto de las plantillas vigentes de un 16% en el Ej¨¦rcito de Tierra, un 10% en la Armada y en el Ej¨¦rcito del Aire y un 14% en los cuerpos comunes de las Fuerzas Armadas. En total, ser¨¢ necesario reducir en cinco a?os un volumen de casi 8.000 oficiales y suboficiales de los ej¨¦rcitos.
Pero la implantaci¨®n del modelo mixto exige una intensa profesionalizaci¨®n. De ah¨ª que el proyecto de ley prevea, por primera vez en una norma de esta clase, la incorporaci¨®n de 5.000 soldados y marineros profesionales, lo que supone m¨¢s que duplicar los efectivos de tropa profesional existente hoy.
La raz¨®n es clara. Unas Fuerzas Armadas de la naturaleza que se ha definido requieren la profesionalizaci¨®n de determinadas funciones m¨¢s t¨¦cnicas o que precisan procesos de formaci¨®n m¨¢s prolongados. Por otra parte, la necesidad de cumplimiento de determinadas misiones, entre las que ocupan un lugar destacado la participaci¨®n en operaciones de paz, como es el caso de la antigua Yugoslavia y otras, exige disponer de una fuerza de acci¨®n r¨¢pida muy profesionalizada, de un apoyo especializado en el Ej¨¦rcito del Aire y de unas dotaciones en la flota con un grado elevado de profesionalidad.
Seg¨²n el dise?o establecido por el proyecto de ley, por consiguiente, las Fuerzas Armadas espa?olas dispondr¨¢n de unos 100.000 profesionales entre oficiales, suboficiales y soldados, de tal modo que a comienzos de la pr¨®xima d¨¦cada un 55,4% de sus miembros ser¨¢n profesionales. Con ello resulta cumplido con creces el mandato parlamentario.
Para completar los 180.000 efectivos del nuevo modelo se requirir¨¢ una cifra de 80.000 militares de reemplazo, que resulta perfectamente posible, de acuerdo con las previsiones demogr¨¢ficas, con un servicio militar de nueve meses.
El cuadro resultante es el de unos ej¨¦rcitos cuyo peso espec¨ªfico en el conjunto de las Fuerzas Armadas es de 115.000 efectivos en el Ej¨¦rcito de Tierra, 32.000 en la Armada y 28.000 en el Ej¨¦rcito del Aire, con unas tasas de profesionalizaci¨®n, respectivamente, del 46,25%, 67,54% y 72,72%, que resultan realistas y parangonables con las de nuestro entorno.
A¨²n habr¨¢ que hacer m¨¢s. Un proceso de dimensionamiento como ¨¦ste exige reformas estructurales y, sin duda, afectar¨¢ al despliegue. Por eso, la Directiva de Defensa Militar dispone que los ej¨¦rcitos habr¨¢n de adaptar su organizaci¨®n a las nuevas exigencias del planeamiento. Con las propuestas que los jefes de Estado Mayor deben de elevar al ministro de Defensa antes de la pr¨®xima primavera quedar¨¢ cerrado el modelo para el a?o 2000.
Es notorio el esfuerzo que a este empe?o, probablemente uno de los m¨¢s intensos en la modernizaci¨®n de las estructuras del Estado, ha habido que dedicar. Por eso es importante que la sociedad espa?ola reconozca el esp¨ªritu de sacrificio y disciplina con que las Fuerzas Armadas lo han afrontado. Dos datos pueden ser m¨¢s expl¨ªcitos que todas las palabras: las dimensiones previstas en el proyecto de ley representan, con respecto de las cifras existentes en 1984, una reducci¨®n superior al 25% de los cuadros de mando y del 52% del volumen total de los ej¨¦rcitos.
es secretario de Estado para la Administraci¨®n Militar.
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