Despedido por abusar del 903
El uso de una l¨ªnea telef¨®nica er¨®tica dej¨® sin trabajo al vigilante de una urbanizaci¨®n
La soledad es mala consejera y, a veces, insoportable. En el caso de Claudio P. V., vigilante de la urbanizaci¨®n Nueva Sierra, de Albalate de Zorita (Guadalajara), obtener un suced¨¢neo telef¨®nico al acompa?amiento f¨ªsico le cost¨® el despido. El uso de una de las l¨ªneas er¨®ticas del 903 para soportar las largas horas de permanencia en la caseta situada a la entrada de la finca elev¨® el recibo de Telef¨®nica a cientos de miles de pesetas. La comunidad de propietarios despidi¨® a Claudio, y el juez de lo social de Guadalajara consider¨® procedente la medida, primera que se conoce contra un usuario del 903, por "abuso de confianza".Las comprobaciones realizadas por la comunidad de propietarios muestran que en el periodo de septiembre de 1989 a marzo de 1992 los recibos bimensuales de la Compa?¨ªa Telef¨®nica contra la comunidad de propietarios oscilaron entre 3.304 y 6.740 pesetas. En cambio, en la primavera del a?o emblem¨¢tico de 1992, el consumo del aparato telef¨®nico instalado en la caseta del guarda puso de manifiesto las ansiedades er¨®ticas del usuario.
El recibo del tel¨¦fono subi¨® a 393.479 pesetas para el periodo del 2 de abril al 2 de junio de 1992. Pero lleg¨® el calor del verano. La soledad poblaba de fantasmas la mente del guarda, y el tel¨¦fono era una aut¨¦ntica tentaci¨®n: 424.314 pesetas de factura para el periodo del 2 de junio al 4 de agosto. Saciadas las m¨¢s apremiantes necesidades de compa?¨ªa telef¨®nica, el servicio facturado desde el 4 de agosto al 2 de octubre fue de 388.325, y ya, con la ca¨ªda de la hoja, descendi¨® a 147.754 pesetas, por el periodo del 2 de octubre al 1 de diciembre, siempre de 1992.
No era el ¨²nico que llamaba
Averiguado por la comunidad de propietarios que desde el tel¨¦fono de la caseta del guarda se hab¨ªa llamado al 903, se pregunt¨® a los operarios con acceso a aqu¨¦l. Claudio confes¨®: "Reconozco el haber sido yo el causante de las mismas llarnadas". Pero cuando fue despedido, por incumplimiento disciplinario, Claudio asegur¨® que no hab¨ªa sido el ¨²nico que llamaba al 903, aunque no identific¨® a otros usuarios.El magistrado Juan Jos¨¦ Casas Nombela, abrumado probablemente por la gravedad del despido, emple¨® "un periodo aproximado de 60 minutos", resalta el propio juez, "para intentar una soluci¨®n conciliatoria". Entrados a juicio, no prosperaron las alegaciones de prescripci¨®n ni las de discriminaci¨®n por razones sindicales, y el juez declar¨® "la procedencia del despido del trabajador" por "abuso de confianza".
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