Mientras su pa¨ªs se desmorona, el bosnio Emir Kusturica se exilia a las nubes
La pel¨ªcula 'El sue?o de Arizona' inaugur¨® anoche la Berlinale 93
ENVIADO ESPECIAL El que fue ni?o prodigio de? cine yugoslavo, Emir Kusturica, nacido en Sarajevo hace 37 a?os y que a los 24 realiz¨® una obra maestra de? realismo m¨¢gico, Pap¨¢ est¨¢ en viaje de negocios, present¨® anoche en el Zoo, Palast brlin¨¦s su quinta pel¨ªcula, realizada en Estados Unidos y titulada El sue?o de Arizona. Con ella se abri¨® a competici¨®n de la Berlinale 93. Pese a sus aciertos parciales, la buena interpretaci¨®n de Faye Dunaway y la bella banda sonora, es una obra ¨ªntima y gravemente fallida: en su exilio, m¨¢s o menos dorado, Kusturica se encarama en las nubes mientras su pa¨ªs de desangra y desintegra.
Fiel a su peculiar¨ªsimo estilo, el cineasta de Sarajevo despierta sus viejas obsesiones y en especial a una de ellas: la pasi¨®n de volar, el sue?o de despegar de la tierra. Hace encajes de bolillos con im¨¢genes de flotaci¨®n y de levitaci¨®n de todas las especies y consigue a veces instantes e incluso escenas muy originales y divertidas, sobre todo la parodia de la amosa escena de Con la muerte en los talones, de Hitchcock, en que una avioneta ataca sobre un descampado a Cary Grant.Pero se trata s¨®lo de momentos muy brillantes, cuya hilaz¨®n y armaz¨®n es casi siempre deficiente y siempre reiterativa e incluso abusiva: las dos horas y media de duraci¨®n demuestran que Kusturica -como le ocurri¨® ya en Tiempo de gitanos- tiene poco sentido autocr¨ªtico, pues ostensiblemente sobra media hora larga y no quiere o no sabe emplear con ella la econom¨ªa de la s¨ªntesis, cosa b¨¢sica en el cine. Kusturica es de los que se encari?an con sus tomas y no sabe distinguir cu¨¢ndo consigue hacer una verdadera imagen o un cromo.
Pero la quiebra ¨ªntima e insuperable del filme hay que buscarla por otro lado un poco m¨¢s escabroso. Kusturica, que hace cine po¨¦tico, l¨ªrico, una especie de realismo sublimado en vuelos hacia la fantas¨ªa, acierta n las escenas de entretenimiento y en cambio no da suficiente fuerza a las escenas de dolor. Dijo en su conferencia de prensa, ayer en el Kongresshalle del Tiergarten, que "la tragedia de mi pa¨ªs no es evidente en el filme, pero est¨¢ en su entrelineado, a trav¨¦s de la exposici¨®n de mis propios sentimientos y de mi propio dolor. Todas las etapas de mi vida est¨¢n en El sue?o de Arizona y, por tanto, las de mi pa¨ªs". Hay cierto sustrato petulante en esta idea, por otro lado, inexacta.
Astucia y blandura
No hay verdadero dolor en esta pel¨ªcula. Hay incluso una inconfesable comodidad por parte de Kusturica, que despliega con astucia y blandura su fantas¨ªa y se escapa al exilio dorado de las nubes. El famoso vuelo del ni?o de Pap¨¢ est¨¢ en viaje de negocios, part¨ªa de la tierra y por eso era cre¨ªble, pero el vuelo de El sue?o de Arizona carece de pista de despegue, de tierra propia, por lo que Kusturica cae en esa irrealidad que rodea a muchos hombres exiliados de su pa¨ªs cuando proyectan su imaginaci¨®n sobre tierras, que no conocen suficientemente.
Dice Kusturica: "Cuando llegu¨¦ a EE UU, lo primero que hice fue encender la televisi¨®n y lo primero que vi en ella fije un suicidio. EE UU es un pa¨ªs surrealista y las pesadillas all¨ª son una forma de realidad. Puede que esta observaci¨®n sea coloquialmente certera, pero aplicada a su pel¨ªcula no es convincente. Al perder conexi¨®n con sus ra¨ªces, los juegos de la fantas¨ªa de Kusturica se vuelven juegos de prestidigitaci¨®n; no magia po¨¦tica, sino de circo.
La tragedia de su Sarajevo queda lejos y muy por debajo de este bonito, pero blando, autocomplaciente y confortable vuelo l¨ªrico de Kusturica.
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