Jack Nicholson y De Vito degradan un buen gui¨®n de David Mamet
'Hoffa' lleva al cine la figura del c¨¦lebre sindicalista de EE UU
El tr¨ªo de ases con que Hoffa hace su apuesta result¨® ser un farol. S¨®lo David Mamet se comporta en ella como un n¨²mero uno. Su gui¨®n es magn¨ªfico, pero est¨¢ completamente desaprovechado. El director, Danny de Vito, pese a que Mamet se lo pone en bandeja, no acierta con el tono y el punto de vista del relato. Y de Jack Nicholson baste con decir que De Vito ha cometido la insensatez de dejarle suelto y el resultado es, como era previsible en el superdotado gesticulador, una desatada sobreactuaci¨®n.
La pel¨ªcula Hoffa es sobre el papel atractiva y sobre la pantalla mediocre. Verla frustra; incluso irrita.Hace ahora un a?o, aqu¨ª mismo, los acreditados en la Berlinale tuvimos que asistir a la indecente glorificaci¨®n de un c¨¦lebre chulo y asesino llamado Bugsi Siegel.
Resulta que interpretaba al p¨¢jaro el divo Warren Beatty y que entre las exigencias de este engolado actor no cabe la posibilidad de que interprete a un tipo repugnante. As¨ª que, para dar gusto al hermano de Shirley MacLaine, hubo que convertir a aquel pelele en un tipo serio.
Pues bien, ahora en esta reconstrucci¨®n de la vida p¨²blica' del c¨¦lebre sindicalista Jimmy Hoffa -gran capo durante d¨¦cadas de los camioneros estadounidenses- ocurre literalmente lo contrario: un tipo muy serio es convertido en un pelele. Responsable, su int¨¦rprete.
Cuando Jack Nicholson se mir¨® al espejo y se vio caracterizado de Hoffa debi¨® asombrarse del parecido f¨ªsico logrado. Y fue probablemente v¨ªctima de esa m¨¢scara.
Durante toda la pel¨ªcula se dedica a imitar hasta el m¨¢s peque?o gesto del personaje real, en un ejercicio de miniaturismo en el que acaba perdiendo por completo los papeles.
Es veros¨ªmil que en la trastienda de este actor est¨¦ como una quemadura el recuerdo de la genial caracterizaci¨®n de Marlon Brando en El Padrino y el asombroso partido que le sac¨® a esa m¨¢scara.
Esto es en realidad lo que ha intentado hacer Nicholson y lo que le ha llevado a darse de bruces contra su propio espejo: la dura, terca, insidiosa, inteligente y poco recomendable persona que fue Jimmy Hoffa se convierte, encarnado por Nicholson, en un mu?eco que parece activado por pilas, en un alarde de gestualidad mec¨¢nica e hist¨¦rica, que s¨®lo supera el propio Jack Nicholson en aqu¨¦lla su egregia tomadura de pelo de El resplandor.
Por su parte, Danny De Vito parece que todav¨ªa no sabe desenvolverse con soltura en la producci¨®n convencional.
Procede del teatro y del cine independientes -su La guerra de los Rose sigue obedeciendo a este estilo- y le tiembla el pulso ante un gui¨®n de la precisi¨®n del que David Mamet escribi¨® para Hoffa, que exige del director una transparencia, una renuncia al exceso de estilo, una profesionalidad y una claridad de ideas que De Vito todav¨ªa no tiene. Jam¨¢s, ni en una sola escena de Hoffa, encuentra el punto de vista adecuado.
Contrapicados mareantes
Siendo una historia rememorada por el personaje que ¨¦l mismo interpreta -Bobby Ciaro, lugarteniente de Hoffa hasta su asesinato en 1975-, Danny De Vito- se dedica a hacer encuadres ¨¦picos, grandiosos, g¨®ticos; angulaciones imposibles de creer como parte de un recuerdo personal de nadie.Y todo esto se ve agravado por abusivos e imprecisos movimientos de c¨¢mara, por picados y contrapicados mareantes y delirantes. Un disparate, que confunde e irrita al espectador.
Danny De Vito es un hombre de muy peque?a estatura, extraordinariamente vivo, enormemente simp¨¢tico y dicharachero y con pinta de ser endiabladamente inteligente.
Ayer intent¨® aqu¨ª, en su conferencia de prensa de la Berlinale, la burra de que ha buscado una representaci¨®n del lado m¨¢s positivo y m¨¢s humano del famoso sindicalismo y no menos famoso g¨¢nster.
Nos tememos que se la vendi¨® a muy poca gente. El escaso ¨¦xito de esta pel¨ªcula en Estados Unidos, no parece que vaya a ser remediado en Europa.
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