Clinton quiere el papel de Robin Hood
El presidente de EE UU trata de recomponer una justa distribuci¨®n de la riqueza
Apenas cruzado el ecuador de la pasada campa?a electoral, sobre un escenario rudimentariamente construido con cuatro tablas en un desolado paraje del Estado de Georgia, Bill Clinton dijo a. un grupo de menos de dos centenares de personas que ¨¦l quer¨ªa hacer m¨¢s o menos como Robin Hood, quitarle el dinero a los ricos para d¨¢rselo a los pobres. Nadie tom¨® en cuenta esa declaraci¨®n perdida en la inmensidad de los millones de palabras f¨¢ciles pronunciadas aquellos d¨ªas. Los corresponsales nos encarg¨¢bamos de destacar tan s¨®lo que Clinton era el prototipo del nuevo dem¨®crata, progresista en lo social y conservador en lo econ¨®mico. Pero, ?lo es de verdad?
Despu¨¦s de conocer el programa de transformaci¨®n -no s¨®lo econ¨®mica, sino tambi¨¦n pol¨ªtica y social- que esta semana ha presentado al Parlamento y a la naci¨®n, quedan, por lo menos, dudas de que se pueda encasillar al nuevo presidente de Estados Unidos en ese modelo al que corresponder¨ªa, de acuerdo a las previsiones, maquillar ciertas apariencias para no cambiar nada de fondo.En la ¨¦poca de la crisis de las ideolog¨ªas, Bill Clinton viene a resucitar conceptos como el patriotismo -entendido por su Administraci¨®n como una manera de solidaridad nacional- y el de responsabilidad colectiva. En la ¨¦poca en la que se escucha en cada esquina del mundo que no hay m¨¢s que una pol¨ªtica econ¨®mica viable, la del monetarismo puro, Clinton viene a decir que hay que correr riesgos inflacionarios para mejorar la estructura productiva de un pa¨ªs y garantizar la mejora del nivel de vida de los ciudadanos. "El principal drama para m¨ª, como servidor p¨²blico, es observar a la gente que busca un empleo y no puede encontrarlo", contest¨® el viernes el presidente a una joven que le pregunt¨®: "?Tendr¨¦ un puesto de trabajo cuando acabe mis estudios?".Lo primero es crear empleo. Ning¨²n programa econ¨®mico puede funcionar sin ese requisito", han coincidido en decir los dos polos ideol¨®gicos del equipo econ¨®mico de esta Administraci¨®n, el secretario de Trabajo, Robert Reich, a la izquierda, y el secretario del Tesoro, Lloyd Bentsen, a la derecha.
El historiador Arthur Schlesinger cree que la vida pol¨ªtica norteamericana se mueve por ciclos de, aproximadamente, 30 a?os, en los que se suceden periodos republicanos dedicados a la acumulaci¨®n de riqueza y periodos dem¨®cratas concentrados en recomponer la justa distribuci¨®n de esa riqueza.
De acuerdo a esa teor¨ªa, la misi¨®n de Clinton en estos momentos es romper con las leyes del reaganismo que hicieron que el 70% de la riqueza acumulada en los ¨²ltimos a?os se concentrara en las manos del 10% de la poblaci¨®n. El presidente se ha encontrado con una situaci¨®n econ¨®mica, socavada por la deuda y el d¨¦ficit p¨²blico, que no se presta a alegr¨ªas presupuestarias. Pero, pese a eso, esta Administraci¨®n parece decidida a acometer el trabajo de transformaci¨®n social al mismo tiempo que emprende la reducci¨®n del d¨¦ficit.
Bill Clinton ha decidido eliminar, por ejemplo, el presupuesto para la investigaci¨®n de la energ¨ªa nuclear, y, a cambio, dedicar¨¢ 8.000 millones de d¨®lares en cuatro a?os al cuidado del medio ambiente y otros 3.000 millones a la investigaci¨®n de energ¨ªas anternativas.
Esta Administraci¨®n no ha tenido escr¨²pulos en recortar considerablemente el presupuesto de uno de los intocables pozos sin fondo de los ¨²ltimos a?os, la NASA, y, a cambio, va a dedicar 394 millones de d¨®lares a una fundaci¨®n especialmente dedicada a la investigaci¨®n sobre el sida y otros 3.400 millones de d¨®lares para mejorar los cuidados a los afectados por esa enfermedad.
El programa de Clinton reduce o elimina las deducciones impositivas a las comidas de trabajo, a los clubes sociales, a los ricos que coticen m¨¢s de un mill¨®n de d¨®lares al a?o, a los lobbies, y, a cambio, se dedican 3.000 millones de d¨®lares para cr¨¦ditos a la compra de casas de rentas bajas, 1.500 millones de d¨®lares de est¨ªmulo a la creaci¨®n de negocios en las zonas rurales u 8.400 millones de d¨®lares para mejorar el transporte colectivo, la. construcci¨®n de un tren de alta velocidad y la mejora de los aeropuertos.
El ex senador Paul Tsongas, antiguo aspirante a la Casa Blanca y una de las voces m¨¢s respetadas del pa¨ªs, ha comentado respecto al programa del que fije su contrincante: "Por fin tenemos un presidente que habla acerca del d¨¦ficit, de la competitividad, el crecimiento a largo plazo y la responsabilidad generacional. Estamos ante una nueva era".
Controvertidos impuestos
En el lado de la oposici¨®n, el ex secretario de Vivienda. y probablemente el dirigente republicano con mayor impacto en estos momentos, Jack Kenip, ha opinado: "El mito de que el pueblo norteamericano no paga suficientes impuestos se ha consertido en el principio definitorio del programa de Clinton. La verdad es que los norteamericanos no pagan pocos impuestos, sino demasiados".El apartado de los impuestos es, sin duda, el m¨¢s controvertido de todos los del programa presentado por el presidente el pasado mi¨¦rcoles, el que le ha obligado a recorrer el pa¨ªs estos d¨ªas para tratar de explicar que la subida de los impuestos sobre la renta ¨²nicamente afecta al 1,2% de la sociedad norteamericana.
Despu¨¦s de que las nuevas leyes fiscales sean aprobadas por el Congreso, el impuesto sobre la renta m¨¢s alto quedar¨¢ establecido en 39,8%, lo que supone, aproximadamente, un 15% menos que en Espa?a y un 10% menos que en la mayor¨ªa de los pa¨ªses europeos y Jap¨®n.
La clase media se ver¨¢, en realidad, mucho m¨¢s afectada por los impuestos indirectos, tanto aquellos que se aplican a les beneficiarios de la Seguridad Social como los que se imponen a los productos energ¨¦ticos.
Los impuestos sobre la energ¨ªa se han aplicado de una manera general a todos los productos, de acuerdo a su proporci¨®n de BTU, una medida que se utiliza para determinar la concentraci¨®n energ¨¦tica de las distintas fuentes. Esto supone un incremento del precio de la calefaci¨®n, del aire acondicionado, etc¨¦tera, y para el Gobierno supone el ingreso en cinco a?os de la estimable cifra de 71.443 millones de d¨®lares.
En cuanto a la gasolina, cuando se habla de aumento de impuestos se habla de incrementar a partir de 1995 en 2,50 pesetas el precio de ese producto, que actualmente, en su versi¨®n m¨¢s cara, es de 30 pesetas.
C¨¢lculo de tasas
Seg¨²n un c¨¢lculo hecho por el diario The New York Times, juntando los aumentos de todo tipo de tasas, un matrimonio de Los ?ngeles con dos hijos y unos ingresos de 400.000 d¨®lares al a?o pagar¨¢ 12.373 d¨®lares m¨¢s, un ejecutivo soltero de Nueva York con un salario de 160.000 d¨®lares tendr¨¢ que pagar 928 d¨®lares m¨¢s, un matrimonio de jubilados de Chicago que reciba de la Seguridad Social 60.000 d¨®lares al a?o pagar¨¢ 1.200 d¨®lares m¨¢s y una madre soltera de Las Vegas con unos ingresos de 25.000 d¨®lares anuales pagar¨¢ 733 d¨®lares menos que antes de la actual reforma.El diario USA Today, por su parte, ha estimado que una familia t¨ªpica de clase media, un matrimonio de dos hijos con unos ingresos de 65.000 d¨®lares anuales, no sufrir¨¢ ning¨²n aumento de los impuestos sobre la renta, aunque tendr¨¢ que pagar unos 14 d¨®lares m¨¢s al menos por los impuestos indirectos.
El presidente Clinton ha se?alado reiteradamente en sus ba?os de multitudes de los ¨²ltimos d¨ªas que su programa s¨®lo tiene un enemigo: los grupos que defienden intereses particulares -o "intereses especiales", como se dice en el lenguaje oficial-.Tambi¨¦n ha apelado insistentemente al sentido de patriotismo de los norteamericanos.
Este argumento, que encuentra el respaldo popular cuando apunta a los lobbies y a las grandes corporaciones que mueven la pol¨ªtica en Washington, ha provocado las quejas de los que, como el comentarista A. M. Rosenthal, afirman: "Como muchos norteamericanos que, despu¨¦s de dedicar su vida entera al trabajo, ganan m¨¢s de 100.000 d¨®lares -la barrera econ¨®mica en la que se ha establecido la marca de Ca¨ªn-, creo que Estados Unidos puede afrontar m¨¢s impuestos. Pero no creo que eso me convierta en un patriota, como tampoco creo que se me tengan que arrancar las medallas si no estoy de acuerdo con la justificaci¨®n que se da para esos impuestos o para los nuevos gastos del Gobierno".
En realidad, el debate no ha hecho m¨¢s que empezar. Como afirma el profesor de Georgetown Ron Seyb, estamos hablando del "programa m¨¢s radical que ha sido presentado al Congreso en al menos 12 a?os".
Los enemigos de ese programa apenas han desenfundado sus armas. Quedan todav¨ªa por vivirse en la colina del Capitolio largas jornadas en las que esos "intereses especiales" de un representante de Oklahoma que se niega a retirar las subvenciones para el pienso de caballos, por poner un ejemplo, respondan con su voto negativo a la ambiciosa transformaci¨®n que trae este hurac¨¢n de Arkansas, que, por cierto, ha recolectado dinero privado para construir una pista de jogging en el jard¨ªn de la Casa Blanca para no pertubar, como hace ahora cada ma?ana, el tr¨¢fico del centro.
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