Rematar
?Acaso Dios es un cient¨ªfico? No lo creo en absoluto. La carnicer¨ªa de Sarajevo se realiza sobre una extensi¨®n de nieve muy pura. Sin duda Dios es un poeta. Cuando comience el deshielo tambi¨¦n har¨¢ florecer los almendros en medio de aquel fest¨ªn de sangre. All¨ª los cad¨¢veres se siembran desnudos como semillas que germinar¨¢n muy pronto. En primavera sacar¨¢n sus brazos de la sepultura en compa?¨ªa de todas las jaras amarillas y entre ellas las balas silbar¨¢n buscando nuevos corazones, que son las frutas que dan los humanos, pero los muertos hoy ya no se convierten en ¨¢rboles llenos de flores, como ha sucedido desde muy antiguo. La ¨²ltima modernidad se caracteriza por otra clase de resurrecci¨®n. Ahora los cad¨¢veres acuchillados en la ciudad, la gente que ha sido masacrada por las bombas y todos los que mueren de hambre son sembrados sin f¨¦retro en el lugar exacto donde han expirado, y, cumpliendo el misterio agrario, estos muertos a los 21 d¨ªas sacan las extremidades en forma de tallos y despu¨¦s aparece la cabeza y el tronco, el cual se va desarrollando hasta que los pies del resucitado llegan a la superficie de la tierra y en ella permanecen para siempre arraigados sin poderse desplazar aunque el viento los agite con violencia. Existen ya muchos bosques humanos. En aquellos lugares donde la sangre se vierte con generosidad crecen los muertos siguiendo el ciclo de la naturaleza. Inm¨®viles en las aceras de las grandes urbes o agrupados en algunos valles f¨¦rtiles, estos seres pueden llevar una existencia muy feliz. Dios obliga a los perros de la ciudad a abonarlos con sus excrementos y derrama igualmente sobre estos cad¨¢veres redivivos la luz m¨¢s hermosa de abril, los cubre de amor en mayo y hace que sus corazones, que son frutas muy dulces, lleguen a la saz¨®n durante el tiempo de los membrillos, pero en Sarajevo estos muertos vuelven a ser bombardeados y en otros lugares mueren de hambre otra vez. Esta es la mayor crueldad: matar de nuevo a los muertos que ya hab¨ªan resucitado.
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