Carisma
R¨ªos de tinta, cuyo fragor puede escucharse a diario en los medios audiovisuales, han sido vertidos por expertos en pol¨ªtica y creadores de opini¨®n en torno a la falta, por parte del se?or Aznar, del carisma que tiene el se?or Gonz¨¢lez. El tel¨®n de fondo (lo digo para un posible lector extraterrestre) son las pr¨®ximas elecciones de representante! de los ciudadanos en el Congreso de los Diputados espa?ol. Se ha llegado a decir que el se?or Aznar es m¨¢s feo, y, parece ser que el bigote tiene la culpa, que el se?or Gonz¨¢lez; pero, es cierto, esto s¨®lo representa un peque?o afluente de los r¨ªos antes mencionados. Donde confluyen todos ellos, donde cubre y hay que tener cuidado, es en el carisma. Sin embargo, nadie ha aclarado todav¨ªa si el anhelado carisma al que se alude es el "don gratuito que Dios concede a algunas personas en beneficio de la comunidad" (diccionario de la Real Academia, primera acepci¨®n), en cuyo caso los devotos tendr¨ªan una buena raz¨®n para la alabanza, o es el "don que tienen algunas personas de atraer o seducir por su presencia o su palabra" (ib¨ªdem, segunda acepci¨®n), lo que no requerir¨ªa fe, pero, sin embargo, no asegurar¨ªa en absoluto que el presunto seductor fuera de fiar. Por tanto, discutir sobre el carisma de los aspirantes nos mantiene o en el terreno de la teolog¨ªa o en el de la est¨¦tica, pero no aporta nada al debate estrictamente pol¨ªtico, que versa sobre cu¨¢les deber¨ªan ser o no los deberes y derechos de los ciudadanos y el modo de llevar eso a la pr¨¢ctica.Pero puede ser que todo se deba a un lamentable malentendido, como dice un amigo m¨ªo. Puede ser que nuestros pol¨ªticos y nuestros expertos en macroeconom¨ªa y dem¨¢s hayan o¨ªdo por la calle, a la hora del bocadillo, la palabra carisma, que, efectivamente, puede escucharse con frecuencia, sobre todo en boca de la multitud de parados que pueblan las calles en horas de oficina; y, claro, con las prisas por llevar la voz de la calle a los centros de debate y decisi¨®n, no se han dado cuenta de que han sacado de contexto la palabreja. Seg¨²n mi amigo, que est¨¢ en paro y conoce bien el asunto, lo que ha derivado en tan desviada interpretaci¨®n es, en origen, una sencilla oraci¨®n que va de boca en boca y de callejuela a callej¨®n. Se trata de algo bien vulgar, aunque, a decir verdad, cien por cien pol¨ªtico: "La vida no est¨¢ cara, no, est¨¢ carisma".
Dice mi amigo que ¨¦l votar¨¢ a Izquierda Unida, porque la opci¨®n popular, con o sin carisma, si no peor, es la misma.-
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