"?l me hab¨ªa rebajado a la nada"
Cerca de 16.000 denuncias por malos; tratos fueron presentadas por mujeres en 1992
"He vivido a paliza diaria", dice Isabel. Los cambios pol¨ªticos y legales ocurridos en la sociedad espa?ola bajo el principio constitucional de la igualdad de sexos no han logrado transformar los comportamientos, y en la balanza de las relaciones personales, el punto d¨¦bil sigue siendo femenino. Seg¨²n los ¨²ltimos datos de la Comisi¨®n para. la Investigaci¨®n de Malos Tratos a Mujeres, 15.888 denuncias por agresiones han sido presentadas en la polic¨ªa en 1992, y ¨¦stas representan s¨®lo un 10% de las que en realidad ocurren durante el a?o y que no son denunciadas.
Son muchas las mujeres que duermen con su enemigo, pero tambi¨¦n van aumentando las que rompen el c¨ªrculo vicioso de la violencia dom¨¦stica. A algunas les cost¨® la vida, pero otras, como Isabel, Carmen y Raquel, pueden contarlo est¨¢n en el Centro de Atenci¨®n, Recuperaci¨®n e Inserci¨®n de Mujeres Maltratadas, "tratando de recuperar la dignidad perdida". Aqu¨ª se presentan algunos de sus testimonios.ISABEL, de 34 a?os, 13 de maltrato. "He vivido a paliza diaria. Mi marido nos echaba a, la calle, nos dejaba sin comer o sin dormir. Me pasaba d¨ªas escondida en los patios, en la azotea, para que no me alcanzara. Me amenazaba con una navaja o con un hierro grande. Los vecinos nos ve¨ªan. "Hija, qu¨¦ pena", me dec¨ªan, pero nada m¨¢s. Me o¨ªan gritar, pedir socorro, pero nadie se atrev¨ªa a salir y ayudarme. Mis padres lo sab¨ªan, pero siempre me culpaban a m¨ª: "?Qui¨¦n te mand¨® casarte con ¨¦l? Ahora, con dos ni?as, ?ad¨®nde vas a ir? Aqu¨ª no te podemos acoger". Siempre me he encontrado sola. Yo era morena, pero como a ¨¦l le gustan las mujeres rubias, me oblig¨® a te?irme el pelo, me llev¨® a rastras a la peluquer¨ªa. "Aqu¨ª el que manda soy yo", gritaba siempre. ?l beb¨ªa much¨ªsimo, tambi¨¦n fumaba porros, y no trabajaba, pero yo iba a una casa a limpiar desde las ocho de la ma?ana a las cinco de la tarde. ?l estaba todo el d¨ªa de bares, con los amigos, y me los tra¨ªa a casa para que me acostara con ellos. Las ni?as se escond¨ªan detr¨¢s del armario. Me violaba. Me daba patadas y me dejaba en el suelo, sin conocimiento. Cuando ba?aba a mi ni?a mayor, ¨¦l quer¨ªa tocarla; cerr¨¢bamos la puerta, pero la abr¨ªa a pu?etazos y se quedaba all¨ª mirando y toc¨¢ndose ¨¦l. Me he pasado 13 a?os de pesadilla, siempre con la cara marcada, sangrando. Me amenazaba con quemar la casa de mis padres con ellos dentro. Compr¨¦ un santo y le puse velitas, le rezaba todos los d¨ªas: "Por Dios, que no me rnate". Un d¨ªa no pude m¨¢s, agarr¨¦ a mis dos ni?as y me fui a un refugio. Estaba obsesionada, o¨ªa pasos y pensaba que era ¨¦l; iba a clase y ve¨ªa su cara en la pizarra. Ahora estoy m¨¢s tranquila".
Celos del ni?o
CARMEN, de 28 a?os, 10 de maltrato. "La cosa empez¨® -a lo mejor antesyo no lo ve¨ªa- al nacer el primer ni?o (tengo tres). Mi marido cogi¨® much¨ªsimos celos al ni?o y empez¨® a beber. Yo trabaj¨¦ hasta que di a luz, luego ¨¦l ya no me dej¨®. No quer¨ªa que nadie se acercase al beb¨¦, ni siquiera nuestros familiares, pero ¨¦l tampoco lo tocaba, no le hac¨ªa ni caso. ?l no ten¨ªa problemas en el trabajo. Su problema era el ni?o. Yo pensaba: "Ya cambiar¨¢, esto debe ser una crisis que estamos pasando...", pero nada, la situaci¨®n se agrav¨® y empezaron los golpes. Me parti¨® una muela de una paliza y me qued¨¦ sin sentido. Yo creo que el alcohol le atac¨® la cabeza. Nos dej¨® un mont¨®n de veces en la calle, incluso lloviendo a mares. Fueron los propios ni?os los que me pidieron llorando que nos fu¨¦ramos de casa; a ellos tambi¨¦n les atizaba. El peque?o se enfrentaba a ¨¦l. El mayor se puso un d¨ªa de rodillas y me dijo: "Mam¨¢, v¨¢monos!". Yo no ten¨ªa ilusi¨®n por nada y no sab¨ªa c¨®mo actuar; hiciera lo que hiciera, para ¨¦l todo estaba mal. No me dejaba salir a ning¨²n lado. Mi casa era una c¨¢rcel. Si no quer¨ªa acostarme con ¨¦l, me agarraba del pelo y me obligaba. No llegu¨¦ a pensar en el suicidio, aunque ¨¦l me dec¨ªa: "Ser¨ªa mejor que te quitaras de en medio". Cuando vio que la separaci¨®n iba en serio, la paliza fue de campeonato. Esa vez s¨ª que le denunci¨¦. Antes no lo hab¨ªa hecho porque estaba muerta de miedo. El m¨¦dico me trat¨® bien, pero el polic¨ªa hizo comentarios ir¨®nicos, como si no me creyera lo que le dec¨ªa. Hace un a?o que dej¨¦ a mi marido. Mi autoestima ha mejorado. Si hubiera seguido con ¨¦l no s¨¦ lo que hubiera pasado".
RAQUEL, de 20 a?os, uno de maltrato. "Antes de casarme estuve viviendo con ¨¦l. Yo ten¨ªa 16 a?os; ¨¦l, 19. Al principio, la historia era que me cortaba un poco las salidas, no te maquilles, no te pongas esto... ?l se pinchaba, era un heroin¨®mano. Ah¨ª empez¨® lo gordo. Yo trabajaba, ¨¦l no hac¨ªa nada. Yo ven¨ªa del trabajo y lo primero que m¨¦dec¨ªa era: "Dame el dinero". Primero me negaba a ver la situaci¨®n, yo misma me pon¨ªa excusas: tendr¨¢ que comprar algo o querr¨¢ hacer algo, no, ser¨¢ para nada malo... Luego ve¨ªa que me iba quedando sin dinero, que no pod¨ªa pagar las letras de la tele ni el alquiler de la casa... Cuando me di cuenta de que el problema era tremendo y me negaba a darle el dinero empezaron los malos tratos, los f¨ªsicos, porque los psicol¨®gicos los hab¨ªa desde mucho antes. El me hab¨ªa rebajado a la nada: "t¨² no eres nada, no vales para nada, si por no fuera por m¨ª d¨®nde estar¨ªas"... Me humillaba para que fuera dependiente de ¨¦l, para que yo misma me creyera que sin ¨¦l no pod¨ªa hacer nada. Cuando regresaba del trabajo, el saludo era un mont¨®n de guantazos. Yo me pon¨ªa en un rinc¨®n y me tapaba con las manos, me defend¨ªa verbalmente, pero ¨¦l me dec¨ªa cosas a¨²n m¨¢s duras. Despu¨¦s de casi abortar me oblig¨® a seguir trabajando, y si no quer¨ªa ir, me echaba a empujones a la calle, me pegaba para quitarme el dinero, sin preocuparse de si yo com¨ªa para alimentar a nuestro hijo, que ahora tiene nueve meses. Estoy ahora en tr¨¢mites de separaci¨®n. Me acabo de sacar el t¨ªtulo de graduado escolar. He recuperado mi dignidad".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Sobre la firma
Archivado En
- Amenazas
- Violencia dom¨¦stica
- Separaciones matrimoniales
- Agresiones f¨ªsicas
- Declaraciones prensa
- Reforma legislativa
- Leyes Ordinarias
- Cristina Alberdi
- Matrimonio
- Malos tratos
- Integridad personal
- Mujeres
- Familia
- Violencia
- Gente
- C¨®digo penal
- Problemas sociales
- Delitos
- Normativa jur¨ªdica
- Sucesos
- Legislaci¨®n
- Justicia
- Relaciones pareja
- Sociedad