Gorazde, entre el hambre y el olvido
Dzemila Dzanbegovic sali¨® el mi¨¦rcoles a recoger su raci¨®n diaria de comida en la asediada Gorazde, en Bosnia oriental, toda ella en ansiosa espera de la ca¨ªda de los primeros suministros a¨¦reos norteamericanos. Su raci¨®n, para cuatro personas, tras larga espera entre una multitud de hambrientos, consist¨ªa en dos rodajas de pan. Cuando la sexagenar¨ªa musulmana se alejaba, un extra?o le pregunt¨® cu¨¢nta comida hab¨ªa recibido. Ella se quit¨® el pa?uelo que le cubr¨ªa el rostro, rompi¨® a llorar y se alej¨® arrastrando los pies, con la cabeza baja.Nadie en Gorazde pone en duda el valor de la operaci¨®n de lanzamiento en paraca¨ªdas de suministros alimenticios y m¨¦dicos. No hay aqu¨ª debate sobre la decisi¨®n del presidente norteamericano, Bill Clinton, de ayudar as¨ª a las ciudades que sufren el asedio y la guerra.
Tras 11 meses de asedio por fuerzas nacionalistas serbias, en esta ciudad las ¨²nicas cuestiones que se plantean son cu¨¢ndo comenzar¨¢ la operaci¨®n y cu¨¢nta comida recibir¨¢ durante la misma.
Entre los funcionarios y militares de la ONU que controlan las operaciones de ayuda humanitaria y pugnan llegar con convoyes de camiones desde Belgrado a ciudades como Gorazde, han proliferado las cr¨ªticas contra la decisi¨®n norteamericana de realizar suministros a¨¦reos. Muchos, incluidos el jefe de los cascos azules, Phillippe Morillon, han se?alado que estas operaciones a¨¦reas eran innecesarias, ya que los convoyes terrestres pod¨ªan suministrar m¨¢s ayuda a m¨¢s gente.
Pero en Gorazde est¨¢ claro que, en los enclaves musulmanes de Bosnia oriental, supuestos beneficiarios de la operaci¨®n a¨¦rea, las gentes que sufren desde hace meses bombardeos y el asedio est¨¢n desesperadas.
Desesperadamente hambrientas, pero tambi¨¦n desesperadas en busca de algo que les diga que el mundo no las ha olvidado.
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